Revista Cultura y Ocio

Este jueves...............érase una vez

Publicado el 01 diciembre 2016 por Charo
ESTE JUEVES...............ÉRASE UNA VEZ
   Este jueves, Inma, en su blog  MOLÍ DEL CANYER nos ha pedido que contemos un cuento infantil invitándonos a jugar con nuestra imaginación  e inventarnos una nueva trama y un final diferente. Yo he hecho una mezcla loca con algunos de ellos y esto es lo que ha salido:
CAPEZURITA FLOJA
  Ya estaba el sol muy alto en el horizonte aquella mañana cuando Capezurita Floja abrió los ojos y se desperezó con parsimonia. Era imposible seguir durmiendo con la pesada de su madre dando voces a su alrededor, pues le había dicho un montón de veces que tenía que ir a casa de su abuela a llevarle un recado y ya no podía demorarse más.     Solo de pensar en tener que cruzar bosquesinfín  para llegar a la casa de su abuela, le entraron los siete males, así que, a mitad de camino se tumbó a descansar un ratito y se quedó dormida.    Al despertar, una mujer harapienta, fea y arrugada le ofreció una manzana recubierta de azúcar glass de las que llevaba en un canasto. Apenas tragó el primer mordisco, un cosquilleo empezó a recorrer el cuerpo de Capezurita, que de pronto se sintió con ganas hasta de correr, cosa que no había hecho en toda su vida, y en un periquete llegó a casa de su abuela.    ¡Cómo ha cambiado el cuento!, pensó,  porque no daba crédito a lo que veía.    La música dance se oía en todo el bosque y el ambientazo era tremendo, con toda la fauna bailando, bebiendo y riendo entre las luces psicodélicas. Había lobos de todos los pelajes, un muñeco de madera con una nariz enorme, tres cerditos, varios príncipes y princesas; había siete enanitos y siete cabritillos, algunas  brujas y cazadores...todos pasándolo de miedo en la casita de su abuela, que parecía de chocolate recubierto con azúcar glass. Pero lo que más llamó la atención de  nuestra Capezurita  Floja fue un muchacho con unos músculos de infarto que tocaba una gran flauta, rodeado de miles de ratas que bailaban al compás y que la invitó a seguirlo sin dejar de tocar su melodía embriagadora.    Amanecía ya cuando, sin dejar de seguir al flautista, Capezurita, que nunca más sería floja por su afición al azúcar glass de las manzanas, volvió la vista atrás para observar cómo su abuela, montada en una Harley Davidson, vestida de cuero y con un enorme lobazo gris de paquete, se perdía en la espesura de bosquesinfín.
   Y colorín colorado...

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