La prensa amarilla se hizo eco del rápido noviazgo con el Marqués de Griñón, así como del pasado desconocido de Dª Esther, que ahora publican diversos medios, y que tuvo profesiones tan dispares como ser corista de Julio Iglesias -con quien fue relacionada- o directora de un centro de masajes en Madrid; también, al parecer, gestionó una inmobiliaria y durante todo ese tiempo fue vista en compañía de Lorenzo Quinn, Paco Valladares, Bertín Osborne o José María González de Caldas.
D. Carlos Falcó, pese a su excelente apariencia, cuenta muchos años, quizás demasiados, como para que le importe tanto la opinión de sus hijos como del resto del personal y tengo el convencimiento de que su novia llegó al puerto que vino buscando desde hacía muchos años, entre una suerte de dispersión lúdica y quirófano de plástica, y llegó para hacer las cosas bien, como se tienen que hacer, consiguiendo que el Marqués de Griñón tenga en su semblante la sonrisa que luce en la imagen; a buen seguro hubiese sido diferente de otro modo, modo que resultaría egoísta para quien lo defendiese y poco generoso con el ilustre bodeguero.