Revista Ciencia

Estirando las horas cada día

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22

Hay muchas personas que todavía no han caído en la cuenta de que todos somos iguales ante el reloj, que todos tenemos días de veinticuatro horas. Aún no son conscientes de que las veinticuatro horas son un elemento diferencial de primer orden. El tiempo bien utilizado es un factor competitivo que permite encontrar el equilibrio personal.

Con demasiada frecuencia oímos decir " No tengo tiempo... ". Falso, rotundamente falso. Sí tienen tiempo, lo que no tienen son las ideas claras, no se han fijado objetivos y por eso andan a la deriva, como navegantes sin rumbo que aunque remen mucho nunca llegan al puerto. Los pilotos aéreos de esto saben bastante: Tienen una visión clara del destino, se fijan un plan de vuelo, y por si acaso disponen de una brújula.

Decía José Luis Sampedro " queel tiempo no es oro, el oro no vale nada. El tiempo es VIDA... ". Efectivamente, un buen uso de esas horas, de las que disponemos diariamente, nos dan energía, vitalidad, optimismo, fuerza... No hay nada más gratificante que hacer lo que uno debe, en el momento oportuno y con la ilusión a tope. Cuando alcanzamos a comprender que no podemos dejar pasar el tiempo sin darle un contenido adecuado, en ese instante el tiempo deja de ser oro para convertirse en vida.

Lamentablemente vivimos una época en la que las prisas, la velocidad, la inmediatez... hace que cada vez sea más difícil dominar nuestros 86.400 segundos diarios. Nos hemos llenado de personas y organizaciones que trabajan sólo sobre lo urgente pero no sobre lo importante. Ésta es la razón por la que la gente anda un poco tocada.

Estirando las horas cada día

Explicaba el Doctor Valentín Fuster que: " La falta de dominio sobre la situación y sobre uno mismo es lo que conduce a las situaciones de estrés, a lo que de modo muy superficial alguien podría definir como neurosis de identidad ". Las organizaciones, más de las que nos podemos imaginar, que están improvisando continuamente, provocan en sus empleados una sensación de inestabilidad que repercute en el clima laboral y por ende en la productividad. Las empresas en las que todo es urgente y todo importante, lo que reina es el caos.

Peter Drucker, afirmaba en uno de sus libros que: "El tiempo es el recurso más escaso que existe, y si no se gestiona bien nada estará bien gestionado". ¡Qué gran verdad! Este es el motivo por el que hay tanta falta de liderazgo, profesionales que son incapaces de utilizar eficazmente su reloj. Por eso se les escapa de la mano su equipo, su familia, sus amigos... No pueden parar el cronómetro... Y lo peor, no son capaces de respetar el tiempo de los demás. Interrumpen, llaman, escriben... No se percatan de que hay gente que sí sabe controlar sus veinticuatro horas diarias.

En las empresas japonesas, nadie interrumpe a una persona que está sentada en silencio. Se da por hecho que esta persona está pensando. Sin embargo, cuando la persona está en pie y en movimiento, los colegas, colaboradores, jefe se sienten en libertad de interrumpir.

Vuelvo al principio: " No tengo tiempo...". Es que acaso Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, el Papa Francisco, Angela Merkel o el pequeño Nicolás ... ¿tienen más tiempo que tú? ¿Sus horas son de 90 minutos? No, sus horas son también de 60 minutos. Entonces ¿dónde está la diferencia? Pues, entre otras cosas, en que han entendido que el trabajo no se traduce sólo en llenar las horas, sino en realizarlo con competencia técnica y profesional.

Un reciente estudio llevado acabo por WorkMeter, revela que los trabajadores españoles pierden un 30% de su tiempo de trabajo cada día. Una de sus conclusiones, deja claro que pasan una media de 9 horas y 19 minutos en su puesto de trabajo, pero su productividad es solo de 6 horas y 34 minutos. Tal vez, de tanto hacer cosas, acaba uno por no hacer nada. Lo que cuenta no son las horas que pones en tu trabajo; es el trabajo que pones en tus horas.

Estirando las horas cada día

Los "incompetentes del tiempo", incluso ni descansan. No encuentra tiempo para "afilar la sierra", como decía Stephen Covey. No son conscientes, de que cuanto más tiempo pasan los padres con sus hijos, más felices son en el trabajo. A mayor felicidad, mejor rendimiento... y a la postre un buen rendimiento trae grandes beneficios. El descanso es parte de nuestro día, hay que buscar el hueco. El ideal es trabajar para vivir, y no vivir para trabajar. Una persona equilibrada rinde el doble, es más productiva y se siente mucho más feliz.

El problema de mucha gente es que no sabe decir que NO. Alguna vez tiene que ser la primera, por eso te animo a que te propongas decir NO varias veces al día. Una virtud, para que se convierta en hábito, tiene que repetirse muchas, muchas veces. ¡Atrévete a decirle a tu jefe: NO! La primera vez, a lo peor, puede tener alguna consecuencia. Seguro que la tercera se verá como normal e incluso se interpretará como algo positivo.

No quieras ser Superman o Superwoman. Evita incluir en tu agenda más cosas de las que caben en veinticuatro horas. Una botella de agua de un litro no se puede vaciar en un vaso pequeño porque rebosará y se desparramará. Igual pasa con nuestra agenda, no se pueden meter más cosas de las que caben, porque entonces se desbordará el estrés, el genio, el mal humor, la agresividad... y lo pagará nuestra familia y/o nuestros compañeros.

Las decisiones más difíciles y más importantes no son qué hacer, sino qué abandonar por no merecer ya la pena. Decidir es poner prioridades al tiempo. Siempre lo primero, lo primero. Lo que más te cueste, al principio. Una persona eficaz no comienza planificando, sino averiguando a qué dedica el tiempo. Piensa que no hay nada tan inútil como hacer brillantemente algo que no sirve para nada.

Si el trabajo cambia la vida... ¿Por qué la vida no puede cambiar el trabajo? Vuelve a preguntarte. ¿Mi día cuantas horas tiene?

Fuente: Blog de Jaime Pereira.

C. Marco


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