La edición nueva, la que está dividida en dos tomos (aunque yo lo reseñaré como si fuera uno), empieza así:
Campo de Emond abajo, a mitad de camino del Bosque de las Aguas, los árboles flanqueaban las márgenes del manantial. Casi todos eran sauces, y sus frondosas ramas formaban un umbroso dosel sobre la corriente junto a las orillas. No faltaba mucho para el verano, y el sol se aproximaba a su cenit; pero aun así, en la sombra, la suave brisa enfrió la transpiración en la piel de Egwene. La chiquilla se recogió la falda del vestido de paño marrón por encima de las rodillas y vadeó un pequeño tramo del río para llenar el balde de madera. Los chicos se metían en el agua sin más, sin importarles que las ceñidas calzas se mojaran. Algunos de los chicos, y las chicas que llenaban los cubos, se reían y usaban los cacillos para echarse agua unos a otros, pero Egwene se conformó con la agradable sensación del roce de la corriente contra las piernas y el placer de hundir los dedos de los pies en el fondo arenoso mientras regresaba hacia la orilla. No había ido allí para jugar. Tenía nueve años y era la primera vez que acarreaba agua, pero iba a ser la mejor aguadora del mundo.
Este trozo que os he puesto pertenece a un preludio, que no aparecía en las primeras ediciones de este libro, pero sí en las más modernas. Los sucesos que narran, por lo que he podido investigar por Internet, suceden algunos años antes que la acción del libro en sí, así que de momento no sé muy bien qué me voy a encontrar.
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