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Estrategias

Publicado el 15 septiembre 2011 por Alfonso

Hoy me senté con la intención de escribir sobre el derrumbe helénico, el fado lisboeta, el quejío en la copla española o la tarantella que sirve para curar de la picadura de la wolf spider. Y si la inspiración no ayudaba, cosa más que probable, de las explosiones solares, tema sobre el que llevo informándome más de un año y no me atrevo a decir ni pío no sea que me acusen de inepto espacial o vulgar pesimista. Hoy debía ser ese día, pero no tengo tiempo: desde ayer se puede comprar en Amazon.es, de todo y para todos en castellano, y a precios muy bajos, bueno, algunos productos algo más baratos que en los puntos expendedores habituales y otros al precio que los tendrías en una tienda que no te lo cobrase con descuento por tu carnet de universitario, joven, funcionario o cliente mimado. Y desde ayer llevo apuntando nombres de obras y títulos de grabaciones que amplíen mis conocimientos o me descarguen de mis problemas, adquisiciones que plantean un grave problema, aparte del económico, por supuesto, el del espacio físico: ni un aula entera de ingeniosos de Ikea podrían decirme como reubicar el contenido de mi hogar sin perder el sentido de su estética, que será más o menos gracioso, pero es la decoración que lo hace único y exclusivo.
El caso es que todo el mundo dice que esto es el fin de la venta por la www para las pequeñas firmas españolas, que si se trata de un gigante al que nadie le hace sombra., mientras yo sigo buscando y buscando sin encontrar algo con una relación calidad-precio que me haya hecho ir a consultar la cesta que se supone me enviarían a casa en un plazo más o menos breve -ese dato parece que depende más del ansía poseedora del comprador que de las distancias-, y a un precio muy clarito, justificado y ajustado. Entre otras cosas porque lo que me gusta es perder el tiempo entre discos, libros, tiendas de utensilios domésticos, secciones de ropa inapropiada, tiendas de pequeños electrodomésticos, departamentos informáticos... Vamos que me gusta ver, tocar, escuchar, incluso oler o degustar si es el caso, antes de saber el uso y disfrute que haré, a dónde irá destinada la nueva adquisición. Definitivamente, soy de otra época, que le vamos a hacer.
Curiosear por Amazon.es para lo único que me ha servido ha sido para llenar folios de títulos de álbumes musicales, videojuegos para las consolas que no poseo, cachivaches eléctricos y otros utensilios más o menos inútiles, de esos que pertenecen al grupo “realmente no lo necesitaba, pero estaba tan barato que no me pude resistir”, que no creo pasen a formar parte de mi legado. Larga vida a la tienda electrónica, al Gilgamesh que expande la cultura y nos facilita la labor diaria, pero que recuerde que torres más altas han caído –no me refiero a las de hace diez, sino a la de hace tres, y 4 km más al norte, de las primeras-. Amazon no es cultura, como tampoco Círculo de lectores: ambas rozan la mercadotecnia agresiva. Y que no me vengan con el cuento del trabajo que crean, de su labor social y económica: en su día ya me intentaron lavar el cerebro con que los repartidores de prensa gratuita que se apostaban en las esquinas estratégicas eran estudiantes que así se ganaban un dinerillo extra: desaparecieron antes que la función hubiese entonado su cántico final. Ellos y sus jefes.
P.S. La tienda con el dominio ".es" de Amazon factura vía sucursal
de Lëtzebuerg, por eso de las ventajas fiscales, no por abaratar tu pedido. Sin comentarios.
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Héroe dominando un león

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