Revista Arquitectura

Estructuras de transición

Por Luissantalla

Al generar edificios por sucesión altimétrica de entrepisos planos (típico caso de los edificios “en torre”), es muy común que las diversidades funcionales que se presentan a distintos niveles exijan cambios en la modulación estructural, sobre todo en lo referente a lineas verticales de descarga.

Esta problemática trae aparejado el “apeo” y desvio de columnas ya sea sobre estructuras planas uni-bi o tridimensionales. El “trabajo elástico” de estas estructuras que genéricamente llamaremos “de transición” puede ser de distinto tipo y servir como base para un intento de su clasificación. Bajo este criterio se ha confeccionado el cuadro general de la página siguiente, que no excluye otras posibilidades de clasificación.

estructuras de transción

Acometer la ordenación bajo el tipo de “trabajo” de las piezas elásticas componentes nos ha parecido más claro para discernir entre las tipologías estructurales posibles y racionalmente aptas para utilizar en un proyecto arquitectónico.

Las que hemos denominado “estructuras de transición” no solamente son utilizables proyectualmente para una propuesta con contenido global. También son a menudo utilizables para solucionar aspectos locales en una
construcción (por ej. desvíos de cargas sobre columnas en esquineros de ochava, fundaciones) y apeos varios que generalmente se producen en las dependencias de azotea (cuerpos tales como tanques de reserva de agua, sala de maquinas, etc.)

Además las estructuras de transición se utilizan habitualmente para sostener superestructuras en forma provisoria, en etapas constructivas particulares del proceso de construcción provisorio de un edificio, para luego ser
eliminadas en la terminación final de la estructura del mismo.

Llamaremos “no flexivas” aquellas estructuras cuya respuesta resistente se basa en los esfuerzos “simples” o axiles (tracción/compresión) que transmiten fuerzas especialmente dirigidas según el eje de las piezas. Esta transmisión de fuerzas que podríamos llamar “unidireccional” hace que la masa estructural (o energía) requerida sea mínima. Para esto en algunos casos es necesario condicionar las formas o directrices estructurales a derroteros determinados
por las cargas hasta llegar a tierra, y en otros obligar a estas cargas a conducirse a los apoyos mediante descomposiciones estáticas simples (ya sea en el ámbito plano o espacial).

El mismo tipo de trabajo estático simple (o elemental) de estas estructuras hace que en ellas en general no se puedan presentar fallas (ya sean geométrico-resistentes de generación proyectual o constructiva) pues ello puede provocar un cambio (a veces violento) de su aptitud resistente, con lo cual se entiende que estas estructuras necesitan que se cumplan estrictamente ciertas premisas estáticas, condición sin la cual pueden sobrevenir daños graves o a veces el colapso parcial o global. O sea que en general son altamente “vulnerables” ante los errores de proyecto o  construcción. En síntesis: en general no avisan y lo que es peor muchas veces no perdonan. Este es el precio de su forma racional y armónica y del consumo mínimo de masa o energía.

En las estructuras “flexivas” el cambio de dirección de las fuerzas hasta llegar a tierra puede resultar indirecto o caprichoso (desde el punto de vista estructural) y mas ceñido a los requerimientos proyectuales arquitectónicos antes que a requerimientos de descarga natural de fuerzas hacia los apoyos.

Cuando se habla de “flexivas” se entiende que la respuesta estructural de las piezas se basa en un momento o par flexor resistente, par que posibilita cambios de dirección de las fuerzas, pudiendo cambiar abruptamente la posición de las lineas de descarga, permitiendo cierta libertad proyectual.

Esta libertad de proyecto trae como consecuencia un precio: su masa es mayor que la que una estructura no flexiva, y en general las deformaciones que puede sufrir son notoriamente mayores, pero obviamente su propio régimen de
funcionamiento hace que tengan mayor capacidad de preaviso ante fallas que se puedan presentar. En la fig. 1 se muestra a modo de síntesis el trabajo de descarga de fuerzas en una estructura no flexiva y en otra flexiva.

Pareciera emerger de aquí una disyuntiva que no es totalmente cierta: o adaptamos el requerimiento arquitectónico a la estructura o adaptamos las necesidades estructurales al proyecto arquitectónico. Sin embargo en el fondo esta
disyuntiva no es solamente falsa sino que niega la obligación que debe tener cada proyectista hacia una acción coordinada de conciliación integradora de su pensamiento para encauzar racionalmente su concepción global.

más info: www.ing.unlp.edu.ar/


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