Revista Ilustración

Eternidad, qué bonito nombre tienes

Por Davidrefoyo @drefoyo
Eternidad, qué bonito nombre tienes
¿Por qué la costa?
¿Por qué el litro a 1,45 céntimos?
¿Por qué los peajes al otro lado de la mediana?

Las gotas quietas sobre el parabrisas

avanzan mientras acelero
y borran, de pronto y para siempre,
los restos salinos del Atlántico.

Fuimos el sol no hace tanto

y ahora arañamos el calendario
en búsqueda de nuevos motivos para sonreír.

La sierra, Canadá, 

los dosmiles que un día alumbraron
nuestras miradas imberbes,
casi púberes
cuando huimos de la miseria
colina arriba.

Pienso en la brisa y los paseos por la arena,

en la enfermedad y las lamentaciones,
en tus noches fuera de casa
¿Calentará el microondas? ¿Será suficiente cena?
¿Habrá quebrado el estado de bienestar
definitivamente?

Aquella luz blanca y mortal

te sentaba bien,
no podía escribir versos mientras vivíamos,
otro ron cola,
una visita ilustre,
un plato del menú del día,
pero no hacía falta, no,
éramos catedrales a punto de ser bendecidas,
una luz blanca y fría
arañaba las vidrieras de tu pecho

y supe que el sur

que nosotros
que el agua que nos refrescó por momentos

formaban parte

de la misma
-y única-
eternidad.

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