Revista Opinión

Europeizar Europa

Publicado el 17 octubre 2012 por Vigilis @vigilis
El debate sobre la unión bancaria europea o mecanismo europeo de supervisión bancaria, pone de manifiesto las diferentes tensiones nacionales que existen en el proceso de europeización de Europa (con perdón). Varios países, tienen incentivos para pedir cosas opuestas a las que piden otros estados miembros. Así, es complicado que al traje no les salten las costuras.

Europeizar Europa

Tratado de Roma, 1957.

España, en su búsqueda de evitar que las ayudas al sector bancario no computen como ayudas al estado y por tanto eleven la deuda, quiere que de la supervisión bancaria se encargue la UE. Así, si hay que 'rescatar' algún banco, sería responsabilidad europea. Por su parte, Francia ve en la unión bancaria una posibilidad de plantear mecanismos de crecimiento a nivel europeo, es decir, implicar a todos los actores en liberar recursos públicos para activar políticas de crecimiento.
Alemania parece buscar más bien cierto control político: si hay una unión bancaria europea, debe a su vez haber cierto control de los presupuestos nacionales. Ya sabemos que Alemania quiere ganar esta guerra sin pegar un tiro. Así, debe haber algún tipo de unión más allá de la bancaria para dotar de recursos al mecanismo de supervisión: tal vez la recaudación de impuestos a nivel europeo. Con esto, las haciendas nacionales de los países ricos, no se verían (tan) perjudicadas por las ayudas a los pobres.
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No sólo hay diferentes puntos de vista políticos en este debate, sino que existen resistencias básicas a nivel de infraestructura: no todos los países de la UE forman parte del euro. Ahí está Suecia que anda recomendando replantear el futuro del euro o sin ir más lejos, Reino Unido, que no quiere ver ni en pintura un mecanismo común de supervisión y sanción bancaria. Al menos no uno que arrastre a toda la Unión Europea.
Desde España, el fracaso de la banca pública evidencia que hay que cortar de algún modo la inacción de la supervisión del Banco de España. Que las competencias de revisión y multas pasen a depender del BCE o de una agencia nueva europea, puede elevar el grado de confianza no solo a los actores internacionales, sino a los pepitos que caminamos por la calle. Qué quieren que les diga: a día de hoy me fío más de un hereje lejano que de un puerquito que se refocila en intereses cortoplacistas y urda la trama de intereses público-privados al lado de casa. No se trataría de cerrar el Banco de España, sino de lograr que sus inspectores no respondieran al primer cavernícola que pasara por delante, sino a un montón de cavernícolas que tuvieran los cataplines pillados en un sistema complejo de victorias y derrotas comunes.
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Ahora bien, lo que el debate está poniendo de manifiesto es que una futura unión política no tiene recorrido si el grado de responsabilidad compartido no es el mismo en todos los miembros (y como ejemplo de fracaso al evitar el cogobierno, tenemos a la España autonómica). Alguien debe empezar a decir que la unión política sólo se construirá dentro de las fronteras de quienes se han aventurado a la unión monetaria. No es justo que haya países de mucho peso en las instituciones europeas que se dediquen a ir por libre en lo que les interesa. O como diría el castizo: o follamos todos o la puta al río.

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