Revista Cultura y Ocio
NOS CONOCIMOS en la primavera de 1898. Apareciste sin más en el pueblo. Nadie sabía muy bien quién eras, ni de dónde habías salido pero tu desparpajo y saber estar encandilaron a casi todo el mundo dejando de lado el pequeño detalle de averiguar qué te había traído a Olmos. Un par de mentiras bien contadas y todo el mundo quedó satisfecho. Menos mi padre; el nunca se fió de ti, y en cuanto a mí: a mí me conquistaste con una simple mirada, eso solo bastó para caer rendida a tus pies. Sólo era una niña.
MI EMBARAZO ya se notaba mucho, y todo el mundo me daba la enhorabuena preguntando y felicitándome porque, al parecer, ese embarazo sí llegaría a su fin. Tú estabas radiante. Se te había metido entre ceja y ceja que lo que llevaba en la barriga era un niño, y no parabas de decirle a todo el mundo los planes que tenías para cuando naciera. Yo, a veces, te tomaba de la mano para tranquilizarte y aclarar que, hasta que no asomara la cabecita, no podíamos aventurarnos a decir lo que era. Pero no me escuchabas. Siempre se tenía que cumplir tu santa voluntad.
Eva Delgado. Donde mueren los recuerdos. PiEdiciones, 2015. Fotografía y diseño de cubierta: Puri Sánchez P.