Revista Cultura y Ocio

Expedición científica al nuevo mundo por francisco hernández

Por Ilustrado
La expedición de Francisco Hernández en 1570 fue una hazaña científica excepcional: la primera gran investigación sobre la naturaleza en América. Aquel descubrimiento científico del Nuevo Mundo es considerado el primer estudio científico moderno.
La conquista de América fue una hazaña que requería gran competencia política y religiosa, pero también un enorme interés por la cultura amerindia y curiosidad científica.
A partir de los siglos XV y XVI, las ciencias conocen un fuerte desarrollo en toda Europa, jugando España un papel esencial. Entonces, las ciencias mejor desarrolladas fueron la náutica y la cartografía, como corresponde a las necesidades de la época, y también las ramas de la física relacionadas con la construcción y con el arte militar. Las ciencias naturales, la botánica o la zoología, eran las parientes pobres de este desarrollo científico debido a la falta de clasificación.
Para que una ciencia se desarrolle es necesario el estudio de sus elementos, el orden según criterios o sus propiedades y la clasificación por géneros, especies y familias. Así lo hizo el romano Plinio el Viejo en su Historia Natural, y así lo hará en el siglo XVIII, el sueco Carlos Linneo, el primer naturalista moderno. Pero en el siglo XVI, la botánica y la zoología no disponían de clasificaciones científicas, encargándose un médico castellano, Francisco Hernández, de estudiar y clasificar la naturaleza americana.
La expedición de Francisco Hernández en 1570 fue una hazaña científica excepcional: la primera gran investigación sobre la naturaleza en América fue el primer estudio científico moderno.
Francisco Hernández, nacido en Puebla de Montalbán (Toledo) en 1514, emprendió una carrera brillante: bachiller en artes y filosofía, estudiante de medicina en la Universidad de Alcalá de Henares, ejerciendo la vocación en Toledo y Sevilla.

EXPEDICIÓN CIENTÍFICA AL NUEVO MUNDO POR FRANCISCO HERNÁNDEZ

FRANCISCO HERNÁNDEZ


Se relacionó profesionalmente con las más ilustres personalidades de la época que estaban relacionados con la ciencia, la técnica y el arte: Andrés Vesalio, médico belga de Carlos V y luego de Felipe II; Juanelo Turriano, matemático e ingeniero italiano que construyó un ingenio hidráulico para subir agua desde el Tajo hasta el alcázar de Toledo o las campanas del Escorial; Juan Herrera, el arquitecto más importante del renacimiento español que finalizó las obras del Escorial; o Benito Arias Montano, reputado traductor políglota, consejero de Felipe II y primer bibliotecario del Escorial.
En Sevilla sigue los pasos del médico Nicolás Monardes, que fue el primero en informar sobre los productos naturales procedentes de América y sus propiedades curativas. Esta es la gran novedad científica del momento: los españoles están descubriendo los secretos de la medicina natural amerindia, sus plantas y fórmulas.
En 1560, Hernández entra en la escuela médica del Monasterio de Guadalupe, donde los frailes jerónimos hacían disecciones anatómicas o practicaban la cirugía. Se trata de la antesala en la formación de los grandes médicos del reino, era llamado el Protomedicato. Y en 1567, es nombrado médico de cámara del rey Felipe II.
Su dedicación más importante fue la de naturalista, donde realizó sus grandes aportaciones científicas. Se ocupó del jardín botánico de los hospitales de Guadalupe, estudió la flora y fauna de varias comarcas de Andalucía y Extremadura, realizó experimentos con animales disecados, y tradujo y realizó unos amplios comentarios científicos en castellano de la Historia natural de Plinio, una de las fuentes de conocimiento de la naturaleza más importantes de su tiempo.
Hernández se convierte en un auténtico sabio renacentista, conocedor de materias científicas como la medicina, la botánica, la mineralogía, la geología y cosmografía o las lenguas clásicas.
El monarca, sabedor de los grandes conocimientos que atesora Hernández, en 1570 le nombra Protomédico de todas las Indias, y propone marchar a América para estudiar la naturaleza. Su misión era retratar la tierra, los minerales, los animales y las plantas del extenso virreinato de la Nueva España. Con respecto a las plantas debía efectuar una relación de los vegetales de uso medicinal, tenía que informar sobre su método de cultivo y enviar a España aquellas plantas descubiertas. Por último, debía escribir una Historia sobre la naturaleza del territorio.
Felipe II quiere conocer qué hay allí y qué utilidad puede tener para los europeos, poniendo a disposición de Hernández los recursos materiales y humanos considerables, entre los que se encontraban un asistente, su hijo Juan, un "técnico", el cosmógrafo Francisco Domínguez y amplio equipo de médicos, botánicos, herborizadores, dibujantes o amanuenses.
El proyecto, ideado por orden de Felipe II, está considerada la primera expedición científica de la Edad Moderna. 
La expedición partió de Sevilla en agosto de 1570, y tras seis meses de viaje, llegó a Veracruz en febrero del año siguiente. Allí recoge muestras y material botánico, los estudia y los clasifica, siempre con especial interés por las plantas medicinales, durante ocho años de intenso trabajo de campo por la altiplanicie central, el mar del Sur (Pacífico), Oaxaca, Michoacán, Panuco (Somolinos), etc. Residió en la ciudad de México, ocupado en ordenar los materiales recopilados, realizar experimentos sobre las propiedades terapéuticas de los vegetales y redactar una historia natural de la Nueva España.

EXPEDICIÓN CIENTÍFICA AL NUEVO MUNDO POR FRANCISCO HERNÁNDEZ

VIRREINATO DE LA NUEVA ESPAÑA SIGLO XVI


El método de investigación científica de Hernández es un perfecto ejemplo pionero en ciencia experimental que determinaría el desarrollo del mismo durante los próximos siglos. Consistente en un sistema de fichas normalizadas sobre cada especie animal, vegetal y mineral, basado en un cuestionario escrito de tipo descriptivo y acompañado de dibujos. Con este sistema Hernández pudo recabar información por correo desde los lugares más remotos de la Nueva España. Tras disponer de la información, el equipo científico viaja, confronta los datos con las realidades, recoge materiales y los analiza. Así hubo por aquellos años, por todo el virreinato, un equipo de expertos buscando hierbas y piedras, estudiando animales, analizando plantas y frutos. Hernández se concentró en la clasificación de aquellas especies que llegaban.

El resultado de años de trabajo fue una espléndida recopilación de una gran cantidad de información científica, no solo botánica medicinal sino sobre la historia natural de esos territorios. Los logros de Hernández fueron espectaculares: 22 volúmenes escritos en latín, escrito en este idioma para garantizar la universalidad de la obra, que se convirtieron en la enciclopedia natural más importante del mundo. Describe 3.000 especies vegetales incluyendo árboles, arbustos, frutos y yerbas. Introduce plantas exóticas como el cacao, el tomate, el tabaco, el estramonio, el maíz, la papaya, el peyote, el chili, o el ají. También describe plantas que venían de Filipinas o el área del Índico, como la canela o el clavo. Recoge más de 400 animales de la fauna mejicana incluyendo mamíferos, ovíparos, reptiles e insectos, y treinta y cinco minerales utilizados en medicina.

EXPEDICIÓN CIENTÍFICA AL NUEVO MUNDO POR FRANCISCO HERNÁNDEZ

CÓDICE POMAR


Por la amplitud de sus informaciones y por lo avanzado de su método de investigación, Hernández se convierte en la principal referencia de los naturalistas europeos. Su trabajo, aunque muy anterior, es el antecedente más importante de las Reales Expediciones Botánicas del siglo XVIII.
Tras siete años de trabajo, Hernández regresa a España, y en Madrid comienza la traducción de su obra al nahuatl, la lengua de los mexicas y los aztecas, muriendo en 1587. A Felipe II le fueron entregados minerales, plantas vivas, simientes, raíces, herbarios, pieles, plumas, animales disecados, y pinturas de animales y vegetales.
Uno de sus logros más importantes fue el hecho de haber sido el pionero en la utilización de algunos remedios vegetales para la medicina farmacológica europea.
Hernández dejó sus volúmenes en la biblioteca de El Escorial: cuatro volúmenes escritos en latín, once libros de láminas coloreadas, varios libros de herbarios y un índice. De los cuatro libros escritos, tres estaban dedicados al reino vegetal y uno a vegetales y animales.
En 1580 los manuscritos fueron entregados al doctor Nardo Antonio Recchi, médico de cámara de Felipe II, quien resumió los textos hernandianos en 516 capítulos agrupados en cuatro libros: Cuatro libros sobre temas médicos de la Nueva España. Esta sinopsis no fue publicada en la vida del autor, pero tuvo una gran influencia en los ambientes científicos de la época y ser conocida antes de finalizar el siglo por científicos de categoría como José Acosta, Della Porta o Aldrovandi y Clusio.
En 1615 aparece en México la primera edición de Hernández: Cuatro libros de la naturaleza y virtudes de las plantas, la enciclopedia de materia médica más importante del mundo.
Entre 1630 y 1651, la obra de Hernández es redactada de nuevo por un gran mecenas de la cultura, el príncipe Cesi, uno de los pioneros de la utilización de la sistemática vegetal y destacado de la Academia dei Lincei. Se trata del Rerum Medicarum Novae Hispaniae Thesaurus (Tesoro de las cosas medicinales de Nueva España), conocido como El Hernández.
La modernidad e importancia de los descubrimientos científicos de Hernández ejercieron una enorme influencia en Europa. Científicos de tiempos posteriores citarían su legado y reprodujeron en sus textos muchos de los fragmentos del naturalista español, algunos de los cueles fueron: Ray, Jussieu, Tournefort o Linneo.
Otros científicos españoles siguen la labor emprendida por Hernández, retratando la naturaleza del nuevo mundo con grandes aportaciones para la ciencia del momento:
Cristóbal de Acosta, médico burgalés, que viajó por África y Asia, publicó en 1578 su Tratado de la drogas y medicinas de las Indias Orientales, y también un volumen sobre Remedios específicos de la India Oriental y de la América.
El sabio jesuita José de Acosta, natural de Medina del Campo, recorre México y Perú entre 1571 y 1587, estudiando gentes y plantas, animales y tierras, narrándolo en su Historia natural y moral de las Indias.
Benito Arisa Montano acumuló las mejores investigaciones de su tiempo en una Historia natural que circula intensamente en Europa.
El jesuita jienense Bernabé Cobo recorre durante más de 30 años México, las Antillas y Perú, y en 1653 publica su Historia del Nuevo Mundo.
La ciencia española de los siglos XVI y XVII estaba a la cabeza de Europa.

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