Revista Ciencia

Falacia sobre el diseño inteligente

Publicado el 02 febrero 2010 por Jesuszamorabonilla

Prometí hace poco una entrada sobre una de las falacias más gruesas del argumento de los defensores del diseño inteligente (el argumento en singular, porque sólo tienen uno): a saber, la falacia que consiste en que, una vez que han reducido (injustificadamente, por otra parte) los tipos de explicaciones posibles a "ley o azar" (o una combinación de ellas), por un lado, y "diseño inteligente" por otro, rechazan la primera posibilidad con un razonamiento QUE NO SE MOLESTAN EN APLICAR a la segunda posibilidad.
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En particular, los diseñistas hacen un cálculo (no justificado por ningún modelo estadístico EMPÍRICAMENTE razonable: simplemente asumen que, como hay cuatro "letras" en el ADN, cada lugar del genoma tiene 1/4 de probabilidad de estar ocupado por una letra, sin preocuparse LO MÁS MÍNIMO por averiguar si los procesos físicos que llevan a que los bichos tengan unos genes u otros hacen que, dados los genes de los progenitores, las probabilidades de tener esos mismos genes u otros un poco distintos sean mayores o menores; los diseñistas toman, en cambio, lo que he llamado el "modelo San Ildefonso de generación de datos", y no conciben que puede haber otros que lleven a probabilidades diferentes), cálculo que les lleva a la conclusión de que una cierta característica biológica tiene una probabilidad increíblemente baja (p.ej., que el flagelo bacteriano tiene una probabilidad de 10[e^(-1170)]), lo que consideran suficiente para afirmar que esa característica no ha podido surgir por azar (aunque, por otro lado, no conozco ningún argumento que demuestre que la característica no ha podido surgir por la combinación de diversos mecanismos legaliformes, con o sin combinación con el azar), y por lo tanto, ha debido surgir por diseño..Esto es literalmente tan ilógico como la historia de aquel rey medieval que, en un certamen de canto al que se presentaban dos juglares, exclamó, después de escuchar al primer juglar: "¡dadle el premio al segundo!". En fin, lo que la historieta pone de manifiesto es que hay que oir al segundo juglar, pues tal vez sea tan malo como el primero..En el caso del argumento del diseño inteligente, lo que falta es, precisamente, un cálculo paralelo al que se ha mostrado; es decir, además de calcular (preferiblemente de manera correcta, no con el "modelo San Ildefonso") la probabilidad de que por un proceso de mutación y selección natural surja un determinado gen o conjunto de genes, no hay más cojones que calcular de la misma manera la probabilidad de que al diseñador inteligente se le ocurra justo ese conjunto de genes..Al fin y al cabo, ¿qué QUEREMOS DECIR cuando decimos que algo es el resultado de un "diseño"? Pues no queremos decir otra cosa más que ese algo es el resultado de un proceso COGNITIVO, en el que el objeto cuya explicación estamos dando es el producto final, y en la etapa inicial del proceso existe un agente que ha elaborado un "diseño", es decir, un "plano mental" de aquello que quería construir. La teoría del diseño se basa en la afirmación de que la estructura de los seres vivos ha existido previamente en la mente de un diseñador. La pregunta es, por lo tanto, la siguiente:.
De todas las estructuras posibles que el diseñador podía pensar, ¿cuál es la probabilidad de que se le haya ocurrido exactamente ésa?.Los diseñistas tienen, naturalmente, una concepción mágica de la inteligencia, según la cual no hace falta ninguna explicación de por qué, ni mucho menos cómo, llega el diseñador a tener los pensamientos que tiene. Al fin y al cabo, ¿no es evidente para todo el mundo que uno piensa y se le ocurren cosas "con toda naturalidad", "sin ningún esfuerzo"?... Pues, obviamente, no; esa impresión subjetiva se debe solamente a que no tenemos consciencia de los complejísimos procesos que lleva a cabo nuestro cerebro para alumbrar una idea (a veces, cuando la idea final requiere resolver complicados cálculos y plantear cientos de deliberaciones, somo sun poco más conscientes del esfuerzo que una idea requiere, pero el Diseñador Inteligente es concebido como un superpensador, un Chuck Norris de la mente, al que se le ocurre el flagelo bacteriano con la misma facilidad con la que uno se rasca la nariz)..
Consideremos, p.ej., la probabilidad de que a alguien que no ha escuchado nunca la Pequeña Serenata Nocturna de Mozart, se le ocurra exactamente esa pieza. Imposible no es, porque, al fin y al cabo, al bueno de Wolfgang se le ocurrió. Si la piececilla parece facilona, considérese el hecho de que la obra tenía originalmente ¡cinco movimientos!, y uno de sus dos minuetos se ha perdido: pensemos en el problema de DISEÑAR el minueto perdido de la Kleine Nachtmusik. Es algo tan hercúleo e improbable como la tarea de escribir el Quijote de la que habla Borges. ¿Qué probabilidad hay de que, siguiendo el "modelo San Ildefonso", nos pongamos a rellenar negras, corcheas, fusas, etc., en una partitura en blanco, y nos salga ese dichoso minueto perdido? Tal vez no muchas más que la de que nos salgan los genes del flagelo bacteriano colocando al tuntún las cuatro letras del ADN ¡Pero el caso es que a Mozart sí se le ocurrió! ¿Es porque era "muy" inteligente? Por supuesto, en parte sí: tenía un talento musical incomensurable con el de la mayoría de nosotros, pero eso simplemente nos lleva a la cuestión de cuál es la probabilidad de que surja un cerebro como el de Mozart (lo que hay que multiplicar por la probabilidad de que reciba la educación e influencias musicales que recibió -si hubiera crecido en el profundo Congo, no habría compuesto Don Giovanni-, y por la probabilidad de que, de todas las obras que se le podrían haber ocurrido, fuese a dar con las que dio)..Naturalmente, una mente como la de Mozart no funciona concibiendo primero todas las piezas musicales posibles, y luego seleccionando las "adecuadas"; pero eso lo consigue gracias a que posee unas estructuras heurísticas que le hacen generar en principio sólo piezas "aceptables", y la probabilidad de llegar a poseer esas heurísticas es precisamente, tal como alegremente han demostrado también los diseñistas, es como mucho igual a la probabilidad de acertar por casualidad sin heurísticas (véanse los "teoremas no-free-lunch", o de "conservación de la información", teoremas que son igual de válidos para sistemas formados por bolas en una urna, como para sistemas cognitivos). En fin, la cantidad de información que necesitaríamos para "diseñar" (o mejor, componer) el minueto perdido de Mozart sería increíblemente grande, y la probabilidad de que encontráramos esa información, increíblemente pequeña..Así pues, la probabilidad de que la mente de un diseñador "encuentre" el diseño apropiado de un bicho entre todos los diseños posibles (o sea, la probabilidad de que el PROCESO por el que se ha llegado a esa estructura biológica es por la existencia de una mente que, además de tener que llegar a existir -¿con qué probabilidad?-, ha tenido que PENSAR esa estructura en particular, con o sin ayuda de heurísticas) no es necesariamente más alta que la probabilidad de que esa estructura surja sacando al azar del bombo de San Ildefonso las letras del genoma que conducirían a aquella estructura. Motivo por el cual, la tercera alternativa del "filtro explicativo" de los diseñistas ("el rasgo ha sido diseñado") debe ser eliminada por la misma razón que eliminamos la segunda: la probabilidad de que una mente haya encontrado ese diseño es TAN BAJA o más como que ese diseño haya surgido al azar..Lo que nos conduce, por otro lado, a reconsiderar el primer extremo del filtro: la explicación mediante leyes. Olvídate de San Ildefonso, y piensa en mecanismos causales legaliformes (dicho vulgarmente: leyes físico-químicas, para las que el azar está dado en las condiciones contingentes de su aplicación) que llevan a ciertas moléculas con mayor probabilidad que otras, y que, mediante procesos darwinianos, llevan a la existencia de ciertas réplicas imperfectas con mayor probabilidad que otras réplicas no idénticas (otros "alelos"): nada parecido a un bombo con probabilidad uniforme, sino más bien un "bombo trucado" (trucado según una ley, precisamente). Son estos los que hacen mucho más probable, y por tanto, más explicable, la existencia de estructuras biológicas..

Moraleja: como ya dije en otra entrada, los diseñistas creen erróneamente que la inteligencia antecede ontológicamente al orden y la complejidad (que SÓLO puede existir orden si ha surgido de una inteligencia preexistente), mientras que el conocimiento científico que tenemos sobre el mundo (y sobre la matemática, por cierto) nos lleva más bien a la conclusión exactamente contraria: no puede llegar a existir una inteligencia más que si previamente existen sistemas lo suficientemente complejos y ordenados, capaces de "soportar físicamente" las operaciones cognitivas en las que la inteligencia se basa. No es la inteligencia la condición de posibilidad del orden, sino que es el orden el que es la condición de posibilidad de la inteligencia..Enrólate en el Otto Neurath


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