Revista Opinión

Fantasía nacionalista para el PSOE reaccionario

Publicado el 05 septiembre 2017 por Vigilis @vigilis
Dice ahora el PSOE que España es plurinacional, declaración que creo que significa que en España coexisten varias naciones. Esto me causa muchos problemas por varios motivos: en primer lugar a mí me parece una invocación mágica, un sortilegio. No existe nada en nuestras leyes que apunten a las consecuencias del hecho nacional más allá del reconocimiento constitucional de la nación española (legalmente la única existente y os recuerdo que la ley tiene un pelín de importancia). En segundo lugar supone la autoubicación del PSOE en posiciones de extrema derecha a fuer de reaccionarias (lo digo porque asumo que estas naciones son "culturales", étnicas, religiosas o lingüísticas). En tercer lugar porque supone el desconocimiento total del significado de nación en el plano político: las naciones son construcciones normalmente de élites con intereses para construirlas (aquí fueron bien encaminados los marxistas en su crítica, desprecio y condena a la nación inventada. Si hoy existe algún marxista coherente me imagino que ve al PSOE como enemigo de clase). Se produce una paradoja insalvable en el momento en que toda nación es una construcción inventada y todo nacionalista dice que la nación es natural. En cuarto lugar el problema que me genera esto del PSOE es que alude a una cantidad mayor que uno pero no determina qué cantidad considera.
Fantasía nacionalista para el PSOE reaccionario
Ocultar el número de naciones que creen que hay en España sólo se puede deber a ignorancia, a ganas de marear, a que el tema en el fondo les da igual... todas las hipótesis apuntan a que nos toman por tontos. No hay otra forma de tomarse esto que como una ofensa. A ti y a mí nos están llamando imbéciles. No sé tú pero a mí no me gusta.
Aparecía el señor que vende trajes en Elcorteinglés en la caja tonta como soltando medio en broma acerca del número de naciones que hay en España «esto siempre me lo preguntan así que voy a responder», momento en que se agudizan los oídos. Hay una respuesta correcta a esa pregunta: en España hay una nación que es España, desde el punto de vista político y de contenido legal, es decir, desde un punto de vista no mágico solamente tenemos la nación española; respuesta que aunque correcta enfada a los medidores de cráneos y aficionados a la filosofía alemana. Cualquier otra cantidad enfada a distintos conjuntos —a veces superpuestos— de campesinos. La respuesta de Camisita Remangada fue «todas las naciones son España». Su seguridad en la respuesta me indica que está convencido de que somos imbéciles.
—¿Cuántas naciones hay en España, Pdr?
—Puedo decir lo que quiera sin ningún coste porque sois imbéciles. Es más mi respuesta es "sois imbéciles". Hale, a merendar.
(Y ningún periodista le tira el boli a la cara).
Los que sostenemos que las palabras tienen significado y que no descienden del cielo sino que además —especialmente en el plano político o filosófico— ese significado cambia y tiene una historia (el hombre tiene historia) estamos obligados a sentirnos muy ofendidos porque un señor que aspira a dirigir la nación (no es un fulano en un bar) nos falte al respeto de esta forma. Insisto con el tema y lo personalizo (puede que injustamente) en este señor para ser gráfico ante todos aquellos que piensan que el tema da igual. No da igual.
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¿Por qué no da igual el asunto? Porque estamos siendo testigos cada vez con mayor frecuencia de la invasión de la magia en la política. Muchos os dais cuenta de que cada vez hay más gente que delante de un micrófono suelta una retahíla de palabritas clave y se queda tan pancha. En el Congreso los debates se transforman en contiendas deportivas en las que se busca ese efecto de diez segundos para los totales de los noticieros. La política ya tiene mucho de montajes de video con sucesión de cortes muy rápidos para captar atención nivel salmonete. Los políticos lo saben, sus asesores lo saben, los productores de televisión lo fomentan... el lugar al que nos lleva esto no sé si es peor pero sí sé que es distinto.
Pensad por un momento que la mayoría de cosas que funcionan hoy fueron diseñadas en el pasado. Ahí tenemos los sistemas de pensiones de reparto que fueron diseñados en una época en la que la cantidad de pensionistas era muy inferior a la de cotizantes. Podía tener cierta lógica que diez trabajadores le pagaran la jubilación a un señor. Las cotizaciones podían ser bajas y más o menos el sistema funcionaba al margen del nivel de impuestos. Hoy ya se necesitan impuestos para completar las pensiones. Ahora pensad en la comunicación política: el sistema actual fue diseñado en una época en que la principal fuente de información era el periódico. Las crónicas de "jornada en las Cortes" exigían varios minutos de lectura concentrada. El funcionamiento del sistema hoy es el mismo pero la transmisión de información ha variado: hoy uno se informa cambiando rápido de canal y viendo un texto corto en pantalla o pasando la mirada sobre los grandes titulares en los kioscos. El emisor no profundiza y el receptor no se concentra. Debajo de la capa/nivel de comunicación el sistema funciona igual pero es inevitable que no pueda continuar haciéndolo.
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Entonces tenemos a sistemas viejos operando con nuevas reglas. Dicho de otro modo: procedimientos y funciones trabajan con precondiciones muy alteradas. Esto en ingeniería no suele ser buena práctica.
¿Me he desviado del tema? Todo está relacionado. El abuso de la magia (yo le llamo "magia" para que se me entienda, tiene muchos otros nombres) hace que el suelo que pisamos se vuelva cada vez más inestable. En un suelo inestable es complicado construir cosas que perduren.
Y ahí tenemos a niños que aprenden en clase mentiras sobre la historia (la historia acepta interpretaciones y debates pero no la negación de los hechos), a facultades que organizan jornadas de homeopatía (homeopatía es la estafa de decir que el agua cura enfermedades y ganar dinero con ello), a pedagogos raros que defienden que el profesor no puede mandar a sus alumnos o que el vínculo emocional entre profesor y alumno debe ser el fin de una maestría y no algo colateral que puede resultar de ayuda en un momento dado, grupos de presión cuyo fin no es la mejora de sus concidiones materiales de vida sino obligar a todo el mundo a variar nuestro comportamiento para no ofender, todo el ideologismo barato (frases de sesenta céntimos) que suelta cualquier gañán con ínfulas. Todas estas cosas son un manto de oscuridad.
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Alguien puede argumentarme que la oscuridad, la ignorancia, la servidumbre, el miedo y el desarme son cosas buenas. Yo creo que no son buenas (¿os parece evidente que no son buenas?). Ahora bien, explicar por qué estas cosas no son buenas requiere de un tiempo de lectura concentrada. La defensa del logos frente al mito empieza con un dos cero en su contra. Es terrible.
—¿Cuántas naciones hay, Pdr?
—Todas son naciones.
—¿Y cuántos cafés van a querer los señores?
—Todos.
—¿Cuántos afluentes tiene el Tajo?
—Todos son afluentes.
A ver, me parece evidente que en la bobadita del PSOE está funcionando esa aproximación alemana a la nación (esa dañina noción fichteana de nación, que por cierto Fichte antes de "ver la luz" se consideró francés porque Francia aparentaba ser una república de leyes, luego se tomó una salchicha y una cerveza y cambió de idea). Esto siginifica que el número de naciones en España es preexistente, natural y por tanto debido a la acción de una suerte de demiurgo. ¿Todas empezaron al mismo tiempo? ¿Alguna está todavía en proceso formativo y en consecuencia no podemos cerrar el catálogo de naciones? El nacionalismo étnico normalmente atribuye religión, raza y lengua como principales características nacionales. ¿Dividimos administrativamente España en religiones, razas y lenguas? ¿En subconjuntos sobrepuestos de estas características? ¿O quiere el PSOE limitarse a llamar naciones a las divisiones administrativas españolas? Si es así, ¿qué implicaciones legales quieren que tenga eso?
Es que es tan tonto el tema y se publicita tanto la tontería que podríamos estar gastando energía discutiendo sobre las anémonas hasta el fin de los días. Igual es eso lo que se busca: el inane debate infinito para la satisfacción inmendiata. El problema de esto es que mientras nosotros nos dedicamos a la tontería hay otros señores ahí fuera que nos comen la merienda.
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