Revista Cine

Father's Day

Publicado el 03 abril 2012 por Diezmartinez

Father's Day
Dicen por ahí que tengas cuidado con lo que pides, que te será concedido. Hace varias semanas me enviaron un amable correo electrónico ofreciéndome un screener de Father's Day (EU, 2011), la más reciente película producida por la casa especializada en cine de serie Z Troma. Por supuesto que acepté el envío. Y digo por supuesto porque, aunque no soy un gran fan de este cine baratón y sanguinolento, sí tenía mucha curiosidad por ver una cinta "grindhouse" original, no imitaciones recientes como el desigual díptico de Rodriguez-Tarantino (Grindhouse/2007). El screener me llegó con una carpeta llena de advertencias: que la película es violenta, que es de mal gusto, que  es vulgar... ¡Por supuesto!: si se trata de la misma compañía que produjo El Vengador Tóxico (Herz y Kaufman, 1984) o Tromeo y Julieta (Kaufman y Gunn, 1996), no se podía esperar otra cosa. De hecho, esperaba todo eso que presume la hoja de publicidad y más y no me defraudo: desde canibalismo hasta violaciones anales pasando por el gore-fest más o menos esperado. Pero, insisto: ¿no se trata eso cualquier filme (in)decente realizado por la legendaria Troma? Dirigido, escrito y hasta actuado por el colectivo Astron-6 (es decir, el grupo de cineastas canadienses debutantes Adam Brooks, Jeremy Gillespie, Matthew Kennedy, Steven Konstanski y Conor Sweeney), he aquí la demencial historia de un tal Chris Fuchman (Mackenzie Murdoch), una suerte de demonio que anda suelto y matando a todos los papás que se le cruzan en el camino. Y no sólo los mata, habrá que decir: los viola, los destaza, se los come y hasta mastica en primer plano su... Ok, véalo usted mismo (o no lo vea, si le da asquito -a mí me dio, pero seguí viendo). Los encargados de detener a este perverso masticador de salchichas paternas serán el atormentado tuerto Ahab (Adam Brooks), el joven prostituto Twink (Conor Sweeney) y el determinado sacerdote John Sullivan (Matthew Kennedy). Lo que veremos, pues, durante los 100 minutos de duración de esta desvergonzada afrenta al buen gusto, es un carnaval de sangre, violencia y sexo hetero/homo/sexual que no conoce decencia -ni lógica- alguna ni tampoco quiere conocerla.  Lo único que lamento es no haber visto Father's Day en el mejor escenario posible: en alguna función de medianoche, con un público preparado para ver vulgaridades extremas. Es en este tipo de películas cuando se extraña la ceremonia comunal/tribal de ir al cine con los amigos para comer palomitas, gritarle a la pantalla y echar relajo. Para eso sirven películas como Father's Day. Y sirven, sospecho, bastante bien. 

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