Revista Opinión

Feminazismo. Cuando una buena idea se corrompe.

Publicado el 31 octubre 2015 por Alberto Alberto Rodriguez Garcia @albertoalmundo

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No me desagrada la definición del término FEMINAZI que propone esa imagen. Pero yo la haría extensiva a cualquier individuo, no sólo mujeres. Simplificando, yo diría que un feminazi es un feminista radical que impone al hombre unas reglas discriminatorias, bajo la etiqueta general de “Discriminación Positiva” y que se basan en una supuesta inferioridad de la mujer.

Este concepto tiene unas implicaciones y consecuencias muy importantes y negativas:

1) El feminismo radical; de ahora en adelante, “feminazismo”; aunque no lo acepte, da por hecho que la mujer es realmente inferior al hombre en términos generales y por eso necesita una defensa especial. Esa defensa, ha llegado a convertirse en un claro ataque al hombre. Paradójicamente, el feminazismo va en contra de los primeros movimientos feministas, que intentaban promulgar una igualdad entre hombres y mujeres.

2) Como, evidentemente, la mujer no es inferior al hombre en términos generales, esas reglas impuestas por el feminazismo son absolutamente injustas con el hombre, que sin ser más poderoso que la mujer, se ve sometido a un trato desigual por parte de la ley, la justicia y, por extensión, la sociedad, extraordinariamente “hipnotizada” por el movimiento feminazi.

3) Es muy grave que en un sistema de justicia general se acepte una ley que es de partida injusta, sólo por el simple hecho de que las leyes vigentes y/o su aplicación no han sido suficientes para solucionar un problema social grave. La llamada “Discriminación Positiva” no tiene pues, nada de positiva. En todo caso, es aún más negativa por la carga de hipocresía y de injusticia que conlleva.

4) Las consecuencias generales de la aplicación de estas leyes, impulsadas por el movimiento feminazi, es que las mujeres siguen siendo violentadas y los hombres están siendo arruinados económica y personalmente. Concretamente existen las siguientes situaciones:

– Muchos hombres en la actualidad están también siendo maltratados por sus parejas pero lo sufren en silencio, por el desamparo legal que existe y por el miedo a las represalias de sus parejas, que gracias a estas leyes injustas, le pueden dar la vuelta a la situación muy fácilmente. Al mismo tiempo, estas situaciones no trascienden apenas por el miedo a la incomprensión popular de ser maltratado por una mujer. Pero en definitiva, psicólogos y psiquiatras expertos aseguran que la violencia no es patrimonio exclusivo del hombre.

– Otros tantos hombres sufren las injusticias de esas leyes, cuando, por ejemplo, una mujer puede denunciar a un hombre de maltrato sin tener que demostrarlo; es el hombre que tiene que demostrar su inocencia… Es puro barbarismo medieval.

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– Se cree incluso que el nivel de suicidios masculinos en los últimos años por estas leyes injustas ha aumentado exponencialmente. Lo que lo equipararía o, incluso superaría, al número de mujeres asesinadas a manos de sus parejas.

– La propia desesperación personal a la que son sometidos socialmente estos hombres incrementa asimismo el nivel de violencia hacía sus parejas. Es decir, en lugar de rebajar el nivel de “violencia machista”, estas leyes injustas incluso lo incrementan.

– Estos son datos que al feminazismo, a las entidades políticas y otros grupos de interés, no les interesa airear; en parte por ignorancia, en parte por hipocresía, en parte por intereses económicos (millones en subvenciones en planes de apoyo a estas leyes injustas) y en parte por obstinación y puro complejo de inferioridad de una parte de las mujeres de esta sociedad, las potenciales feminazis que seguirán alimentando este movimiento y convenciendo a algunos hombres muy débiles y manipulables.

– Para acabar, un tema que parece no relacionado pero que lo está y mucho: El auge del aborto en las sociedades modernas se debe en gran medida al feminazismo que lucha sin tregua para que los niños aún no nacidos sean considerados “basura orgánica”, que se puede despreciar sin contemplaciones. Es un genocidio real, impulsado esencialmente por este movimiento que, como dije antes, está fundamentado en un terrible complejo de inferioridad respecto del hombre y que, en el campo de la sexualidad, necesita ponerse al mismo nivel que el hombre: “Si el hombre puede gozar libremente de su sexualidad, nosotras también podemos ser igual que ellos”… Ese es su estúpido eslogan interno, que oculta la verdadera necesidad de re-educar a los hombres en el plano sexual, en lugar de imitarlos sin tener realmente esa misma necesidad sexual (que no la tienen, por mucho que “berreen” lo contrario).

En fin, esto es todo… Mientras tanto, muchas mujeres siguen siendo violentadas y asesinadas por sus parejas y muchos hombres siguen siendo objeto del mismo maltrato sin poder acudir a la justicia y otros, siendo culpados injustamente por mujeres desquiciadas que usan y abusan de estas leyes injustas. Muchos de ellos recurren al suicidio ante tal desamparo. Mujeres y hombres son víctimas, ya no de los problemas normales entre parejas, sino de la estupidez y la ignorancia de una sociedad que se deja llevar por lo aparente, sin analizar objetivamente el fondo de los problemas sociales ni las soluciones propuestas.


Feminazismo. Cuando una buena idea se corrompe.

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