Revista Insólito

Ferrocarriles de Vía Estrecha

Publicado el 24 septiembre 2012 por Monpalentina @FFroi
El periodista José Pérez Llorente, fue colaborador asiduo y promotor de nuestra revista literaria "Pernía".
Recuperamos aquí, cuatro curiosas hitorias sobre el ferrocarril, de lo que él sabía tanto y que recogíamos como homenaje en el último número de nuestra revista, que con una tirada de 500 ejemplares salió a la calle en enero de 1989.
La curiosa historia de los ferrocarriles de Vía Estrecha

Ferrocarriles de Vía Estrecha
Por José Pérez Llorente
La historia de los ferrocarriles españoles es muy curiosa, llena de anécdotas y cargada de intereses partidistas, en contra de los intereses de la población, con un final caótico. Lo más triste es que pocos historiadores se han atrevido a abordar el tema con sinceridad. No han querido enterarse que el ferrocarril, que una línea ferroviaria, es el resultado del caprichoso político de turno; que otro político influyente venía detrás y, en lugar de negarle la petición, le concedía un ramal. Tantos ramales tiene nuestra red, que es lo más parecido a una cuadra, según la opinión de un humorista de la época.
Nuestros ferrocarriles tienen dos redes: la primera y la segunda, la de ancho normal y la de vía estrecha. el montaje de la segunda red empezó a estudiarse a finales del siglo XIX, hace más de cien años. Estos ferrocarriles vecinales, de interés local o "secundarios", que es como se les conoce, estaban ideados como la unión de la carretera o zonas de producción con el ferrocarril de ancho normal. Aquello fue una de las grandes equivocaciones, uno de los más grandes errores históricos que ha padecido este país. La construcción de ferrocarriles de Vía Estrecha fue tomada en Bilbao con una gran seriedad; aquí, en Castilla, el tema estaba en posesión de los inmobilistas, del cacique de turno, que pedía líneas ferroviarias para quedar bien y luego se olvidaba de todo.
Al trazado ferroviario español le falta seriedad, es alocado y desconcertante, como lo han tildado en las Cortes los políticos de la oposición. Estos han señalado, tanto en el Congreso como en el Senado, que lo mejor que podía hacerse con la red ferroviaria era arrancarla de cuajo y construirla de nuevo con vistas a la producción regional, y atendiendo a las comarcas que más lo necesitan. Nuestra red ferroviaria, según los políticos de entonces, está rematadamente mal hecha.
La primera concesión de ferrocarriles de Vía Estrecha corrió a cargo de gentes de Bilbao. Fue el ferrocarril de La Robla a Valmaseda, cuyas obras se terminaron en cuatro años. Una petición del ingeniero, vecino de Bilbao, Mariano Zuaznavar, el 9 de Diciembre de 1890. Ferrocarril que circula en la actualidad como ejemplo de la seriedad de unos hombres de empresa que tenían confianza en lo que hacían. El mismo año se había concedido la línea de Bilbao a Portugalete. Ignacio Llamazares, vecino de León, con fecha 16 de Mayo de 1892, consiguió la concesión del ferrocarril de La Robla a Astorga y José Verardini, el 27 de Junio de 1895, el de La Robla a La Magdalena.
Avispado palentino al que se le concedieron 6 líneas ferroviarias
El más ilustre y avispado fue el palentino Manuel Bellido y González, quien animado por la codiciable subvención que daba el Gobierno a los constructores ferroviarios de segundo orden[1], tomó con cariño lo de las líneas y consiguió unos buenos intereses. La subvención, como mínimo, era del 25 por ciento del presupuesto. Por entonces, los presupuestos se inflaban de una manera descarada y la subvención que se recibía era astronómica en relación con el gasto verdadero de la obra. M Bellido, en un solo año (1908), consiguió la concesión de 6 líneas ferroviarias: Palencia a Villalón,/ Medina de Rioseco a Palanquinos,/ Medina de Rioseco a Villada por Villalón,/ Benavente a Puebla de Sanabria,/ Palencia a Carrión de los Condes y Villalpando a Villanueva del Campo. La norma que por entonces llevaba el Estado era la de facilitar la construcción de Ferrocarriles de Vía Estrecha y para ello trataba de asegurar a las empresas unos cómodos beneficios líquidos. Facilidades de las que algunos avispados se aprovecharon, enriqueciéndose por ello muchos comisionistas.
Un rotundo fracaso
Hubo un ferrocarril de Vía Estrecha que se construyó con muchas ilusiones, siendo su explotación un rotundo fracaso. Se trata del ferrocarril de San Cebrián de Mudá a Cillamayor, concedido con fecha 11 de marzo de 1887. Se construyó sin subvención por parte del Estado, ante las ilusiones de sacar provecho de las ricas y abundantes minas de carbón. Su construcción fue muy cómoda, sin apenas accidentes topográficos. Lo desconcertante fue que las esperanzas de las ricas minas se vinieron abajo, ya que los números de la producción estaban inflados, como era norma en aquella época, y el carbón que en realidad se extraía, apenas cubría los gastos de explotación. Ferrocarril que apenas tuvo quince años de vida, víctima de un error de cálculo y del abandono.
Imagen: Revista Vía Libre

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