Festivalear es la solución

Foto tomada de ffffound.com

Todos los teléfonos que esperan tu llamada están ardiendo Quique González

Puedo escuchar una y otra vez el mismo disco si eso me garantiza un buen momento. Aprendí que el pop ya no era el enemigo cuando las viejas estrellas del rock, pre-ancianos ellos, desfilaban por los festivales de moda de España. Evidentemente, no hablo del FIB, conciertos seriados para gafapastas seriados que creen en el sintetizador sobre todas las cosas, pero no han oído hablar de Pink Floyd. Me gustan los festivales de música, me gusta la eterna pausa que se marca desde el momento del acceso -pulsera en la muñeca- hasta la despedida, con resaca, con sueño, con momentos inolvidables en la cabeza. Y sin pulseras en las muñecas, claro. Las tiendas de campaña ondean al ritmo básico de las baladas clásicas. El mismo verano terminando. Aquellos besos que no pudiste dar porque quizá no era el momento o porque quizá vivíamos terriblemente equivocados. Puedo aprenderme de memoria cualquier canción que me garantice un buen momento. Un concierto. Un festival en la cálida orilla del Atlántico. Unas gafas de pasta o de rock, puede que la diferencia se encuentre, simplemente, dentro de ti. Y punto.