Revista 100% Verde

Fiabilidad alemana

Por Cooliflower
Fiabilidad alemana

Fiabilidad alemana

27 de septiembre de 2015

Una de las grandes referencias en vehículos del mundo, Volkswagen, nos ha estafado. En vez de reducir emisiones, modificó sus vehículos para engañar a los aparatos que miden la contaminación.

Estamos dolidos, timados, sorprendidos... ¿Un acto de flagrante de picardía, y no se ha perpetrado por un tipo apellidado García, o Esposito? A los pueblos latinos nos escandaliza un timo venido por parte de los teutones; los tenemos por personas respetables, sin la picardía inherente a la siesta, la que nos impele a robar tanto el wifi como las novias. ¡Alemanía, en cambio, es segura, cabal; el gran referente en especificaciones ecológicas!

A los norteños los vemos altos, rubios y rectos, con ese salero que les hace bailar salsa y técno al mismo compás. Ellos no se colarían en la cola del súper, guardarían turno con una lista de la compra en hoja de Excel. Respetamos todo lo germano por motivos de rara educación. No se sabe muy bien por qué campaña de marketing hereditario, nos adoctrinaron en la fiabilidad alemana. "Si es alemán, es bueno" era una frase de todo padre-cuñado, tal que "si te metes en el agua se te va a cortar la digestión", era propiedad materna.

Con las canas nos hemos vuelto algo más desconfiados que nuestras familias... la hemeroteca de la la historia reciente (Merkel, no te amamos) es, como mínimo, para cuestionarse lo incuestionable. Fiables, lo que se dice fiables... digamos que saben sacar partido de las situaciones, o como dirían en Castilla, son expertos en estar "al caldo y a las tajás". (Disculpen, no se trata de hacer campaña contra todo lo alemán, es sólo que nos sentimos como el niño que aprueba por los pelos, justo cuando pillan al alumno aventajado copiando. Ñe, ñe, ñe...).

Quizá si el tiempo destinado al engaño, lo hubieran dedicado a trabajar un motor más eficiente, la tecnología tendría un sentido práctico. Cuando la forma se vuelve espectáculo inútil, los objetos pierden su función. En ecología, estas triquiñuelas son operaciones de cirugía plástica inútiles, a la par que ridículas. Sería como si un hombre se colocase un implante en los gemelos para lucir pantorrillas, y con esto pretendiera participar en unas olimpiadas.

-Alemanes, no nos falléis... En asuntos ecológicos el mundo desconfiado necesita fiabilidad, hoy más que nunca-.
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