Revista Libros

"Fidelity" de Anabel Botella

Publicado el 01 mayo 2016 por Librosquevoyleyendo @librosqvleyendo

Esta novela me ha traído muchos recuerdos. Es una historia de amor, pero no sólo amor carnal como se diría vulgarmente, exalta el amor por la literatura, por la música, por los sueños y por los anhelos. También muestra las inseguridades propias no sólo de la edad de los protagonistas también de todo mortal. Comprobaremos que los celos pueden ser en ocasiones enfermizos y muy destructivos, desatando la locura.

Lu, la protagonista, tiene un programa de radio en el que habla del amor, de literatura. Marcos siempre lo escucha a pesar de lo que le pueda decir la gente que tiene a su alrededor. En ocasiones hablar de libros y de amor se etiqueta de ñoño. Qué pena que existan tantos clichés. Este aspecto es uno de los que más me ha enganchado al principio y es que tengo que decir que he vuelto a mi adolescencia: cuando ya rozando la medianoche encendía la radio y me ponía a escuchar Océano Pacífico presentado por María Quirós y donde los navegantes nos endulzábamos los oídos con citas de Benedetti, acompañada de una buena música y lanzando botellas al mar como hace Lu. Escribía hasta la madrugada millones de versos que evocaban melancolía, anhelaban el amor y sueños aún por cumplir. O leía a Pablo Neruda y a Bécquer, autores que me engancharon al placer de la escritura. Me extasiaba como lo hace Lu con sus sueños para caminar por el sendero de baldosas amarillas. Para evadirse a un lugar imaginario dónde todo es posible y que como en Oz en nuestro camino descubrimos que todos tenemos miedos o nos falta valor pero que con el apoyo necesario podemos llenarnos de todos ellos y ser simplemente nosotros mismos; porque somos únicos. Poco a poco vamos creciendo y en ocasiones nos olvidamos de soñar, de que la música acompañe nuestro camino. Simplemente nos involucramos en una rutina de la que nos cuesta escapar. Por eso Lu y Marcos nos lo vuelven a recordar. Anabel apoya todo esto con muchas citas entre ellas destacar la de Pablo Neruda:

"Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños".

Una premisa que nadie tiene que olvidar.

Pienso que las casualidades no existen. Soy de las que opina que las cosas ocurren por algo y que es el destino quien nos pone determinadas pruebas en el camino, que nos conduce de una forma u otra a toparnos con determinadas personas o acontecimientos y si somos demasiado despistados de vez en cuando nos lo vuelve a recordar. Así Lu y Marcos terminan encontrándose, no sin antes sortear distintas dificultades.

Ya que Oz es un hilo conductor para la trama destacar que también existe una "bruja". Un personaje muy bien definido que vamos conociendo a pequeñas pinceladas y que desata todo su poder a medida que se alcanza el final de la historia. Destacar aquí que existe un puntito algo sádico jajaja, porque no todo es amor y felicidad, sin tensión no hay emoción.

Los personajes principales se van conociendo poco a poco, según van avanzado van madurando, evolucionando. Los iremos conociendo por medio de la narración, pero también de sus propios pensamientos y por medio de mails que van intercambiando. Lo que hace unido a unos diálogos ágiles y una narración que no se detiene una lectura más amena, especialmente para el público al que va dirigido. Entra más de lleno a los más jóvenes algo que puedan leer que no les diste demasiado de la realidad en la que se mueven día a día.

Es una historia de amor con sexo incluido. Tengo que destacar en este punto que por explícito que sea no cae en la tónica a la que nos tienen acostumbrados muchas novelas juveniles: ni hay nada forzado, ni humillante, ni se enamora del malote porrero ni nada de eso. Es simplemente un amor adolescente, lleno de matices, un amor normal. Aunque no es lo único que nos encontraremos en la historia, pero para averiguarlo hay que leerlo.

Con gran cantidad de referencias a la literatura (como ya he apuntado), a autores de hoy y de siempre, sin olvidar el cine ni la música.

Por tanto una lectura para todos los públicos porque los adultos debemos recordar en ocasiones ese espíritu que nos hacía comernos el mundo.


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