Revista Opinión

Fiebre inaugural

Publicado el 31 marzo 2011 por Sergio

Algunos dicen que en campaña (o pre-campaña o antesala de la pre-campaña) electoral a los políticos les entra la fiebre de la inauguración, y se equivocan solamente en el sentido que dan a la palabra fiebre, literalmente es eso lo que les pasa, una enfermedad. Esta fiebre llega como estornudo al alérgico en primavera, pero su antihistamínico es la cinta de tela con la bandera patria.

Esta fiebre afecta a todos por igual, pero algunos están más perjudicados que otros. Casos extremos son los que Camps inaugura la maqueta de un hospital, Fabra un aeropuerto sin licencia de vuelo ni aviones, Esperanza Aguirre el ala de un hospital con la mitad de las plantas llenas de operarios trabajando y hasta el ascensor número mil de un plan de eliminación de barreras arquitectónicas. Estos delirios provocados por altas fiebres se son aun más palpables cuando hacen alguna declaración.

Carlos Fabra:“Hay quienes dicen que estamos locos por inaugurar un aeropuerto sin aviones, no han entendido nada. Durante mes y medio cualquier ciudadano que lo desee podrá visitar esta terminal o caminar por las pistas de aterrizaje, algo que no podrían hacer si fueran a despegar o a aterrizar aviones”. (escúchalo)

¡Que mejor que levantarse un domingo e irse a pasear con la familia por las pistas de aterrizaje de un aeropuerto!.

Un respeto a las cana!

Si por algún casual se diese el caso en que una instalación está lista y disponible por un periodo superior a seis meses vista de las elecciones, esta se cierra hasta que el pliego de condiciones por riesgo de plaga de cangrejo americano (cojo aire) este firmado por un técnico especialista en este tipo de plagas.

Esto no sólo pasa en ciudades, en mi pueblo inauguraron un gimnasio y después del corte de cinta y que el cura diese la bendición a las bicicletas estáticas, invitaron al pueblo a una parrillada de choricillos y panceta. ¡No vaya a ser que no se utilicen las instalaciones!.

La cosa es que nos venden su trabajo hecho con nuestro dinero, dinero que sale de nuestros impuestos. Se felicitan por cumplir con su obligación, obligación hecha tarde, mal y con fines egoístas.

Los únicos que sacan partida a esto son las tiendas de retales que venden metros y metros de “tela para inauguraciones”.


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