Fiesta

La fotografía que ilustra la entrada de hoy, muestra a los cinco jóvenes que presuntamente -para ser políticamente correcto- cometieron una violación masiva a una muchacha en Pamplona durante los pasados sanfermines. Los hechos tuvieron lugar a las seis y algo de la mañana, y poco tiempo después, se cruzaron mensajes entre otros componentes del grupo, con relación a estos hechos, no faltando los calificativos de satisfacción por el tipo de fiesta que estaban viviendo.

Se conoce que uno empieza a ser viejo; una celebración que se extiende hasta más allá de las seis de la mañana, en la que manadas de gente -de todas las edades- se apelotona en calles atestadas, en las que no se puede apenas acceder a los establecimientos de hostelería, donde se bebe en vasos de plástico mientras se tropieza con borrachos -también de todas las edades-, no es el ideal de fiesta para mi. Se echan de menos las noches gijonesas, próximas al fin de semana, con caras conocidas entre los pocos comensales del restaurante, mientras se agradece el abrigo del local. Poco después, escucha uno la voz de Julio -¿copita?- mirando de reojo la esquina de la barra en la que un parroquiano apura el penúltimo trago con el rictus de una sonrisa amarga.