Revista África

Fiesta de los mártires de Uganda

Por En Clave De África

Fiesta de los mártires de Uganda(JCR)
La primera vez que puse el pie en Uganda, en 1984, la Iglesia católica del país se estaba preparando para celebrar el centenario de sus mártires. Recuerdo que la historia me impresionó, a los 24 años uno tiene la capacidad de asombrarse que después los años van erosionando y uno tiene que luchar para que no desaparezca. Hoy, 3 de junio, se celebra la festividad de San Carlos Lwanga y sus compañeros mártires: 22 jóvenes que dieron su vida por su fe entre 1984 y 1986.

Los primeros misioneros que evangelizaron Uganda fueron los Padres Blancos, fundados por el cardenal Lavigerie. El padre Simeon Lourdes (a quien los nativos apodaron “mapera”, corrupción del “mon père” con que el hermano se dirigía a él) y el hermano Ammans llegaron en barco desde Tanzania, en el sur, en 1881, y fueron a recalar a la corte del rey Mutesa, el monarca absoluto de los Baganda, la tribu mayoritaria del país. Aquellos eran años en los que el colonialismo hacía grandes avances en el interior del África negra y árabes, franceses y británicos se disputaban el poder de influir en el círculo de poder del “kabaka”, como el rey era conocido entre sus súbditos. Los protestantes anglicanos de la Church Missionary Society habían llegado dos años antes de los católicos, y el rey intentó explotar sus rivalidades para su propio interés. De hecho, uno de los primeros encontronazos que el kabaka tuvo con los misioneros fue cuando les pidió armas de fuego y éstos le dijeron que ellos no tenían ni querían tener.

Apenas un año y medio después de su llegada los misioneros optaron por retirarse momentáneamente del lugar ante la percepción de que se encontraban en verdadero peligro de muerte. Detrás dejaron a un nutrido grupo de catecúmenos, sobre todo entre los jóvenes pajes de la corte del rey Baganda. Cuando regresaron, al cabo de dos años, su sorpresa fue mayúscula al ver que el número de catecúmenos había crecido y que algunos de los jóvenes que habían sido instruidos en el catecismo antes de su partida eran ahora catequistas y líderes de las incipientes comunidades cristianas. Al frente de ellos se encontraba Carlos Lwanga.

Mutesa había muerto y le había sucedido su hijo, el voluble y caprichoso Mwanza, para quien en poco tiempo la nueva religión se convirtió en una amenaza que ponía en jaque su autoridad absoluta. Se dio cuenta de ello cuando sus jóvenes pajes instruidos en el catecismo se negaron a acceder a sus deseos de dormir con él. Por lo visto, el hombre era un pederasta de primera categoría y no se privaba de nada. Pero lo que colmó el vaso de su paciencia fue cuando un joven funcionario de su corte, de nombre Joseph Mukasa Balikuddembe, se atrevió a recriminarle en público cuando el kabaka dio orden de matar al obispo Hannington, un anglicano del que habían llegado noticias sobre su inminente llegada a la corte del rey. Joseph Mukasa murió atravesado por infinidad de lanzas delante del rey. Un católico que murió por defender a un protestante al que, por cierto, sólo conocía de oídasstrong>. No sería el primer caso de ecumenismo práctico. De hecho, los 20 jóvenes católicos que murieron en la hoguera de Namugongo el 3 de junio de 1885, dieron su vida por Cristo junto con muchos otros cristianos ugandeses de fe anglicana. Un sencillo monumento erigido en el lugar exacto donde fueron martirizados, en el recinto del santuario protestante de Namugongo –a pocos kilómetros de donde se encuentra el santuario católico- recuerda aquella gesta.

Todos los años, el 3 de junio, Namugongo se llena de miles de devotos que acuden a celebrar esta jornada tan significativa, no sólo para los ugandeses, sino para todos los cristianos de África. Personalmente, me llama la atención que después de tan sólo dos años y pico de evangelización hubiera ya cristianos dispuestos a entregar su vida por la fe que recibieron. Desde entonces, una de las tradiciones de la Iglesia de Uganda –y de muchos otros países africanos.- ha sido el hecho de que se trata de una iglesia fundada en los laicos, sobre todo en los catequistas que siguen siendo los verdaderos líderes de tantas comunidades cristianas donde los mártires de Uganda siguen siendo su fuente de inspiración.


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