Fiesta “rave” en Getafe: Dos muertos

La voz de alarma la dio una pareja que paseaba por el Camino de la Finca del Marqués. Ambos se cruzaron con un chico, Pablo E. L., que deambulaba con evidentes síntomas de embriaguez y de haber consumido drogas. Al preguntarle si necesitaba ayuda, el joven les respondió de forma agresiva, por lo que siguieron su ruta. Cuando regresaron sobre las seis de la tarde lo encontraron tirado en el suelo en posición fetal e inconsciente, y llamaron al 112. Cuando la ambulancia del Summa y la Policía llegaron al lugar de los hechos, sólo pudieron confirmar la muerte del chaval, que no presentaba signos de violencia. En ese momento, un grupo de jóvenes se acercaron a los agentes y les informaron de que eran amigos del fallecido y que lo estaban buscando porque no habían tenido noticias suyas ni de tres conocidos más desde el sábado, cuando se celebró la «rave».

A finales de los años 1950 en Londres comenzó a utilizarse el término "rave" (en castellano, literalmente, "delirar") para describir las "fiestas bohemias salvajes" que tenían lugar en los ambientes beatniks del Soho londinense. En 1958 Buddy Holly grabó el éxito "Rave On", en el que se refería a la lucra y el deseo de que el frenesí no terminara nunca. La palabra "rave" comenzó a ser utilizada posteriormente por la creciente subcultura joven mod de los primeros años 1960 como una forma de describir cualquier fiesta salvaje en general.

La fotografía de la entrada ilustra el edificio abandonado de Getafe en el que se celebró la fiesta en cuestión, que terminó con la vida de dos chavales jóvenes, por consumo abusivo de drogas y alcohol.

La permisividad en los horarios facilita este tipo de comportamiento social; actualmente es extraño ver locales de ambiente con clientes antes de las dos o de las tres de la mañana, establecimientos especiales aparte, por supuesto. A las doce de la noche tampoco resulta extraño que un grupo de jóvenes pretenda cenar en un restaurante, y los servicios de comidas rápidas, del perfil de hamburgueserías o Kebaps, permanecen abiertos hasta altas horas de la madrugada.

Este comportamiento, esta representatividad de los “after hours” en el conjunto de las actividades hosteleras, empieza a resultar peligroso para la salud de sus habituales, y noticias como la de hoy, se multiplican. Desde este espacio hemos insistido siempre en que la educación en la disciplina del esfuerzo, del trabajo y del respeto, devolvería a sus cifras habituales estas celebraciones y el número de personas que las frecuentan.