Revista Cine

‘Final Fantasy X’ – Una década después, el mejor juego de la saga

Publicado el 22 agosto 2012 por Cinefagos

258976-final_fantasy_x

No soy un gran fan de los videojuegos. Aunque todos los meses suele caer alguno, es más para mi novia, una jugosa empedernida que se conoce todas las franquicias, personajes, técnicas, compañías, motores gráficos y noticias relacionadas con toda la industria. Sin embargo, esto no quiere decir que de vez en cuando no encuentre juegos increíbles que te atrapan por completo, y si logran engancharme a mí, que padezco de una incapacidad crónica para concentrarme en lo que me aburre, tienen que ser muy buenos.

Portal, Uncharted o los Final Fantasy son algunas de esas franquicias que han logrado tenerme entretenido frente a la pantalla en los últimos años. En el post que nos ocupa, nos centraremos en la saga de RPG japonesas que hace años marcó una revolución pero que desgraciadamente se ha prostituido hasta límites inimaginables, mutilando su propia idea y estirándola hasta que ya no da más de sí. Pero también hablaremos de uno de sus mayores aciertos en su larga historia, la décima entrega protagonizada por un jugador de Blitz egocéntrico y un mundo asolado por la muerte llamado Spira.

final-fantasy-vii-cloud-midgar

Final Fantasy tuvo su máximo éxito de público y crítica con su séptima entrega, cuando Cloud y sus compañeros recorrieron el mundo para salvarlo del malvado Sephiroth. Final Fantasy VII contaba con una historia acerca de un planeta que estaba de hecho vivo y que sufría ante cada herida que le inflingían los humanos. Con sus aciertos y sus errores, el juego se convirtió en una pieza de culto bastante disfrutable, traumatizando a los jugadores con la muerte de Aeris y también, con su pésima traducción al español. Desde que sus gráficos empezaron a quedarse atrás en medio de una revolución que continúa imparable en estos momentos, los seguidores han pedido un remake del propio videojuego para adaptarlo a los nuevos tiempos. La propia compañía ha sopesado esta posibilidad en numerosas ocasiones, y aunque sentaría un peligroso precedente en una industria aún joven y llena de energía e imaginación (mirad lo que han hecho los remakes a Hollywood en los últimos años) la han descartado a corto o medio plazo.

La realidad es que una nueva adaptación de su famosa entrega sería un buen seguro en caso de que la compañía se encontrase en apuros económicos, así que es mejor no gastar esa carta a la ligera.

Pero mientras Final Fantasy continuaba generando éxitos (un poco decepcionante el octavo, maravilloso e imaginativo el noveno) llegaba el momento de dar el salto a la siguiente generación de consolas, la Playstation 2. Eso supondría no sólo un gran cambio en el aspecto visual, sino también, podía proporcionar muchísimos más recursos narrativos y lúdicos. Por primera vez, la tecnología de la nueva consola hacía posible que actores de doblaje pusieran su voz a los personajes, en vez de un texto impreso en pantalla que hasta entonces era todo lo que teníamos. También, permitió un sistema de relevos que permitía al jugador utilizar a todos los personajes en estos combates de estrategia por turnos que hasta ahora sólo habían permitido la participación de tres personajes simultáneamente. (Era un poco cutre ver cómo los guionistas buscaban excusas para justificar que no pudieras tener más de tres a la vez). Pero además, supuso la llegada de una de las mejores historias, siendo además la mejor contada y con unos personajes diseñados en su punto.

1299700289

Tidus es un famoso jugador de Blitzball, una especie de waterpolo, el deporte estrella de la ciudad de Zanarkand. La vida parece sonreírle hasta que un día, una gigantesca bestia llamada Sinh destruye Zanarkand y arrasa con sus habitantes. Un viejo amigo de Tidus, Auron, dice que ha venido a llevarle con él, y ambos son absorbidos por un vórtice creado por Sinh. Lo siguiente que descubre Tidus es que ha aparecido en un mundo llamado Spira, situado mil años en el futuro de su lugar de procedencia.

Sinh, pues, destruyó Zanarkand hace mil años, así que nadie juega al Blitzball allí, le dice uno de los primeros personajes con quien se encuentra. Solo, perdido y abandonado, sin comprender muy bien qué ha ocurrido, Tidus tiene que aprender dónde ha aparecido y dónde, supuestamente, tendrá que vivir el resto de su vida.

Spira se diferencia mucho de ese Zanarkand mecanizado y cosmopolita que él conoce. Se trata de un mundo donde ha desaparecido toda la tecnología y donde los habitantes viven en pequeños pueblos, casi como en una especie de edad media. Pronto conocerá que Sinh es la maldición de Spira, un ser que viene para destruir todo lo que los hombres han construido, un castigo por una guerra que se desató en el mundo hace mil años y que concluyó cuando Sinh apareció para destruir las máquinas, culpables de todo mal en el mundo. Desde entonces, el omnipresente culto a una deidad llamada Yevon, ha sido lo único que se ha interpuesto entre Sinh y los habitantes de Spira.

Quienes le hacen frente son los llamados Invocadores, hombre y mujeres capaces de convocar entes de gran poder llamados Eones, y que peregrinan por Spira buscando una forma de detenerle. Tidus se une a la joven invocadora Yuna en su viaje, escuchando historias acerca de cómo el padre de la chica derrotó a Sinh hace diez años acompañado de dos guardianes, Auron y Jetch. A Auron ya le conocemos, pero Jetch parece ser el esquivo y malhumorado padre del mismísimo Tidus, que desapareció de Zanarkand hace una década. Seguir los pasos de su odiado progenitor parece ser la única opción que le queda a Tidus. Sin embargo, pronto nuestros personajes empezarán a dudar de todo lo que les rodea, incluyendo las órdenes del clero, y los dictados de Yevon. Los venerables de Yevon, entre los que se encuentran personajes como el afeminado Seymour Guado, dejan claro que la religión sólo sirve para que unos pocos controlen al resto, mientras ellos se aprovechan de los huecos de sus enseñanzas y traicionan sus propios dogmas.

También, Tidus descubre que Sinh no muere nunca, sino que es derrotado por un invocador tras un corto periodo de tiempo, que puede prolongarse durante unos años, pero que siempre vuelve para traer más caos y destrucción.

221

El trabajo de los invocadores, por lo tanto, no parece estar enfocado en derrotar a Sinh para siempre, sino en otorgar a los habitantes de Spira un tiempo de descanso. Pero hay una contrapartida: ya que para vencer a Sinh, el invocador debe morir, lo que se traduce en un peregrinaje suicida que no es totalmente en vano, pero que tampoco resuelve nada. Tidus y sus compañeros, convertidos en traidores ante los ojos de Yevon, tendrán que superar todos los obstáculos imaginables para traer la paz a Spira, buscado además una forma de acabar con Sinh para siempre y sin dejar morir a Yuna en el intento.

Pese a los diez años pasados tras su salida al mercado, aún no ha habido nada que haya logrado superar la calidad de ‘Final Fantasy X’, ya que lo que ha venido tras él ha supuesto la confirmación de que los videojuegos japoneses están perdiendo fuelle al centrarse demasiado en su propio mercado y muy poco en el público internacional. Final Fantasy XI y XII explotaron el camino que videojuegos masivos online como World of Warcraft habían abierto, a la vez que entregaban una historia confusa y unos personajes con menos carisma que una patata. La secuela de Final Fantaxy X, algo inédito hasta entonces en la saga, resultó ser un engendro vestido de Prada donde los personajes femeninos se cambiaban de ropa entre combates y nos dejaba con los ojos como platos al convertir una historia oscura y seria en un amago de Sailor Moon bastante indigesto.

Y Final Fantasy XIII confirmaba que los japoneses tienen un estilo propio de entender el entretenimiento que cuesta ser exportado, ya que tienen la costumbre de crear personajes afeminados, de diseños recargados, rodeados de una historia melancólica hasta la náusea que no tiene tanto éxito fuera de su país y, también, con una jugabilidad farragosa que te obliga a tragarte treinta segundos de vídeo cada vez que quieres hacer un combate. Los personajes siempre tienen que estar haciendo algo espectacular, como saltos en el aire, transformaciones, rayos, nubes de humo, polvo, más saltos, y mostrarnos lo melancólicos que son y lo dañados que están por dentro. Algunos desarrolladores de gran prestigio se están dando cuenta de que estos detalles les están haciendo perder el terreno frente a producciones europeas, mucho menos recargadas pero más entretenidas.

La historia de Tidus y compañía salió al mercado justo en el momento en que todos estos tópicos del género rozaban lo innecesario. Los vídeos tenían su duración justa, y cada espadazo de un personaje no necesitaba un vídeo donde hiciesen quince piruetas acrobáticas. Encontró un punto entre la narración fluida y la ostentación, y entre lo pesado y lo disfrutable, lo que le convierte a día de hoy, una década después, en el mejor videojuego de toda la saga, el más divertido, apasionante y redondo, y en la última gran chispa de genialidad de Squaresoft.

‘Final Fantasy X’ – Una década después, el mejor juego de la saga
 IP Anónima


Volver a la Portada de Logo Paperblog