Revista Cultura y Ocio

Firmando, que es gerundio

Publicado el 08 junio 2014 por Drajomeini @DoctoraJomeini

Firmando, que es gerundio.
Esta semana, y la pasada, he estado firmando en la Feria del Libro (primero, en la de Santa Cruz de Tenerife y, después, en la de La Laguna). Para cualquier escritor que empiece, firmar ejemplares en la Feria del Libro es una experiencia de las que te ponen los pies en la tierra. Al principio, una sueña con largas colas estilo las que se formaban el año pasado en Madrid en la caseta en la que firmaba Jorge Javier Vázquez o Mercedes Milá. Vas emocionada como un pavo porque tu nombre sale en el mismo programa que pesos pesados de la literatura. Y porque tu libro - ¡tu libro! - está ahí en una mesa, al lado de un cartel con tu foto. Te sientas, con una sonrisa de oreja a oreja, y no pasan dos minutos cuando se acerca una señora. Tiemblas. ¡Una lectora! Y entonces ella te dice:  - Oye, niña, ¿el libro de Belén Esteban lo tienes?  - No...ejem...-señalas la foto y tu libro - es que, mire, yo soy la autora de este otro libro, que he venido a firmarlo.  Ella te mira. Mira la foto. Ve que no sales en la tele y pasa de ti para irse a preguntar a otra persona.  Ves acercarse a una chica con gafas. Lleva una sonrisa que parece presagiar que sabe quién eres y por qué estás allí.  - Perdona, ¿tienes un diccionario de hebreo? ¿Ein? ¿Un diccionario de hebreo? ¿Quién busca un diccionario de hebreo en una Feria del Libro? - No...perdona...es que yo soy la autora... Ella parece darse cuenta de que ha preguntado a la persona equivocada, mira tu libro con un poco de asco, por lo de "Planes de boda", y se va. Se acerca a la mesa una pareja, con un cochecito de niño.  - ¿Jomeini?¿Eres Jomeini?  - Sí - reconoces con reticencia. A ver si estos también te van a pedir el diccionario de hebreo... - Te leemos - dice el chico con una sonrisa.  - ¡Ah, gracias! - respondo yo, sin saber qué más decir.  - El Terrorista...jajajaja...nos encanta. - Muchas gracias. Se lo diré.  - Bueno, pues adiós, encantados de saludarte.  - Adiós. Igualmente.- contestas tú, con la sensación de que algo no va bien.  Tres personas. Cero libros.  El año pasado en la Feria de Madrid me pusieron al lado de Francisco de Paula. Fue una crueldad innecesaria. Yo parecía la ventanilla del Business de Air Europa y él la de la turista de Ryan Air. Tiemblo porque hoy parezca la de las cosas perdidas.  Pasa un rato. La gente se para. - ¿Planes de boda? - te dicen.  - Sí - respondes tú, en el colmo de la locuacidad. No sirvo para vender. Es un hecho constatable. Menos mal que algunos entonces te preguntan: "¿De qué va?" y puedes contarles y se arriesgan y se llevan tus dos libros. Y tú ruegas por dentro a todos los dioses que les gusten.  Y se llevan uno y luego otro. Así, a cuentagotas, la mesa se va vaciando. Te das cuenta de que tal vez sea mejor así que teniendo una larga cola. Puedes hablar de literatura con Jesús, que se ríe contigo y que se lleva el libro para desconectar del trabajo. Puedes reírte con Patricia, que dice que no se ha casado y que no piensa hacerlo. Y que se lleva tu libro como antídoto contra el matrimonio. O con Mariano, que es un autor reconocido y que se lo lleva - sospechas - para ayudarte, pero que empieza a ojearlo y se ríe con los primeros capítulos. (¿Hay un personaje que se llama Empanadadebonito? ¡No me lo puedo creer!). Y viene un amigo a buscar su ejemplar. Y te alegras de verlo, no sólo porque se lleve tu libro (que también), sino porque hacía mucho tiempo que no coincidíais y os ponéis al día en un periquete.  - Este libro me encantó - dice una chica, señalando "El blog de la Doctora Jomeini" a su amiga, sin darse cuenta de que tú estás detrás.  - Pues si te encantó la primera parte, llévate la segunda - le digo yo.  Ella se me queda mirando, embobada.  - ¿Tú eres Jomeini?  - Sí. -resistes la tentación de contestarle: "Oui, c'est moi". Y se la lleva, con un abrazo y un beso. Y una foto.  Decía Álvaro Pombo que cada vez que alguien tocaba uno de sus libros, sentía que le había tocado el alma. Si ese alguien lo despreciaba, Pombo se ponía como una fiera. La Feria no viene mal por eso. Porque el contacto con tus lectores es directo. En el buen y en el mal sentido. Y no hay mayor cura de humildad, os lo aseguro.


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