Revista Política

Fisking al artículo “Es la cooficialidad caballero” que me dedican desde el sociolingüismo catalán hegemonista

Publicado el 30 marzo 2015 por Trinitro @trinitro

hiperventilats
Parece ser que mi artículo titulado “es la cooficialidad estúpido, es la cooficialidad” genera inquietudes en un sector sociolingüístico que pretende que en una hipotética Catalunya independiente sólo haya una lengua oficial (el catalán). Desde el colectivo “Trastocant”, que por su composición debe ser medio mundo cultural, educativo y sociolingüístico catalán, me dedican un artículo, que no tiene ningún contendio cultural, educativo o sociolingüístico, por cierto.

La fijación con mi persona por una opinión tan insignificante por parte de los sociolingüistas hiperventilados, indica mucho.

Si esta es la obsesión que tienen conmigo, no me imagino el acoso al que sometieron a personas mucho más versadas que un servidor en temas lingüísticos como Sánchez-Piñol.

Según que artículos merecen un tipo de respuesta adecuada a la construcción argumental. En este caso voy a utilizar la técnica de “fisking“.

Pido disulpas a estos sociolingüístas por utilizar un término prestado del inglés y no utilizar la expresión “citar el artículo a trozos y destrozarlo con cierta ironía”, o en catalán “deixar l’article més trinxat que els parracs d’un nàufrag” o en aranés “daissar lo tieu article mai estrossejat que los pelhòts d’un paure”. Pero el término “fisking” es más sencillo y reúne realmente mejor el contenido semántico de lo que voy a hacer.

Comencemos

La transició entre el règim dictatorial de Franco i la democràcia parlamentària no va ser una revolució. És a dir, no es van destruir totalment totes les institucions franquistes, sinó que se’n van aprofitar la major part per oferir un rentat de cara amb algun vernís democràtic. Les institucions fonamentals de l’Estat (l’Exèrcit, el poder judicial, el poder legislatiu, i la monarquia restaurada pel dictador) no van ser transformades en institucions democràtiques, sinó que van ser dotades d’alguns aspectes democràtics, alhora que conservaven una inèrcia postfranquista que arriba fins avui. L’acceptació de tot això ha estat anomenada consens constitucional, i els partits nacionalistes d’àmbit estatal hi recorren per impedir l’autèntica transformació democràtica de la societat espanyola, que passa per l’eliminació de la monarquia postfranquista i el reconeixement del dret a l’autodeterminació de les nacions històriques, entre molts altres aspectes.

El desenvolupament de l’organització autonòmica, que forma part d’aquest consens, va ser un mitjà per impedir el reconeixement del dret a l’autodeterminació de les nacions històriques i es va oferir com un mal menor per apaivagar les amenaces colpistes de la cúpula militar franquista —que es van dur a terme amb divers grau de desenvolupament durant diversos anys—, una de les institucions que va supervisar la transició. Dintre d’aquest àmbit, i no pas en el del consens, cal considerar la cooficialitat lingüística que es va instaurar una vegada desenvolupada l’organització autonòmica postfranquista.

Este primer párrafo intenta hacer una asociación no causal: La amenaza de un golpe de estado hace que la restauración democrática en Catalunya incluya la cooficialidad y no el monolinguismo catalán. Es decir, la cooficialidad fue impuesta con cañones, bayonetas y tanques.

Supongo que un sociolingüísta del nivel que escribe el artículo podrá aceptar este latinicismo. Ha cometido usted una falacia de non-sequitur y una falacia de asociación en dos párrafos.

Supone que los catalanes de 1978 hubieran decidido por una solución monolingüística en el caso de no tener la amenaza de los tanques. No conozco la sociología de 1978 en Catalunya, pero dudo que la proporción de catalanohablantes fuera superior a la de castellanohablantes, y dudo mucho que la generación de mis padres hubiera aceptado así sin más perder una de sus dos lenguas como lengua oficial y transformar en extranjera la única lengua que conocían más de la mitad de los catalanes. Si hoy nos parece una cierta aventura considerar una Catalunya donde el catalán sea la única lengua oficial cuando el conocimiento lingüístico del catalán ha aumentado de forma clara y radical, menos aún la sociedad de 1978 donde la mitad eran monolingues hispanohablantes funcionales.

Suponer un “what if” como este requiere muchas dosis de imaginación, es asumir que la mitad de la sociedad catalana de 1978 estaba dispuesta alegremente a castrarse en sus derechos sociolingüísticos sin ofrecer resistencia alguna, algo que no hicieron los catalanoparlantes durante el franquismo, por cierto. Pero el artículo está lleno de muchos unicornios sociológicos.

Sens dubte, el règim de cooficialitat estava pensat no pas per reflectir i harmonitzar la realitat sociològica del país —conseqüència, per cert, d’una política de persecució del català i imposició del castellà particularment cruenta i efectiva durant el franquisme—, ni tampoc com una decisió política per a la defensa de la llengua pròpia de l’autonomia, sinó com un mitjà per mantenir de la política franquista de supremacia total i absoluta del castellà. Altrament, per exemple, en l’Estatut de Catalunya no hauria calgut declarar el castellà llengua oficial, per una raó molt senzilla: si Catalunya és una part del Regne d’Espanya, i si l’espanyol hi és oficial arreu, en conseqüència també ho serà en una part i, per tant, no hauria calgut, per redundant, assenyalar l’oficialitat de l’espanyol a Catalunya. Si es va fer així va ser per una raó evident: perquè la llengua catalana no arribés a figurar sola com a llengua oficial de Catalunya en el seu Estatut.

Així doncs, a Catalunya l’espanyol (o castellà) és dues vegades oficial: una vegada perquè Catalunya és una part d’un territori (Espanya) on l’espanyol és oficial i una altra perquè està esmentat explícitament en el seu Estatut d’Autonomia. D’aquesta manera, Catalunya va quedar sotmesa a una doble imposició legal de l’espanyol, que ha estat utilitzada des del començament pel govern de l’Estat per impedir amb tots els mitjans legals possibles que el català arribi a ser la llengua dominant en el seu territori, Catalunya.

Esta parte del artículo tiene otra falacia (no le sé encontrar el latinajo que la describiría), pero dice que el castellano es “doblemente oficial” y que eso es un problema.

Los Estatuts muchas veces reproducen cosas ya reconocidas por la CE, por ejemplo el Estatut de Catalunya del 2006 recoge el derecho al trabajo (que también está reconocido en la Constitución Española) igual que recoge derechos lingüísticos propios y otros de los que también habla la Constitución Española ampliando y concretando su aplicación. Sería absurdo que el Estatut de Catalunya no regulara los derechos lingüíticos del catalán, el castellano y del aranés. Creer que había una intención de hegemonismo lingüístico hispano que los derechos lingüísticos del catalán, castellano y aranés se regulen en el Estatut y no sólo los del catalán y el aranés es del género absurdo. La Generalitat tiene competencias lingüísticas no sólo con el catalán sino con el castellano, el uso del castellano en la educación o por parte de la administración es competencia de la Generalitat, no regularlo (y eso implica el reconocimiento del castellano como lengua oficial) implica que los ciudadanos catalanes tengan que recurrir a la legislación española. Sin incluir los derechos lingüísticos del castellano en el Estatut de Catalunya lo que haría es que la Generalitat no tuviera competencias en generar la política educativa lingüística para todos los estudiantes de Catalunya ya que hubiera generado un vacío legal que cubriría la legislación española. Pero claro, es una conspiración hispanocentrista y hegemonista hispana la que hizo que en el 2006 se incluyera los derechos lingüísticos sobre el castellano en el Estatut.

Sobre el objetivo último que el autor lamenta no conseguir “que el catalán no llegue a ser la lengua dominante en Catalunya” es algo que forma parte de SUS objetivos personales. No son los objetivos sociales. Este objetivo nunca se ha pactado en la sociedad catalana. Igual que tampoco la imposición del castellano por parte de las diversas dictaduras y régimenes anteriores. Los catalanes no hemos realizado ese debate y no se puede considerar un objetivo compartido. Yo puedo no compartirlo y eso no me hace menos catalán, menos independentista ni tampoco un hegemonista hispano. Querer mantener la situación de bilingüísmo funcional intentando reducir la diglosia del catalán no me hace ser un ser abyecto ni un enemigo del catalán. Y creo que hoy por hoy esa postura tiene más apoyo político y social (así al menos se han expresado los dirigentes de los dos principales partidos independentistas, CiU y ERC) que la contraria.

Sólo alerto que el autor nos ha colado un objetivo personal (legítimo, pero no fruto del consenso social) como si fuera un objetivo social y colectivo o bueno de por sí. Objetivo, que por cierto, no defiende de ninguna manera en el resto del artículo, simplemente supone su bondad apriorística, sin justificarla. Ni tampoco justifica de ninguna manera que este sea un objetivo compartido o mayoritario. Lo asume apriorísticamente y tan campante se queda.

A Catalunya mateix s’han produït també —de vegades s’hi han iniciat— atacs en aquesta línia, la qual cosa ha proporcionat una justificació addicional al Govern centralista per adduir que és de la mateixa Catalunya d’on surten les iniciatives que qüestionen el paper que ha d’ocupar el català en àmbits importants, com ara l’educació. En aquest terreny conflictiu, un objectiu habitual és la política de la immersió lingüística. Aquest model va ser adoptat pels representants del poble català, que majoritàriament el van confirmar després de les deliberacions pertinents i el van adoptar amb totes les garanties democràtiques. Per descomptat, la societat catalana és plural, i no tots els representants hi van votar a favor. Però la veritat és que una majoria sí ho va fer i, per tant, aquesta majoria reflecteix la majoria del poble català. Els qui no hi estan d’acord i prefereixen que existeixin dos models d’escolarització a Catalunya, un en català i un altre en castellà, poden defensar-lo al Parlament i intentar convèncer la resta de parlamentaris que cal substituir el model majoritàriament aprovat per aquest altre —que, segons el meu parer, és un model de divisió lingüística—. Però, en comptes d’això, el que alguns ciutadans catalans fan és usar l’ardit de l’oficialitat del castellà per intentar guanyar per la via judicial, amb l’ajut de les instàncies de Catalunya heretades de la falsa transició postfranquista, el que van perdre al Parlament, amb què actuen en contra de la voluntat majoritària, democràticament constituïda, del poble català.

Aquesta batalla legal es duu a terme des de les mateixes institucions judicials de Catalunya amb l’inestimable suport del poder judicial de l’Estat, que continua sent centralista, nacionalista espanyol i estrictament unilingüe, i que no reconeix cap mena de sobirania real al Parlament ni tan sols sobre assumptes que afecten només el poble català (com ara el model educatiu que s’ha d’aplicar a Catalunya). Per aquesta raó, aquest poder judicial, defensor acèrrim i garant de la indissolubilitat de la nació espanyola, ha apartat de l’activitat judicial Santiago Vidal per haver tingut la gosadia de redactar en el seu temps lliure una constitució per a la república catalana.

Per tant, la cooficialitat de l’espanyol i el català a Catalunya no obeeix gens ni mica a cap intenció d’harmonitzar i igualar les dues llengües, sinó a un objectiu persistent d’arraconament i minorització del català, que procedeix de fora i de dintre de Catalunya. Si el català ha avançat significativament a Catalunya des del franquisme, en cas que ho hagi fet realment, ha estat malgrat la cooficialitat (o, millor, la doble oficialitat), i no pas gràcies a aquesta. La cooficialitat de l’espanyol i del català ha estat fins i tot més utilitzada per barrar el pas al català que no pas per promoure l’espanyol. La raó és simple: per la potència i fortalesa adquirides com a fruit del seu cultiu i expansió, l’espanyol és una llengua que no necessita ser promoguda, i el seu ús a Catalunya continua i continuarà sent vigorós en qualsevol circumstància. Fins i tot si el castellà no fos oficial a Catalunya, no perdria robustesa, però en canvi sí perdrien consistència jurídica els continus i intolerables atacs del Tribunal Constitucional o del Tribunal Suprem contra el sistema educatiu català o contra determinats aspectes de l’Estatut de Catalunya.

Esta parte del artículo es mi favorita. Es la historia de la inmersión lingüística como un acuerdo político previo a un acuerdo social. Y es falsa. El modelo de inmersión lingüística no fue fruto a priori de un impulso político, ni tan siquiera de los sociolingüístas de los 80. En los 80 Catalunya estuvo a punto de escoger la vía vasca, de dos líneas. Pero fue el impulso de determinados políticos (básicamente del PSUC y del PSC) y de algunas familias de barrios castellanohablantes de Catalunya la que hicieron que se pudiera hacer las primeras pruebas piloto. Muchos de los hiperventilados que hoy hacen glorias de la inmersión lingüística en los 80 no creían en ella. CiU no creía en ella, ni tampoco amplios sectores del independentismo. Así que por favor, no nos cuente un cuento que ni él mismo se cree. La inmersión refleja un acuerdo social anterior al acuerdo político. Un compromiso de los castellanohablantes para facilitar la inmersión de sus hijos en el catalán porqué a ellos les interesaba (es un ascensor social) pero también a los catalanohablantes para que el catalán tuviera algunos visos de salvación.

Defender hoy la inmersión lingüística desde la trinchera hiperventilada es fácil. Lo difícil es hacerlo desde mi trinchera. En su trinchera no entran los de Ciutadans y el PP con morteros, granadas y bayonetas, agitando el lerrouxismo y promoviendo la fractura social por la lengua. En su trinchera la lucha está por el purismo, en la mía desde mi adolescencia está la lucha contra el hegemonismo lingüístico español. Cuando era militante del PSC y ahora que soy activista de SÚMATE, desde toda mi vida el compromiso con la inmersión lingüística está en mi activismo. Pero no sólo en el mío, sino en ese conjunto de castellanohablantes de nacimiento que sin nosotros no hubiera habido inmersión. Y sin nosotros dejaría de haberla.

Si el catalán ha avanzado estos 30 años no ha sido gracias a la heroicidad de los catalanohablantes, sino a la aceptación social de esa inmersión lingüista, la defensa acérrima que hacemos los castellanohablantes de nacimiento. Los héroes del catalán no son ustedes los hiperventilados, es mi madre y mi padre que votaron para que mi la primera línea del colegio Taixonera comenzara ya con la inmersión lingüísta y mi hermana ya comenzara a escolarizarse en catalán. El avance del catalán y su pervivencia no se explicaría sin casi 30 años de inmersión lingüística. Sin esa inmersión la salud del catalán en el principado sería la misma que hoy tiene el catalán en Valencia. Creer que los catalanistas en valencia han luchado menos por salvar el catalán en esa tierra o que las entidades políticas y culturales a favor del catalán son menos beligerantes, combativas, inteligentes es asumir mucho por parte de los hiperventilados. La derrota del catalán en Valencia ha sido no conseguir que la inmersión sea el modelo educativo, y no conseguir ese acuerdo social que llevó a un acuerdo político.

Fins i tot si el castellà no fos oficial a Catalunya, no perdria robustesa, però en canvi sí perdrien consistència jurídica els continus i intolerables atacs del Tribunal Constitucional o del Tribunal Suprem contra el sistema educatiu català o contra determinats aspectes de l’Estatut de Catalunya.

El castellano es oficial en Catalunya por virtud de la Constitución Española. Ud. mismo lo ha dicho. Y creo que esta Constitución no dejará de decir que el castellano vaya a dejar de serlo. Pero no sólo eso, el Estatut intenta regular los derechos lingüísticos alrededor del catalán, el aranés y el castellano (cosa que ud. parece no querer, o entender que significa), y aún así el TC decide que la CE pasa por encima y que lo que regula el Estatut es papel mojado. Ya podría poner en el Estatut que el catalán es la única lengua de Catalunya que el TC va a seguir regulando.

Lo que ud. no se da cuenta es que el problema no es que el Estatut diga que es oficial el castellano en Catalunya, sino que el TC decide que la regulación que el Estatut hace de la lengua no es de su gusto. El problema no es la oficialidad reconocida por el Estatut, es la ingerencia política del TC en la política lingüística catalana. Con la legalidad catalana en mano la inmersión es incuestionable, es la legalidad española la que hace que sea cuestionada. Es la legalidad española la que nos debemos quitar de encima para evitar que la inmersión sea cuestionada, no la interpretación de la oficialidad del castellano que hace la legalidad catalana.

La perspectiva d’una possible Catalunya independent ha posat de manifest la postura del Govern central davant la circumstància que el poble català exerceixi el seu dret a l’autodeterminació. S’hi han abocat tota mena d’amenaces: expulsió de la UE, sortida de l’euro, fallida, reculada de decennis en l’economia, deslocalització d’empreses, pobresa, desastre nacional, expulsió dels organismes internacionals, etc. L’espanyolisme recalcitrant dels partits centralistes amb possibilitats de governar guiarà les actuacions de tota mena contra el dret del poble català a l’autodeterminació i en defensa de la indissolubilitat de la nació espanyola que figura a la Constitució actual i que cap partit d’àmbit estatal sembla qüestionar, atès que pertany a l’esmentat consens constitucional.

A la vista de les actuacions de qui, des de dintre de Catalunya, intenten guanyar per via legal el que van perdre per la via política instrumentalitzant l’oficialitat del castellà, no pot estranyar, doncs, que també hi hagi catalans que es plantegin la conveniència que el castellà sigui també oficial en una futura república catalana, com una cessió que permeti evitar el conflicte. Si no existís aquest comportament hostil i si a Catalunya el català tingués assegurat el paper que li correspon en la societat catalana —que és el que el poble català desitja majoritàriament que ocupi—, aleshores no hi hauria cap problema en la proposta d’una cooficialitat de castellà i espanyol en una Catalunya independent. Però no es tracta d’aquest cas: el català no només no és la llengua comuna de Catalunya, sinó que continua sent una llengua sotmesa i atacada.

La pregunta que le hago al autor de este artículo es: “¿desde donde atacan al catalán?”. ¿Sómos los castellanohablantes de Catalunya? ¿son la mayoría política y social catalana?. No. No lo es. Los ataques al catalán los realiza una minoría social catalana lerrouxista (tan legítima es su postura hegemonista hispana como la hegemonista catalana) utilizando sobretodo el aparato legal y político español. La mayoría de políticos catalanes (desde el PSC a la CUP) defienden el catalán. La mayoría social que sostiene estos partidos (hoy más del 80% del Parlament català) también. Quita el estado español de la ecuación y dejarás de tener ese problema de ataque al catalán.

Pero por otro lado este párrafo parte de una visión bonista. La primera es que es la “oficialidad” del castellano en Catalunya la que genera el problema lingüístico. Hay un 20% de lerrouxistas en Catalunya, de hegemonistas hispanos. Los habrá en la Catalunya independiente, con o sin castellano oficial. Y tendrán en su agenda ese hegemonismo. Ante ese hegemonismo puedes sumar a la mayoría de catalanes, que incluye a la mayoría de los que castellanohablantes de nacimiento que queremos al catalán o no.

Por otro lado parte de una falacia de apriorismo no demostrada “a Catalunya el català tingués assegurat el paper que li correspon en la societat catalana —que és el que el poble català desitja majoritàriament que ocupi—“. Por el momento la sociedad catalana ha mostrado que quiere una sociedad bilingüe con el catalán protegido por ser la lengua minorizada. No una sociedad hegemonista catalana y monolingue. No me gusta discutir de apriorismos tan fáciles de demostrar falsos.

En el seu article, Jose Rodríguez arriba fins i tot a afirmar que els catalans han renunciat que el català sigui hegemònic a Catalunya. Em pregunto en què es basa aquesta constatació. Per descomptat, crec raonable dir que, com a mínim, els catalans no han renunciat que la seva llengua sigui vehicular almenys en l’àmbit de l’educació i, per això, han d’estar a la defensiva en aquest terreny tenint en compte els constants atacs judicials i polítics des de dintre i fora de Catalunya provocats per l’actitud hegemonista de l’espanyolisme. La situació del català es deu a una renúncia, o a una resistència no totalment efectiva davant l’hegemonia lingüística espanyolista? L’espanyol és hegemònic no només al Regne d’Espanya, sinó també en molts països d’Amèrica. D’on prové aquesta hegemonia? De la decisió lliure i democràticament adoptada per les poblacions autòctones de tots aquests llocs, com afirmava Juan Carlos I en el seu cèlebre discurs («Mai no va ser la nostra una llengua d’imposició, sinó de trobada; a ningú se’l va obligar mai a parlar en castellà»)? No, prové de l’imperialisme lingüístic i de la imposició.

Si per ventura els catalans haguessin renunciat a l’hegemonia del català a Catalunya, com afirma Jose Rodríguez, seria, en darrera instància, per les mateixes raons per què els habitants autòctons de tants i tants països on l’espanyol és hegemònic han renunciat que la seva llengua pròpia sigui l’hegemònica, i no pas l’espanyol.

“Em pregunto en què es basa aquesta constatació”, en la legislación lingüística que ha aprobado el Parlament con el amplio consenso de los partidos políticos y en el ejercicio lingüístico que se hace en la calle de esta legislación. Y no sólo porqué la legislación española puede imponerse a la catalana (eso ocurre con la inmersión y seguimos empecinados en aplicar la legalidad catalana).

Sobre que el castellano sea la lengua hegemónica en latinoamérica hay explicaciones históricas en las que puedo coincidir con el autor del artículo. También con la presencia del castellano en Catalunya. Pero en esa imposición histórica ni mis padres, ni mi generación ha sido partícipe, ni actor. Mis padres y su generación fueron tan víctimas como los catalanes de un modelo de país que empobreció toda España y provocó la marcha de millones de personas hacia las pocas regiones que a pesar del franquismo medio funcionaban. Hoy tenemos una sociedad híbrida y compleja. Cada vez más híbrida y compleja. Y podemos decidir que es lo que queremos. Que algunos (de hecho la mayoría social catalana) apostemos por modelos sociolingüísticos que prioricen el catalán pero reconozcan la oficialidad al castellano no viene en base a una imposición militar. Creemos que es lo mejor para la sociedad catalana, y no lo defendemos en base a ningún argumento histórico, sino sociológico. Me niego a que sea la historia la que decida por mí y por las sociedades. La historia sirve para entender donde estamos, pero no para decidir a donde hemos de ir. Los castellanohablantes de hoy no somos tipos con peluca que estamos colonizando a los catalanes y sometiéndolos a un régimen colonial. Deje de arrojarme la historia como un argumento, soy más joven que usted y por mi origen social me he podido aprovechar menos que ud de esos hechos históricos y por tanto menos responsable de esos hechos históricos que usted.

Dues de les més importants són les següents: la primera és el convenciment (induït) que la llengua pròpia és menys útil, menys avantatjosa i de menys qualitat comunicativa que l’espanyol, és a dir, una actitud de colonialisme mental que duu a menysprear o menystenir la pròpia llengua i la pròpia cultura; la segona és la renúncia a la defensa i desenvolupament de la pròpia llengua i de la pròpia cultura, derivada en part de la primera raó. Si considero que la meva llengua i la meva cultura són inferiors a les que em vénen de fora, difícilment lluitaré per defensar-la de manera conseqüent i per fer-ne un instrument plenament apte per als diversos aspectes de la vida.

Soy socio pagando cuota de pocas cosas (soy muy tacaño y tampoco voy sobrado de pasta), una es la UGT, otra es SÚMATE y la tercera de la sección de física del Institut d’Estudis Catalans. La defensa del catalán, como vuelvo a decirla, la hizo mucho más mi madre sacándose el catalán B y luego el C que todos su artículos hiperventilados. El uso sociolingüístico que hagamos los castellanohablantes es clave. Le guste o no. Y considerar que el catalán es una lengua impuesta al hacer de la nuestra una lengua extranjera es algo que no va a hacer que el uso lingüístico sea muy bueno. Los castellanohablantes en Catalunya podremos bunquerizarnos o no, con o sin castellano oficial, porqué al final al 55% de la sociedad no puedes considerar su lengua “ilegal” y como mercado vas a tener que utilizar el castellano.

Ud. puede creer que haciendo el catalán exclusivo en las comunicaciones oficiales esto mejorará el uso lingüístico del catalán. Algo que por suerte o por desgracia no está pasando en Andorra (el portugués y el castellano está apartando al catalán del uso lingüístico en la calle). El catalán mejorará si los castellanohablantes de nacimiento lo utilizamos habitualemente no sólo como si fuera el inglés para contactar con la administración.

Pero insisto, ud. cree que los castellanohablantes que mayoritariamente ya hemos adoptado el catalán en parte de nuestra vida consideramos el catalán como una lengua de segunda. Un absurdo fruto de no haber conocido a la gente de origen castellanohablante que hemos adquirido el catalán. Pero si eso fuera así, ya le digo que no tiene ningún instrumento legal para salvar al catalán. Somos mayoría demográfica.

Davant d’això, em pregunto: Per què han de renunciar els catalans que la seva llengua sigui hegemònica a Catalunya quan els espanyols no tenen la menor intenció de permetre que l’espanyol deixi de ser hegemònic no pas a Catalunya, sinó enlloc del món on en aquest moment ho és? Però és que resulta que, a diferència d’altres pobles sotmesos lingüísticament, el poble català majoritàriament està orgullós de la seva llengua i de la seva cultura, que, segons Jose Rodríguez, no han de considerar-se com «pròpies» del poble català —advoca per bandejar aquest adjectiu en el cas de la llengua—, i si bé és cert que ha renunciat que sigui la dominant en la seva nació, no és pas perquè consideri que això és el millor per a la seva llengua, sinó perquè les circumstàncies impedeixen que els catalans puguin atorgar-hi aquest estatus superior que té l’espanyol en tants llocs del món.

La idea que el català sigui dominant en la pròpia Catalunya no és una pretensió imperialista ni hegemonista com sí ho és la idea que l’espanyol ha de ser dominant per necessitat en una bona part del món, incloent-hi el Regne d’Espanya i Catalunya. Com pot ser hegemonista que un poble democràticament pretengui revertir una situació històrica d’injustícia i maltractament, i mantenir viva i plena la seva llengua històrica, com el principal valor cultural que de manera genuïna (i, per desgràcia, potser exclusiva) pot aportar al món?

Me quedo escpecialmente con esta frase “un poble democràticament pretengui revertir una situació històrica d’injustícia i maltractament“. Contiene una falacia de apriorismo y una falacia de historicismo. Le vuelvo a recordar al autor que la opción mayoritaria que los catalanes hemos votado es a favor de la inmersión lingüística que facilita el bilingüísmo funcional, no hay nada que diga que hay una mayoría social que quiera el hegemonismo catalán, de hecho dudo mucho que el 55% de los ciudadanos catalanes que tenemos el castellano como “lengua propia” (ya que tanto le gusta utilizar ese término, utilicémonos) queramos aceptar que el castellano pase a ser una lengua de segunda.

La segunda es historicismo. El problema del catalán para una parte del catalanismo puede ser el problema histórico. Para otra parte del catalanismo y para una mayor parte de catalanes es de uso social. Como he dicho la historia no es un argumento para decidir políticas futuras, sino para entender la situación actual. Deje de arrojarme la historia como argumento, como le he dicho, es usted más protagonista de ella que yo.

El que proposa Jose Rodríguez és perpetuar en una Catalunya independent la situació lingüística actual de Catalunya dintre de l’Estat espanyol, on hi ha dues llengües oficials, una de les quals necessita protecció perquè està minoritzada. I per a defensar aquesta proposta presenta aquest model com a fruit d’un consens convivència de la societat catalana, utilitzant un recurs semblant a l’al·lusió al consens constitucional a què m’he referit en començar l’article, adduït, com s’ha vist, per mantenir una situació de domini polític que es considera desitjable. És a dir, Jose Rodríguez utilitza la idea del consens com a subterfugi per perpetuar la situació en què el català continua subordinat al castellà en molts àmbits, tot i que Catalunya sigui un Estat independent. El lògic seria suposar que si el poble català decideix fer passos cap a la independència, ho farà amb l’objectiu de canviar la situació legal i política actual, incloent-hi la lingüística, i no pas per continuar en la mateixa situació que en l’època de la subordinació a l’Estat central.

Jose Rodríguez admet també que el català necessita protecció com a llengua minoritzada. Sent així, no sembla que tingui gaire sentit lluitar per una república catalana en què el català continuï en la mateixa situació legal i real que té ara. Proposar aquesta cooficialitat en una Catalunya independent és continuar posant a la disposició de l’espanyolisme lingüístic centralista, que romandrà actiu entre la mateixa població de la república catalana, un instrument legal d’opressió i atac lingüístic. És proporcionar a l’espanyolisme que opera des de la mateixa Catalunya un mitjà d’intervenció que el poder jurídic del nou Estat no podrà obviar si actua com a poder democràtic i independent. El que l’espanyolisme a Catalunya no consentirà pas és una oficialitat fraudulenta, de la mateixa manera que el poble català no hauria de consentir un poder jurídic que no actuï segons la llei.

Aquí hay otra falacia, la de suponer intencionalidades que no están declaradas (y que difícilmente se pueden deducir del texto). Yo defiendo la cooficialidad con priorización al catalán no por querer la subordinación del catalán al castellano. De hecho el modelo de inmersión + priorización del catalán hace que el catalán en la administración sea la lengua “default” excepto en la justicia (donde impera la legislación española). Incluso en Catalunya con un estado español a la contra del catalán, el catalán es la lengua prioritaria de uso en la administración. La oficialidad no tiene nada que ver con el uso social sino con el uso de la administración. Y aún así, con un estado en contra, una legislación española hostil, el catalán se ha convertido en la lengua de “default” en la administración, en la lengua vehicular en la educación y la radiotelevisión pública catalana genera contenidos en un 95% en catalán.

Me encanta también el argumento que los “quintacolumnistas” en un estado catalán independiente podrán utilizar la legislación para promover el españolismo. Los “quintacolumnistas” que el autor teme en Catalunya son 7 familias que intentan cargarse la inmersión lingüística y aún así, con un estado a su favor, están teniendo serios problemas para conseguirlo. Sin el estado español estos “quintacolumnistas” no podrían cargarse la inmersión lingüística. Por otro lado, frente a un debate que lo he intentado colocar en términos de derechos personales y uso social utilizar el debate del “enemigo interior” tiene una palabra para describirlo. Soy educado y no lo haré.

Així doncs, el qüestionament del que implica la cooficialitat no prové d’un suposat independentisme catalanista intransigent, com diu el senyor Jose Rodríguez, sinó del reconeixement d’una realitat constatada al llarg dels decennis que ens separen de la dictadura franquista: un supremacisme lingüístic espanyolista lingüicida que, procedeixi de fora o de dins de Catalunya, es presenta perversament disfressat de patriotisme constitucional democràtic i no nacionalista i ara d’independentisme noidentitari o cívic, i que té una influència internacional molt més gran que no la que pugui arribar a aconseguir una Catalunya independent.

Me encanta esta parte, en ella se utiliza el ad-hominem. Formo parte del supremacismo lingüístico españolista lingüicida disfrazado de independentismo no identitario. O algo así. Es curioso porqué si el independentismo catalán fuésemos tan hegemónicos como algunos creen, el españolismo tendría razones para disfrazarse de independentistas preparando la quinta columna para condicionar la futura Catalunya independiente, pero no es así. Le guste o no, el españolismo se defiende mucho mejor desde fuera del independentismo e impidiendo que Catalunya marche de España. Pero si le gustan las historias conspiranoicas, esta es divertida.

Aún sigo sin entender las bondades de su modelo de mono-oficialidad. Pero sí que sé que soy un asesino de lenguas y algo así como una versión 2.0 y moderna de Pizarro. Sobre lo de la “influencia que pueda conseguir en una Catalunya independiente” sigo sin entender donde asume que su postura “monolinguismo oficial” es mayoritaria. No soy sociolingüísta hiperventilado, tan sólo un vulgar sociólogo de pacotilla, por eso no tengo esos superpoderes que me permiten hacer afirmaciones sin sustrato racional debajo. Pero si algo me da en la nariz es que con una mayoría demográfica del 55% y con las declaraciones que hacen los representantes políticos del soberanismo e incluyendo lo que defienden los otros partidos catalanistas no independentistas, la mayoría social estaría a favor de la co-oficialidad. Pero como digo no tengo esos superpoderes, tan sólo soy un agente encubierto del CNI español, del hegemonismo españolista y del Club Bildelbeerg.

La raó que alguns qüestionin la cooficialitat castellà-català en una futura república catalana no radica en uns suposats independentistes furibunds que volen dinamitar la convivència lingüística de Catalunya, com diu el senyor Jose Rodríguez, sinó que cal atribuir-la al nacionalisme lingüístic espanyolista que durant dècades, tant des de l’Estat central com des de Catalunya mateix, no ha dubtat ni un segon a atacar, qüestionar, ridiculitzar i impedir la promoció i el desenvolupament de la llengua catalana a Catalunya. És a les institucions i persones que defensen i promouen aquest espanyolisme supremacista a qui haurien de demanar compte els ciutadans catalans que s’asseuen indignats, molestos o amoïnats per les propostes que el castellà no sigui llengua oficial en una Catalunya independent.

Y con este final triunfal se pretende quitar la responsabilidad de encima. Y en todo el artículo aún sigo sin entender porqué su modelo es mejor que el mío. No hombre… si alguien propone X le criticaré a ese alguien y su propuesta y le pediré razones. No puede ser que ud. me llame agente encubierto del CNI, la yihad islámica y el españolismo internacional por defender la cooficialidad y en cambio no pueda pedirle a ud. razones de sus propios argumentos.

Me atrevo a dar un par de consejos al autor del artículo y al resto del sociolingüísmo hiperventilado.

Es un error hacer la revolución antes de ganar la guerra. No tenemos la independencia a la punta de los dedos como algunos creen. La actual dicotomía no es entre una Catalunya independiente monolingue o una Catalunya independiente cooficial, es entre una Catalunya independiente o una CCAA con un estado a la contra del catalán. Y conseguir la independencia es algo muy difícil. Yo dedico el 99% de mis esfuerzos a ello, no en aplicar mi agenda privada (y tan legítima como la de cualquiera) para esa futura Catalunya. Pero si alguien intenta aplicar su agenda privada yo desviaré esfuerzos para defenderme de ella si esa agenda va en contra de lo que yo creo que es mejor. Cuanto más hagamos imponer nuestra agenda privada cada uno de nosotros, menos lo haremos para conseguir la independencia.

No sé como se mueve la sociolingüística hiperventilada , no conozco su disciplina, pero sí que la sociología no permite tantos apriorismos como los que se hace. Entre otras puede haber sorpresas. Además si se hace caso un poco a los clásicos nos daremos cuenta de una cosa. Los números mandan. Si alguien genera un marco que saque el tema de la lengua de los consensos sociales pasaremos a la confrontación de comunidades. Alguien puede decidir que cambiar el consenso es legítimo y partir de su visión legítima, pero otros pueden hacer lo contrario. Un C’s y un PP agitando el avispero de la lengua frente a una sociolingüística hiperventilada generará una lucha de poder democrática y legítima. Pero dudo que un 35% de población catalanohablante nativa tenga alguna posibilidad de imponer su agenda privada a un 55% de castellanohablantes nativos. Tal vez de aquí 20 años, cuando los hijos de los nacidos en familias castellanohablantes que hemos vivido en la inmersión, sean cuerpo electoral pueda imponer una correlación de fuerzas más favorable, hoy difícilmente.


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