Florian Schommer tendrá la vida que a mi me dé la gana

Que no me rellenáis los about me. Que os lo tengo dicho. Que me contéis algo de vuestra vida y sobre vuestro trabajo, que si no a ver qué leches pongo en el post. Que yo paso de poner sólo imágenes sin texto que para eso está el Pinterest. Y que si queréis conseguir que la gente hable de vosotros lo mejor que podéis hacer es completar la bío. Pero nada, ¡venga la cabra pal monte! Que os cuesta más soltar una palabra que un billete a final de mes. Pues ¿sabes lo que te digo Florian Schommer? Que yo te posteo si quiero y ¡me invento tu vida si hace falta! Ea.

Cuando Florian Schommer tenía 10 años (ahora no debe tener más de 23) todos sus amigos estaban enganchados a videojuegos como el Need for Speed, Fifa 2000 o el Mario 64, pero a Florian no le gustaba. No es que no le gustaran, es que no era muy ágil con los dedos y, además de auto-preveerse problemas de soltería juvenil, siempre perdía. Sin embargo, un día le convencieron para jugar a los Sims… y ahí acabó todo.

Florian se convirtió en el primer hikikomori alemán, y no salía de su cuarto ni para leer este blog. Contrató por Internet a unos albañiles que le instalaron un baño en su propia habitación. ¿Su mayor preocupación? Tener que dormir y no poder jugar a los Sims. Sin embargo, Florian no jugaba a que los muñecos se relacionaran, sino que le daba un uso tipo Simcity, y lo único que hacía rea construir ciudades y ensayar con la arquitectura más novedosa.

Pasado año y medio de encerramiento, sus padres consiguieron que aceptara hablar con un psicólogo teniendo siempre la puerta cerrada entre los dos. El psicólogo era otro gran aficcionado del juego así que consiguió llamar su atención hablándole en “su propio lenguaje”. Fueron meses de tratamiento los que hicieron falta para que Florian consiguiera salir de su habitación y vencer su adicción a los Sims. Afortunadamente, lo consiguió utilizando programas como el Autocad que le permitían seguir desarrollando lo que él llamaba “arquitectura virtual”.

Ahora, Florian, está totalmente integrado en el mundo laboral y no deja de investigar vías digitales con las que construir y dar hogar a pequeños personajes inventados. Ay, Florian, ¡qué friki eres en mi cabeza!