Revista Cultura y Ocio

Fluye como el agua

Publicado el 18 marzo 2017 por Wig

Fluye como el agua. Es una idea de cómo conseguir la felicidad. La idea que recoge también el libro de Mihalyi Csikszentmihalyi titulado "Fluir: una piscología de la felicidad". Era una buena época para la literatura de la felicidad. Ahora nos invade la literatura de motivación personal. La diferencia es que en aquellos años 90 hubo un interés científico por una cuestión relegada al ostracismo por la propia Ciencia, que consideraba la felicidad como una parte de estudio psicológica, y ya saben que para muchos la Psicología no es una Ciencia. O mejor dicho, no "era" una Ciencia en sí misma, porque el estudio del cerebro estaba lleno de relatividad. Hasta que llegó la demostración irrefutable de la plasticidad cerebral. Entonces, muchos tuvieron que admitir que tal vez la felicidad estuviera en el cerebro, que no era un cuestión relativa sobre psicología, o incluso de la filosofía (y aunque esta última durante mucho tiempo se consideró la "Madre de la Ciencia", la realidad es que la propia Ciencia no la incluye como tal). La Neurología intentó apoderarse de la franja de trabajo de la Psicología por creer que eran ellos los llamados a darle ese carácter de "ciencia fina". La felicidad se puso de moda, los estudios conductuales sobre el comportamiento humano también. Apareció el concepto de Big Data para la comprensión de las individualidades y sus potenciales beneficios comerciales. Se podría decir que se abrió una motivición científica por comprender más a nuestro cerebro. Era una época de bonanza económica. Y dirán que esas cosas no influyen. Pero, no me dirán que, esa magnificiencia hacia la psicología de la motivación y superación personal como búsqueda de la felicidad, no está influida por la sombra social de la desesperanza de intuir que estamos como retrasando el tiempo hacia finales de los años treinta del siglo pasado. La Sociedad tiene intuición como ente colectivo. La Sociedad necesita igualmente esperanza como ente colectivo. Y ahora le toca el turno a esa necesidad social de "escapar" de la que siempre fue la triste realidad. La de entender que los líderes políticos en quien el grueso de la población deposita la confianza del gobierno del Estado trata a la Sociedad como a borregos o marionetas de sus intereses. Lo siento por no ser una idea ni nueva ni original. En unos países más que en otros, sin duda, pero la globalización ya no deja en paz a nadie. Todo se globaliza, hasta la tristeza social y la desmotivación humana. También es lo natural y razonable que surja una literatura motivadora. La necesidad crea el negocio, supongo. Es una consecuencia social como colectivo "global". Continuará...


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