Revista Cultura y Ocio

Fragmento de ANTIGONA de Jean Anouilh

Publicado el 24 octubre 2011 por Adriagrelo


“(...) se extiende junto aAntígona, besándola en medio de un inmenso charco rojo.
Creón (entra consu paje) Los hice acostar, por fin, unojunto al otro! ahora están limpios, descansados. Están sólo un pocopálidos, pero tan tranquilos. Dos amantes después de la primera noche. Elloshan terminado.
El coro: Tú no,Creón. Todavía te queda algo por saber. Eurídice, la reina, tu mujer...
Creón: Una buenamujer que siempre habla de su jardín, de sus dulces, de sus tejidos, de suseternos tejidos para los pobres. Es curiosa la eterna necesidad de prendastejidas que tienen los pobres. Parecería que sólo necesitan prendas tejidas...
El coro: Lospobres de Tebas tendrán frío este invierno, Creón. Al enterarse de la muerte de tu hijo, la reina dejó las agujasjuiciosamente, después de terminar la vuelta, pausadamente, como todo loque hace, tal vez con un poco más de tranquilidad que de costumbre. Y despuéspasó a su cuarto, a su cuarto con olor a lavanda, con carpetitas bordadas ymarcos de felpa, para cortarse lagarganta, Creón. (...)
Creón: Ellatambién. Todos duermen. Está bien.La jornada ha sido ruda. (Una pausa. Dice sordamente). Ha de ser bueno dormir.
El coro: Y ahoraestás completamente solo, Creón.
Creón:Completamente solo, sí. (Un silencio. Apoya la mano en el hombro del paje)Pequeño...
El paje: Señor?
Creón: voy adecírtelo a ti. Los otros no saben; unoestá aquí delante de la tarea, y no puede cruzarse de brazos. Dicen que esuna cochina faena, pero si uno no la hace, ¿quién la hará?
El paje: No sé,señor.
Creón: Claroestá, no lo sabes, ¡Tienes suerte! Nohabría que saber nunca. Se tardallegar a grande, verdad?
El paje: Oh, sí,señor!
Creón: Estásloco, pequeño. No habría que llegar nunca a grande. (Se oye la hora a lo lejos,murmura.) Las cinco. Qué tenemos hoy alas cinco?
El paje:Consejo, señor.
Creón: Bueno,pues si tenemos consejo, pequeño, podemos ir andando.
(Salen, Creónapoyándose en El paje)
El coro (se adelanta): Y es así. Sin la pequeña Antígona,es cierto, todos hubieran estado muy tranquilos. Pero ahora se acabó. A pesarde todo, están tranquilos. Todos los que tenían que morir han muerto. Los quecreían una cosa, y los que creían lo contrario, y aún los que no creían en naday se vieron envueltos en el asunto sin comprender nada. Muertos parecidos,todos, bien rígidos, bien inútiles, bien podridos. Y los que viven todavíacomenzarán despacito a olvidarlos y a confundir sus nombres. Se acabó. Antígonaestá calmada ahora, jamás sabremos de qué fiebre. Su deber le ha sidoperdonado. Un gran sosiego triste cae sobre Tebas y sobre el palacio vacíodonde Creón empezará a esperar la muerte. (Mientras hablaba, los guardias hanentrado. Se instalan en un banco, con la botella de vino tinto al lado, elsombrero hacia atrás, y empiezan una partida de cartas.) No queda más que losguardias. A ellos todo esto les da lo mismo, no es harina de su costal.Continúan jugando a las cartas...
(El telón cae rápidamente mientras los guardias tiran triunfos.)
Selección y lectura: Mary Tramontín

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