Revista Comunicación
¿Quiere pagar por tres vallas, en un camino que nadie utiliza a menos que se pierdan o sean retrasados, por un año?
-¿Qué expresa la ley, sobre lo que puedo escribir o no, en una valla? ¿Supongo que no se puede escribir nada difamatorio tampoco “mierda”, “orina” o “puta”, cierto?
-O... “ano”.
-Bueno… creo que estará bien entonces.
-Supongo que es la madre de Angela Hayes.
-Así es. Soy la madre de Angela Hayes. Mi nombre es Mildred.
-“¿Cómo, Alguacil Willoughby?”... ¿qué?
-¿Qué?
-Sí.
-¿Cómo…? ¿Qué, qué?
-¿Qué?
-Podría arrestarte ahora si quisiera.
-¿Por qué?
-Por vaciar tu cubeta allí. Va contra las leyes ambientales…
-Bueno... antes de que haga eso, oficial Dickson, ¿por qué no va a mirar esa primera valla de allá? Entonces, podremos hablar del puto medio ambiente.
-¿Pusiste esas vallas para seguir jodiendo a la policía?
-Ya están listas.
-Bien hecho. ¡Ve a joder a esos malditos policías!
-No va en contra de ninguna ley de propiedad o de otra mierda. Verifiqué todo esto.
-¿Y dónde verificaste esto?
-En un libro.
-¿En qué libro, genio?
-En uno llamado: “bésame el trasero, no es de tu incumbencia”.
No es difamación si ella sólo está haciendo una pregunta.
Me parece que la policía local está muy ocupada torturando personas negras como para preocuparse por hacer algo por resolver crímenes reales. Pensé que estas vallas quizás sirvan para enfocar sus mentes un poco.
-No sé qué está haciendo la policía, para ser honesta. Solo sé que el cuerpo quemado de mi hija está dos metros bajo tierra, mientras ellos comen donas y hostigan a niños de ocho años por patinar en el estacionamiento.
-¿Y qué tiene que ver el Alguacil Willoughby en esto?
-¿Él es el jefe de ellos, cierto?
Parece que tenemos una guerra en nuestras manos.
-No creo que esas vallas sean muy justas.
-En el tiempo que le tomó venir aquí y quejarse como una perra, Willoughby, probablemente otra pobre chica esté siendo asesinada justo ahora. Pero me alegra que tenga definidas sus prioridades, debo reconocer eso.
-Hay algo más, Mildred. Tengo cáncer. Estoy muriendo.
-Lo sé.
-¿Qué?
-Lo sé. La mayoría en el pueblo lo saben.
-¿Seguirás colocando esas vallas?
-Bueno, no serán tan efectivas después de que se muera, ¿cierto?
Sé que el historial de los derechos humanos en Cuba es muy deplorable cuando se trata de la homosexualidad. ¿Pero matarlos? ¿Seguro que no estás pensando en Wyoming?
¿No es hora de regresar a la casa de mami, Dixon?
¡Oye, Robbie! ¡Creo que el enano quiere acostarse conmigo...! Padre Montgomery…
Sé lo difícil que ha sido para ti, Mildred, el año pasado. Todo lo sabemos. Y si hay algo que necesites estaremos allí. Siempre. Pero el pueblo también sabe qué clase de hombre es William Willoughby. Y el pueblo está completamente en contra de esas vallas suyas.
Toda esa situación es parecida a la de los chicos de su iglesia, ¿cierto? Tienen sus colores, tienen su casa club, son, en otra palabra, una pandilla. Y si están arriba fumando una pipa y leyendo su Biblia mientras sus amigos, miembros de pandillas, se cogen a un monaguillo, bueno... Padre, son igual que esos Crips y esos Bloods... Son culpables. Porque se unieron a la pandilla, hombre. Y no me importa si nunca hicieron una mierda o nunca vieron u oyeron una mierda. Se unieron a la pandilla: son culpables. Y cuando una persona es culpable de cogerse a un monaguillo o de cogerse a cualquier chico... porque sé que ustedes realmente lo minimizan... entonces, ustedes pierden el derecho de venir a mi casa y decir cualquier cosa sobre mí, de mi vida, de mi hija o de mis vallas. Bien, ¿por qué no termina su té, aquí, Padre? Y se va de mi maldita cocina.
-¿Cómo te has sentido, Bill?
-Oh… como si tuviera cáncer en un órgano principal.
-¡Deja de leer malditos cómics y dame el archivo del caso de Hayes!
-¿El caso de Angela Hayes o el caso de Mildred Hayes?
-No hay un caso de Mildred Hayes.
-¿No hizo una visita al dentista hoy, cierto?
-No.
-¿Qué?
-Dije: “no”.
-¿Entonces no fue usted quién perforó un pequeño agujero en la uña del dedo grande del gordo Geoffrey, no?
-Claro que no.
-¿Qué?
-Dije: “claro que no”.
-¿Le hiciste un agujero al dentista?
-No, Denise. No lo hice.
-Y… ¿cómo va el negocio de la tortura de negros, Dixon?
-Se dice negocio de tortura de “personas de color” en estos días.
Si se deshace de cada policía con vagas inclinaciones racistas, entonces tendrá tres policías y todos ellos van a odiar a los maricas. ¿Entonces, qué hará, ya sabe?
-No quise...
-Lo sé...
-Fue un accidente...
-Lo sé, cariño. Es sangre. Iré por alguien...
-Las aves. ¿Contraen cáncer?
-No lo sé. Los perros lo hacen.
-Sí, bueno, no hablaba de los perros, ¿o sí?
El buen camino a casa “Violada mientras moría”. Como si no hubiera dos segundos en el día en el que no pensara en ella o en cómo murió.
-Necesitaremos que te quedes unos días, Bill. No deberías toser sangre.
-Sí. Ya lo había adivinado, doctor.
¡Al chico le crecen cereales en el maldito cabello!
-¡Oh! Necesito usar el baño, pero si hay algún inconveniente… de hecho hay un inconveniente, ¿no es así?... puedo verlo es un inconveniente… puedo aguantarme, está bien...
-Es la primera puerta, bajando de la sala.
-¿Seguro? Siento que estoy invadiendo...
-¡Solo ve a orinar!
-Bien.
-Las vallas no la traerán de regreso, Mildred.
-Tampoco una maldita chica de 19 años, Charlie.
-Sí... pero yo sé eso…
Sólo soy una mierda de padre y tú, una grandiosa mamá. ¿Cierto? ¿Entonces, por qué una semana antes de que muriera, se acercó a mí y me preguntó si podía mudarse conmigo?
-¿Qué pasa con esa nueva actitud rigurosa, Dixon? ¿Tu mamá te ha dado consejos?
-No. Mi mamá... no hace eso…
Aún sin arrestos. ¿Cómo, me pregunto? ¿Por qué no hay un Dios y el mundo está vacío y no importa lo que nos hagamos entre nosotros? Espero que no. ¿Cómo viniste aquí de la nada siendo tan bonita? No tratas de hacerme creer en la reencarnación o algo parecido, ¿cierto? Bien… eres bonita. Pero no eres ella. Ella fue asesinada. Y ahora está muerta para siempre.
Cuando no puedes confiar en los abogados ni en los publicistas... ¿en qué diablos se ha convertido Estados Unidos?
-Él está muriendo, Mildred.
-¡Todos estamos muriendo!
-“Este dinero está destinado al fondo de las vallas de Mildred Hayes porque ella no es la única aquí que odia a los cerdos. Firma: un amigo”.
-¿Supongo que no puedes escoger a tus amigos en estos días, no?
-No hueles a vómito. Lo que es bueno.
-Aquafresh. Un truco que aprendí.
-¿Eres mujer, cierto?
-Tiene un verdadero pene genial, señor Willoughby.
-¿Eso es de una obra? “Tiene un verdadero pene genial, señor Willoughby”. Creo que escuché eso en una de Shakespeare una vez.
-Tonto. Es Oscar Wilde.
NO ABRIR LA BOLSA. SÓLO LLAMAR A LOS CHICOS.
Mi querida, Anne. Hay una carta más larga en el mueble de la ropa que he escrito en las últimas semanas. Esa nos protege a nosotros y mis memorias de nosotros y lo mucho que siempre te he amado. Ésta sólo nos protege esta noche y, aún más importante, de este día.
Éste no es un caso de “vine a este mundo solo y me iré solo”, o cualquier cosa tonta como ésa. No vine a este mundo solo: mi mamá estaba allí. Y no me iré solo... porque tú estabas allí... ebria en el sofá haciendo bromas de pene de Oscar Wilde.
Tus recuerdos finales de mí, serán de nosotros al lado del río y ese tonto juego de pesca en el que creo que ellas hicieron trampa...
Quédate con este día, amor, porque fue el mejor día de mi vida. Besa a las niñas por mí y entérate de que siempre te he amado. Y quizás te vea de nuevo si hay otro lugar. Y si no lo hay… bueno, ha sido el cielo conocerte a ti. Tu chico... Bill.
¿Ves, Red? Tengo problemas con los amigos blancos, también.
¿Sabes quién arrojo esa lata?
-¿Cómo van las cosas con el caso de Angela Hayes?
-¿Cómo van las cosas con el caso “Métase en sus malditos asuntos”?
-¿Cómo van las cosas con “entrégueme su arma y su placa”?
Escuche. No puedo encontrar mi placa. No, en serio… quizás la perdí...
-Creo que acabo de ser despedido. Despedido o suspendido. No estoy seguro...
-Despedido.
-Me debe siete malditos dólares por el conejo.
-¿Supongo que tendrá que quitármelos la próxima vez que pase, no Mildred?
No estoy segura de lo que haremos el resto del día. Es difícil saber qué hacer el día que tu esposo se mató.
Yo decidí pagar el siguiente mes de alquiler de las vallas. Pensé que sería gracioso. Tendrás que defenderlas otro mes entero, después de que me entierren. Ja, Ja, Ja. La broma está contra ti, Mildred, y espero que ellos no te maten. Así que buena suerte con todo eso y buena suerte con todo lo demás, también. Espero y rezo para que lo atrapes.
-¿Te darán algo de dinero por ser despedido y todo eso?
-No sé cuál es el esquema de compensación por arrojar a un sujeto por la ventana, mamá. Supongo que debería de haber investigado eso antes. ¡Déjame buscarlo en Google!
-¿Qué harás, Mildred? ¿Los crucificarás, cómo dijiste?
-Sí, voy a crucificarlos.
-¿A quién crucificarás? ¿A los hijos de puta?
-¡Sí! Crucificaré a los hijos de puta.
-Bueno, será mejor que esos hijos de puta se cuiden.
Esto no le pone un final a nada, maldita retardada. Éste es solo el comienzo. ¿Por qué no pones eso en tu maldito programa “Buenos días, Missouri”? ¡Perra!
Creo que tienes las cualidades para ser un verdadero buen policía, Jason... ¿Y sabes por qué? Porque en el fondo eres un hombre decente. Sé que tú no crees que yo pienso eso, pero lo hago, pedazo de mierda. También creo que estas muy enojado, sin embargo... Y sé que todo empezó desde que tu papá murió y tuviste que cuidar después a tu mamá y todo eso. Pero mientras mantengas mucho odio, no creo entonces que vayas a convertirte en lo que sé que quieres convertirte... en un detective. Porque tú sabes lo que necesitas para convertirte en un detective. Y sé que vas a retorcerte de dolor cuando diga esto. Pero lo que necesitas para convertirte en un detective es amor. Porque a través del verdadero amor, viene la calma. Y a través de la calma viene el pensamiento. Y necesitas pensamiento para detectar cosas algunas veces, Jason. Eso es todo lo que necesitas. No necesitas un arma, incluso. Y definitivamente, no necesitas odio. El odio nunca ha resuelto nada. Pero, la calma sí. Y el pensamiento, sí. Inténtalo. Inténtalo solo como un cambio. Nadie pensará que eres gay. ¡Y si lo hacen, arréstalos por homofobia!
Eres un hombre decente y sí, has tenido una racha de mala suerte. Pero las cosas van a cambiar para ti... Puedo sentirlo.
-¿Entonces, quieres salir a cenar la próxima semana?
-Saldré a cenar contigo. Pero no voy a coger contigo.
¡Y deja de llorar! La sal solo jode tus heridas.
Está bien. Me gusta sostener escaleras.
-¿Aún quieres colocar el de Willoughby, él murió y todo eso?
-¿Por qué no? Él pagó por eso.
-Cierto.
¿Penélope, dijo “engendra”?
Sé que soy un enano que vende autos y tiene problemas con el alcohol. Lo sé. ¿Pero quién diablos eres tú? Eres la mujer de las vallas que nunca sonríe, que nunca tienen nada bueno que decirle a nadie y que, por las tardes,... ¡inicia un maldito incendio en la estación de policía! ¿Y soy yo el que no es mucho? ¡Oye! Sabes, ¡no necesitaba sostener tu escalera!
-¿En serio le dijiste, “ira engendra más ira”?
-¡Oh! ¡Sí! ¡Lo hice! ¡Aunque no lo pensé yo! ¡No puedo reclamar eso! No. Lo leí en un marcador. De un libro que estaba leyendo. Sobre polio. ¿Polo, no? ¿El de los caballos? ¿Polio? ¿Polo?
Sé amable con ella, Charlie. ¿Lo entendiste?
-Así que quería que lo supieras pronto. No quiero darte esperanzas, ¿sabes?
-He tratado de no hacerlo.
-Bueno, todo lo que puedes hacer es intentarlo, como dice mi mamá.
¡Oye, Dixon! Gracias…
Lo hiciste bien, Jason. Lo hiciste muy bien. Pero él no era el sujeto.
Encontré mi placa, después de todo.
-Lamento haberte dado esperanzas.
-Está bien. Al menos, tuve un día de esperanza. Es más de lo que he tenido por un tiempo.
-Bueno... sé que no es el violador de ella. Es un violador, sin embargo. Estoy seguro de eso.
-¿Qué tratas de decirme?
-Tengo su matrícula. Sé dónde él vive.
-¿Dónde vive?
-Vive en Idaho.
-Eso es gracioso. Conduciré a Idaho en la mañana.
-¿Quieres algo de compañía?
-Oye, Dixon.
-¿Sí?
-Necesito decirte algo. Fui yo quien incendió la estación de policía.
-Bueno… ¿quién carajos más hubiera sido?
-¿Dixon?
-¿Sí?
-¿Estás seguro de esto?
-¿De matar a este tipo? No, en realidad. ¿Y tú?
-No, en realidad. Supongo que podemos decidirlo en el camino.