Fútbol y Emoción: La Historia más emotiva del Mundo del Fútbol

Matt Busby era el técnico del Manchester United el 6 de febrero de 1958.  El equipo que por entonces entrenaba estaba llamado a ser uno de los mejores equipos de fútbol de la historia, destinado a romper la hegemonía del Real Madrid en la recién creada Copa de Europa, competición en la que el conjunto blanco había salido vencedor en las dos ediciones disputadas. Se trataba de un equipo repleto de jóvenes talentos que alcanzaba, por segundo año consecutivo, las semifinales, después de empatar a tres goles en el estadio del Estrella Roja de Belgrado. Los noventa minutos de partido habían sido un nuevo homenaje al fútbol de ataque de los “Busby Babes”que ganaban por cero a tres al descanso. Sin embargo, un joven de 20 años, Sekularac, el mejor jugador yugoslavo de la época se hizo con el mando del partido y llevó a su equipo a lograr el empate a falta de pocos minutos para el final del partido. No fue suficiente, la victoria del United en el partido de ida hizo que el equipo de Manchester lograse un nuevo pase a semifinales, donde aguardaba el Milán y la esperadísima final frente al Real Madrid. Los jugadores del United sabían que no eran el mejor equipo, pero sí el más querido por su mezcla de juventud, humildad y carisma.

De regreso de Belgrado, el avión en el que viajaban hizo escala en Munich para reabastecerse de combustible. Se trataba de una tarea rutinaria que era vivida por los jugadores como una excusa para seguir celebrando la victoria y hacer pronósticos de cara a los próximos partidos.  Las partidas de cartas, regadas con abundante alcohol, lograban que el ambiente distendido y de concordia continuase 24 horas después del empate en Belgrado. Este ambiente de cordialidad se rompe tras dos intentos fallidos de despegue. El peligro que suponía la lluvia helada que esa mediodía caía sobre Munich instaló el nerviosismo y la impaciencia en la expedición. Hartos de deambular por el aeropuerto los jugadores proponen posponer el vuelo de regreso hasta que la situación mejore. El comandante del avión insiste en que no hay peligro y que el despegue definitivo tendrá lugar en unos minutos. A las 15:04 se inicia el tercer intento de despegue. Bobby Charlton, ni siquiera se quita el abrigo ya que siente que una corriente de frío intenso se ha instalado en su sangre. Finalmente, el Elizabethan Classconsigue alzar el vuelo. Desgraciadamente, no toma la suficiente altura para evitar colisionar con los árboles del bosque y la casa que indican el final de pista. Trescientos metros después de su arrancada, el vuelo 609 de la British Airways se estrella dejando un reguero de veintidós fallecidos y veintiún heridos.

Entre los fallecidos siete jugadores del United. Entre los heridos, un joven jugador de veintiún años llamado a ser el mejor jugador de todos los tiempos: Duncan Edwards. Se trataba del jugador más querido por la afición inglesa. Un medio izquierdo con una depurada técnica, un control total del balón en el golpeo y una capacidad innata para encontrar el gol en el momento más inesperado. Era tal su potencial que debutó con la selección inglesa a las dieciocho años en un partido frente a Escocia que terminó con una espectacular victoria por 7-2. Era tal su amor por el fútbol que la temporada anterior disputó 95 partidos repartidos entre sus compromisos con el United, la selección y el equipo del ejército inglés. Tras quince días de agonía, Edwards, fallece en el hospital de Munich víctima de sus heridas y de los traumatismos que le dejaron sin uno de sus riñones y con un sinfín de hemorragias que, lentamente, se apoderaron de su cuerpo.
Dos días antes de la muerte de Duncan Edwards el Manchester United volvió a disputar un partido. La vida debía continuar para los diablos rojos. El 19 de febrero de 1958 el Manchester tenía que enfrentarse al Sheffield Wednesday en Old Tratford. En el estadio, las gradas abarrotadas, más de setenta mil espectadores se congregan en el estadio en lo que se convierte en un sentido homenaje a los fallecidos y heridos en Munich. Toda la afición inglesa, ese día, apoyaba a un solo equipo: el Manchester United. A la hora de dar la alineación, los periodistas y aficionados se encuentran que, en lugar de los nombres de los once jugadores que han de saltar al campo, aparecen once espacios en blanco. En el campo, dos de los supervivientes, el portero Gregg y Bill Foulkes, junto con otros jugadores de la cantera y un puñado de fichajes recién llegados salen del vestuario con el alma encogida. En el banquillo James Murphy, asistente de Matt Busby, con el encargo de reconstruir el equipo mientras éste se recuperaba de sus graves heridas.

Un silencio sepulcral se instala en las gradas del Teatro de los Sueños cuando se anuncia por megafonía que se va a emitir un mensaje de Matt Busby desde el hospital de Munich. Se trata del momento más emotivo de la historia del fútbol. Busby con voz profunda y sentida lanza un mensaje de esperanza y futuro no sólo a los aficionados y a los jugadores que, entre lágrimas, aguardaban el mensaje en el terreno de juego, sino a todo un país que se encontraba en estado de shock tras la tragedia. Sus palabras inundan los corazones de Old Tratford: “Damas y caballeros, les hablo desde una cama del hospital de Munich. Después del accidente sufrido hace aproximadamente un mes, les alegrará saber que los jugadores que quedan y yo mismo nos vamos reponiendo poco a poco. Muchos de nuestros chicos se han quedado en el camino, lloramos por ellos, les recordaremos siempre. Con los que quedamos en pie y los que lleguen a ayudarnos les regalaremos lo que era suyo. El Manchester United se levantará y volverá a ser campeón”.
Ese día el Manchester vence al Sheffield por 3-0 ante una multitud emocionada. Tres meses después, ya con Busby en el banquillo acarreando unas muletas, tras deambular el equipo en Liga en donde solo es capaz de ganar un partido de los catorce disputados tras la tragedia, se disputa la final de Copa en Wembley. Se enfrentan el Manchester United y el Bolton Wanderers. Ese día, los jugadores del United saltan al campo con su uniforme habitual: camiseta roja, pantalón blanco y medias negras. Eso sí, podía observarse un cambio en el escudo del equipo, en él, tomando como referencia las palabras de Busby aparece un emblema de un ave fénix resurgiendo se sus cenizas. Los jugadores saltan al campo mientras los aficionados cantan Abide with me (Resiste junto a mi). Se trata de un himno cristiano que se canta antes de la final de la FA Cup desde 1927 que apela a la esperanza en momentos de oscuridad y zozobra.

El Manchester pierde por 2-0, envuelto en la polémica ya que el segundo gol es conseguido gracias a un empujón de Lofthouse sobre el portero Harry Gregg que entra con el balón dentro de la portería. Tras esta derrota los jugadores vuelven a Manchester abatidos sintiendo que han defraudado a su afición. Sin embargo, al llegar a Manchester descubren que miles de personas se habían lanzado a las calles para recibir al equipo. El asombro se instala en la plantilla del United.
Diez años después, el Manchester disputa una nueva final en Wembley. Se enfrentan,  el Manchester United y el Benfica de Eusebio. El resultado es de empate a uno tras el tiempo reglamentario. Pese a haberse adelantado por mediación de Charlton, el Benfica logró empatar a falta de quince minutos para el final y a punto estuvo de llevarse el partido si no llega a ser por la extraordinaria actuación del portero de United, Alex Stepney, tras salir airoso de un mano a mano con la “Pantera” Eusebio en el último minuto de partido aquel 29 de mayo de 1968 y al liderazgo en defensa de Bill Foulkes el conjunto lisboeta se habría llevado el triunfo. En la prórroga, tres goles en apenas cinco minutos al inicio del tiempo extra dan la victoria la United que consigue la primera Copa de Europa para un conjunto inglés.
Al finalizar el encuentro Bobby Charlton está tumbado en la cama cuando recibe una llamada para bajar al salón del hotel para celebrar la victoria. Varios de sus compañeros ya se encuentran en el bar del hotel iniciando la fiesta. Sin embargo, Charlton toma en ese momento una decisión de la que se arrepentiría el resto de su vida, víctima del dolor muscular y de la fatiga decide quedarse en la habitación y no bajar a la fiesta de celebración. Una vez reunida toda la plantilla del United, excepto Charlton, en el bar del hotel los jugadores entran en el comedor entre los aplausos de directivos, autoridades, familiares y amigos allí presentes. Al llegar al centro del salón, los jugadores se detienen y de repente se hace el silencio. Las luces se apagan y una luz ilumina la cortina situada en la pared del fondo del salón. La cortina se corre lentamente y, tras ella, van apareciendo, uno a uno, todos los supervivientes que ya no jugaban del desastre de Munich. En ese momento, el aún entrenador del equipo Matt Busby cogió el micrófono y, en lugar de hablar, cantó.  “I see trees of green, red roses too… and i think to myself what a wonderful world”.

FUENTES CONSULTADAS
ALFREDO RELAÑO "365 historias del fútbol mundial que deberías saber" Ediciones Planeta 2010
"Juego de Espejos" Radio Nacional de España: Radio Clásica 18 de Junio de 2012.
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