Revista Cocina

GALLETAS DE JENGIBRE Y CARDAMOMO [Pintar mola]

Por Anamelm
CAL 513,0 · HC 61,0 · PR 7,2 · GR 27,5 [100 G]

[Y YA SÉ QUE NO QUERÍAS SABERLO]

Galletas jengibre cardamomo 1
Galletas jengibre cardamomo 6
Galletas jengibre cardamomo 3
Galletas jengibre cardamomo 4
Se acabaron las vacaciones.

Por fin. Que ganas tengo de descansar un poco!

Tengo un mes de vacaciones, y en lugar de hacer cosas normales de gente normal en vacaciones [irse a la playa a pescar medusas, jugar a la ensaladilla rusa en los chiringuitos, hacer puenting] me he operado la miopía y para rematar la faena, en pleno post operatorio, en lugar de paz y descanso, he pintado la casa.

Claro que sí.

El verano hay que llevarlo con alegría. Nada mejor para combatir los 40º a la sombra que coger escalera y rodillos y liarse a pintar. Menudo tipín se te queda. Sudas tanto que ya puedes pasar el resto del año sin hacerte ningún peeling, que con los chorretones de sudor te han salido las impurezas desde la primera comunión hasta ahora mismo. 

Y como de todos modos, yo me había tomado lo del descanso muy en serio y no he pisado el gimnasio en todo agosto, pues oye, un poco de movimiento me viene bien, que así luego no me salen agujetas a la primera sesión de spinning.

Además pintar es divertido.

El primer paso, necesariamente es llamar a la casera, y explicarle cuales son tus intenciones con su piso. Y convencer a una adorable anciana que ha elegido un color salmón innombrable para los suelos y un vainilla memorable para la cocina, que vas a pintarle la casa… de colorines. Que blanca está muy sosa. Y de todos modos empieza a ser muy gris.

Primero eliges los colores, en tu cabeza. Y tu compañero elige los mismos colores, en la suya. Os ponéis de acuerdo. Y cuando llegas a la tienda de pintura, descubres estupefacta que el color berenjena es un poco más rojizo en tu cabeza… que en la suya, donde básicamente es violeta. Cuestión del punto de maduración, va a ser.

Superado el trance y elegido lo que más se parece a un consenso entre su gama de colores y tu gama de colores, sales de la tienda con tus dos botes de pintura [de momento, dormitorio y salón, el resto si eso otro año] y ale, a pintar se ha dicho.

Empapelas tooooda la línea de molduras del techo [molduras de los años 40 con cenefas, una cosa muy de Cuéntame], techo que seguirá siendo grisáceo al menos otro año más porque ya no te quedan ánimos de pintarlo de blanco y además no sabes como gestionar tanta moldura y tanta cenefa.

Y cuando terminas, empapelas tooooodos los bordes del suelo a la altura del rodapiés. Y hecho eso, te tomas un descanso cuando en verdad lo que necesitas son unas vacaciones de pintar, que estás ya que no puedes más de poner papelitos y cintas de carrocero por todas partes.

Descansas, empapelas radiadiores, ventanas, cuerdas de persianas, enchufes, interruptores y marcos de puertas, y ya podrías dar la labor por concluida si no fuera porque… aún no has empezado. Un detallín de nada.

Luego pintar mola. O molaría, si no fuera porque el gotelé de mi casera tiene el tamaño de judiones de la granja estampados contra la pared, y tienes que pasar el rodillo en varios ángulos para pintarlos enteros.

También molaría si la anterior mano de pintura no estuviera tan vieja, y las paredes no hubieran tenido humedades, porque entonces no se caerían trozos de pared al paso del rodillo.

Esto, por cierto, hay que explicárselo a la adorable casera. Lo de que faltan trozos de pared, disimulados a golpe de pincel y con mucho pulso.

Una vez pintado todo [paredes, trozos de puerta, manos, pelo, y pies a salpicones] sólo queda… repasar las calvas de pintura, esas que tu agotamiento te hizo ver de manera muy optimista, pero la realidad te dice que no, que son calvas blancuzcas, y que mejor las repasas, y retirar todos los papeles, además de devolver los muebles a su sitio.

Una tontería de na.

Y todo para comprobar que, terminado el dormitorio con éxito de acabado [aunque la pared finalmente no es ni malva ni violeta sino añil suave, no entendemos muy bien qué ha pasado pero a estas alturas ni siquiera nos importa] tienes que empezar con el salón.

Lo dicho, que pintar mola.

Yo había pensado entregarme a la bebida para llevarlo mejor, pero ver doble no me parece la mejor idea para pintar el salón de anaranjado en tres paredes, más una pared anaranjada con un arco morado. No preguntéis, el arco estaba en la casa cuando llegamos. Ya os he hablado de los gustos de mi casera.

Así que puesta a no darme a la bebida, al menos voy a darme al azúcar, que necesito energía para manejar el rodillo. Ya que la cocina no es zona cero, tengo que aprovechar y hornear cosas ricas y reconfortantes que me devuelvan la fe y la esperanza en que todo esto quede bien.

Cosas llenas de mantequilla, para sentirme muy #feliz y muy #gordor y disfrutar en plenitud de una cosa rica, especiada y ligeramente picante, una de esas cosas que horneas una vez cada mucho tiempo… más o menos… lo que tardas en decidirte a pintar.

De todos modos, si nos arrepentimos… siempre nos podemos mudar a otro piso que esté pintado de blanco.

Galletas jengibre cardamomo 2
Galletas jengibre cardamomo 5

INGREDIENTES

[24 GALLETAS, EN MOLDES DE 7 CM]

Mantequilla*, 250 g Azúcar moreno, 150 g Huevo, 2 Harina, 400 g Levadura, 5 g o media cucharadita Jengibre fresco, un trozo hermoso de unos 40 g Cardamomo, 3 vainas

Sal, una pizquitina

Nota: Esta receta es apta para intolerantes a la lactosa. Casi todos los intolerantes podemos tomar mantequilla debido a que la presencia de lactosa es residual, pero si tú no puedes, hay mantequillas especiales en el mercado.

MODUS OPERANDI

Lo primero que haremos será pelar el jengibre, rallarlo lo más fino que podamos, y reservarlo.

En un cazo, calentamos la mantequilla hasta que se funda, y la retiramos del fuego. Incorporamos el jengibre rallado, lo tapamos y dejamos 10 minutos infusionando.

Mientras tanto, vamos pesando en un mismo bol todos los ingredientes secos: harina, azúcar, levadura y sal. Removemos un poco para mezclarlos y reservamos.

Galletas jengibre cardamomo PaP 1

En otro bol, ponemos la mantequilla ya un poco templada, y los huevos. Lo batimos un poco hasta tener una mezcla homogénea. En un mortero, reducimos a polvo los granos del cardamomo y los añadimos aquí.

Incorporamos la mezcla seca de harina, y lo mezclamos hasta tener una masa uniforme, a la que daremos forma de cilindro alargado, como si fuera un chorizo. La envolvemos en papel film, y la dejamos reposar en la nevera una hora como mínimo.

Pasada la hora de reposo, sacamos el tubo de masa de la nevera, lo desenvolvemos y cortamos discos de medio centímetro [bueno, o del ancho que quieras, a más delgadas, más cantidad sale y más crujientes, pero así gorditas tienen mucho encanto y se rompen menos].

Galletas jengibre cardamomo PaP 2

Para hornear, yo he usado una bandeja de galletas, si no tienes una de estas, ponlas en la bandeja normal y deja bastante espacio entre ellas, porque crecerán.

Las horneamos, con el horno precalentado al máximo, a 170 ºC hasta que estén ligeramente doradas, unos 12-15 minutos [según el grosor].

Una vez fuera del horno, las dejamos enfriar sobre una rejilla.

Receta vista en El Comidista

Galletas jengibre cardamomo 7


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas