Unas galletas sencillas y resultonas pero no aptas para intolerantes a la lactosa, como es mi caso. Ya comenté que las hice para regalar y ¡olían de maravilla!
Galletas de mantequilla: 2 yemas de huevo, 1 pizca de
sal, 300 g de harina, media vaina de vainilla o 1 sobre de azúcar
avainillado, 150 g de azúcar extrafino, 150 g de margarina o mantequilla
y 2 yemas de huevo para untar si apetece.
Batimos las yemas de
huevo con sal y las dejamos reposar tapadas durante 1 hora para que se
refuerce su tonalidad amarilla natural. Tamizamos la harina y hacemos un
hueco en el centro. Vertemos dentro las yemas de huevo. Mezclamos la
pulpa de vainilla o el azúcar avainillado con el azúcar y lo
incorporamos. Distribuimos la mantequilla fría sobre la harina en forma
de copos y amasamos todos los ingredientes unos instantes hasta obtener
una masa lisa y la dejamos enfriar durante 30 minutos. Precalentar el
horno a 180ºC Volvemos a amasar, extendemos la masa muy fina y cortamos
las galletas, untándolas (si apetece, yo no lo hice) con las yemas de
huevo batidas. Las dejamos secar unos instantes, volvemos a untarlas con
el huevo para esperar unos instantes de nuevo e introducirlas en el
horno unos 10-15 minutos.