Revista Cultura y Ocio
"Primero cerré las ventanas y corrí el pestillo de la endeble puerta de aluminio. Luego encendí la luz del techo y ajusté la persiana veneciana. Sin corriente, dentro de la caravana hacía un calor sofocante. Fuera, bajo el sol de Florida, la temperatura era de unos treinta grados, pero ahí dentro, con la puerta y las ventanas cerradas, debía de rondar los cuarenta. Cogí un trapo de cocina y me enjugué el sudor que me empapaba la cara y el cuello, me sequé las manos y tiré el trapo al suelo. Antes de poner la jaula portátil de Sandspur en el sofá, comprobé que tenía todos los utensilios sobre la mesa."
Publicado originalmente como libro de bolsillo en 1962, reeditado en tapa dura en 1972 y llevado al cine dos años más tarde; hoy traigo a mi estantería virtual uno de esos títulos que se han ido convirtiendo en libros de culto. Hoy traigo, Gallo de pelea.
Conocemos a Frank Mansfield, narrador y protagonista de la historia. Tiene 32 años y se dedica a las peleas de gallos. Hace más de dos años estuvo a punto de conseguir ser nombrado el mejor gallero, pero le perdió su vanidad... y su bocaza y no lo logró. Desde entonces, Frank no ha vuelto a hablar, y no piensa hacerlo hasta no alzarse con el título.
Las peleas de gallos están prohibidas en los Estados Unidos en este momento, pero no siempre fue así. Hubo una época en la que eran un espectáculo capaz de mover mucho dinero e incluso hoy, se sabe que siguen existiendo en la clandestinidad. De hecho, en 2014 la oficina del fiscal de Estados Unidos orquestó una operación para desmantelar este tipo de peleas y se rescataron más de 1.600 gallos. Si así siguen las cosas podemos imaginar lo que era esto hace no tanto tiempo. Y este es el mundo en el que nos mete Willeford en su novela. Y ya podemos empezar a acostumbrarnos, pensamos desde un impactante primer capítulo.
Si me preguntaran lo que pienso de las peleas de gallos creo que no encontraría el adjetivo adecuado para un espectáculo así. Y por eso tardé en decidirme con esta novela. Sabía que iba a leer sobre gallos, galleros, espolones, dietas, ejercicios... y entrar en un mundo que ya de antemano me repelía.Sin embargo no podía evitar mirar el libro de reojo cada vez que pasaba por el estante, hasta que al final, me decidí a dejarme embarrar. Como resultado me he encontrado con una narración directa, efectista, pulp a grandes ratos, que pese a la crueldad de las imágenes que nos puede estar representando, evita juzgar lo que allí nos explica. Willeford nos sumerge en este tipo de vida a través de su protagonista y, ya desde las primeras páginas, lo hace a la fuerza, como si nos metiera la cabeza bajo el agua sujetando con la mano para no dejarnos salir... pero sin llegar a ahogar. Porque también somos conscientes de que estamos ante un narrador que conoce lo que escribe que hubiera podido ser mucho más cruel con el lector. Pero entonces hubiera perdido la fuerza de la narración, que no son los gallos ni las peleas; el verdadero gallo de pelea del que nos habla el título es su protagonista, Frank. Un hombre que no tiene nada, o que lo que tiene y a lo que se agarra es su honor. Un curioso sentido del humor que le puede permitir traicionar a una mujer, o cederla, pero que se muestra inflexible en cuanto a gallos se refiere. Un honor de gallero y un hombre que parece empeñado en limpiarse y conseguir su objetivo a toda costa. Ese es el Frank narrador que ha decidido no hablar y se comunica con gestos o notas haciendo pensar a la gente que es mudo y convirtiéndose, para su desdicha, en pilar de confidencias. Algo horrible, verse como una suerte de confesor improvisado de secretos que no pidió saber y de lo que el propio Frank se queja reflexionando sobre la incapacidad de hablar. Frank sobrevive con un objetivo y nos muestra un mundo eminentemente masculino en el que las mujeres no tienen más cabida que la de uso y disfrute, Frank no nos cae simpático y su autor tampoco lo pretende. Tiene un objetivo, sí, pero no busca una evolución y tampoco una redención, es, simplemente, un hombre. O algo tan complicado con un hombre con una vida extraña y un voto de silencio aún más extraño. Y eso es lo que le hace tan interesante y consigue llevarnos a lo largo de toda la narración.
Gallo de pelea es un libro para leer sin prejuicios. No hay que pensar que estamos leyendo un manifiesto a favor o en contra de las peleas de gallos. Y tampoco que habla de una exaltación de este "espectáculo". Lo que el autor consigue es entrar dentro de este círculo cerrado y desconocido y mostrar sus códigos de honor y deshonor, las costumbres y la pasión que mueve a quienes se dedican a ello, los cocker, los galleros.
Esta vez es un libro difícil de recomendar por la temática pero no por la calidad literaria. Muchas veces nos acercamos a libros movidos por la curiosidad por un tema o una ambientación que nos son desconocidos. Y ese es un motivo tan bueno como cualquier otro para acercarnos a un buen libro. Y Gallo de pelea, es un buen libro.
Y vosotros, ¿sois de los que también os acercáis a los libros movidos por la curiosidad por su ambientación o periodo en el que se desarrolla, contexto...?
Gracias