Cuando Maradona, consciente de que como entrenador hay aristas que aún no domina, pidió que, tras la negativa rotunda que recibió tras pedir a Ruggeri, Gamboa se sumara a su cuerpo técnico para añadir una mirada más calificada tácticamente que la del inexperimentado Mancuso y el ignoto Lemme (hoy ya afuera del cuerpo técnico), desde Chacarita pusieron el grito en el cielo. La voz cantante fue la del vicepresidente Villarruel, quien como una fiera salió a defender lo suyo y a dejar en claro que Gamboa tenía contrato con ellos y no pensaban dejarlo marchar en una situación límite como en la que están, buscando gambetear el descenso. Luego de la caída contra Huracán, la cuarta en fila, la misma directiva funebrera le puso punto final al ciclo del Negro.
La continuidad de Gamboa venía tambaleándose desde hace semanas, por la falta de victorias y su mala relación con el presidente Celio. Más de una vez le habrían solicitado que cambiara su estilo ofensivo basado en el toque por una cara más conservadora -defendió con línea de tres en varias ocasiones-. Pese a las derrotas y el poco material disponible, el saliente técnico logró a darle a Chaca un sello propio. Intentó y consiguió jugar algunos tramos de buen fútbol como buscó su entrenador. Tuvo al líder Independiente contra las cuerdas y perdió inmerecidamente. Su primera experiencia, al mando de Newell´s, también regaló una agradable imagen y se fue de la Lepra por el cambio de gobierno.
Es un DT joven, con recelo por la postura dominante del miedo en el fútbol argentino y con mucha proyección. Con este curioso giro de 180 grados, y pese a que su intención era quedarse a revertir la historia, Gamboa ya es un hombre libre de compromisos para sumarse al cuerpo técnico de la Selección y darle una mano a su amigo Maradona para preparar al equipo de cara al Mundial de Sudáfrica.
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