Revista Cultura y Ocio

García Sarmiento de Sotomayor

Por Enrique @asurza

García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra y XVI virrey del Perú. Era natural del valle de las Hachas, en Galicia. Hijo de don Diego Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra, marqués de Sabroso, y de doña Leonor Enríquez de Luna. Visto su celo en el cumplimiento de diversos cargos cortesanos, fue nombrado en 1631 maestre de campo de la infantería organizada en Galicia para marchar a Flandes; y sucesivamente pasó a ser asistente y capitán general de Sevilla (1634) y gobernador de la armada real. En compañía de su esposa, doña Antonia de Acuña y Guzmán, se trasladó a la Nueva España cuando fue nombrado para ejercer el gobierno de este virreinato en 1642. No fueron de poca notoriedad las disensiones que mantuvo allí con el codicioso e impaciente obispo Palafox, apoyando resueltamente a los jesuitas en la disputa que siguieron con el prelado. El episodio quedó suspendido en virtud del retorno de Palafox a la metrópoli y de las reales provisiones de 8 de julio de 1647, que removieron a Salvatierra al virreinato del Perú. Fue de hecho el sétimo gobernante novohispano que recibía la investidura del cargo mejor remunerado de las Indias.
Hombre de espíritu melancólico y aquejado de crisis hipocondríacas, don García desarrolló una actividad gubernativa de tono discreto y moderado.

García Sarmiento de Sotomayor como virrey del Perú

García Sarmiento de Sotomayor tomó posesión del mando en la ciudad de Lima el 20 de setiembre de 1648. Siguió por la senda que le habían señalado sus antecesores y procuró mantener el orden establecido. En Huancavelica, la pérdida de la rica veta y el fracaso del sistema ideado por Vasconcelos, hicieron que bajase la producción. Para remediar tal coyuntura envió Salvatierra visitadores, pero no adelantó mucho y sólo en tiempos del gobernador Juan Vásquez de Acuña la situación mejoró. Las carencias mineras dieron lugar a que el número de mitayos disminuyese en todas partes, con lo cual se limitó en parte la población de las provincias. Pero mayor daño se siguió con las composiciones de tierras que originaron fraudes y despojos en perjuicio de los indios. El 31 de marzo de 1650 sobrevino en el Cuzco uno de los terremotos más desastrosos; el conde hizo lo que pudo para remediar la suerte de los vecinos y los exoneró de impuestos. En Paraguay, donde el obispo Bernardino de Cárdenas levantó una tormenta, una de cuyas primeras víctimas fueron los jesuitas de la Asunción, el virrey nombró visitador a don Andrés de León Garavito y ordenó que el obispo compareciese ante la audiencia de Charcas. Se calmaron los ánimos y el obispo salió de su diócesis para no volver más a ella.
Por otra parte, ante posibles incursiones de los portugueses, dispuso que los comerciantes de esa nación vendieran las naves que poseían para sus operaciones en el océano Pacifico; y para cortar la circulación de la moneda de baja ley, limitó primero su valor cancelatorio y luego declaró su invalidez. Efectuó cierta ordenación administrativa, proveyendo al cobro de cuanto se debía a la real hacienda y fomentando la extracción mineral. Favoreció las misiones de Maynas, especialmente las atendidas por la Compañía de Jesús. Ordenó la construcción de una pila ornamental en la plaza mayor de Lima. El 24 de febrero de 1655 cedió las insignias de mando a su sucesor en el virreinato, el conde de Alba de Liste, aunque debido al estado de guerra entre España e Inglaterra, hubo de permanecer residiendo en Lima. Aquí lo sorprendió la muerte el 26 de abril de 1659.


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