Revista Opinión

Gatillo fácil

Publicado el 10 junio 2010 por Javiermadrazo

Agentes de una patrulla fronteriza entre Estados Unidos y México mataron el pasado martes a un joven de catorce años de edad, mientras jugaba con unos compañeros en un enclave próximo a la Ciudad de Juárez. El FBI se ha comprometido a investigar los hechos, pero hasta el momento no los ha condenado, y nada parece presagiar que se depuren responsabilidades ante un acto tan grave como éste, que puede calificarse, sin duda alguna, como un asesinato, en palabras del Gobierno de Chihuahua, estado en el que tuvo lugar la tragedia.

El adolescente, que se encontraba en las proximidades de un puente que une Estados Unidos y México, fue primero perseguido y después abatido a tiros; su delito, acercarse presuntamente al paso fronterizo, sin intención de cruzarlo. En realidad, llueve sobre mojado, Hace una semana otra patrulla policial acabó a golpes con la vida de un inmigrante mexicano, que había vivido y trabajado en situación irregular durante más de veinte años en Estados Unidos. Noticias como éstas pasan inadvertidas en los medios de comunicación y muestran la catadura moral de la tierra del Tío Sam.  

El país de las oportunidades (¿), donde cualquiera puede llegar a ser presidente (¿?) utiliza, con la impunidad y la soberbia de quien se siente amo del mundo, la fuerza de las armas contra personas tan indefensas como vulnerables, que, en cambio, son tratadas como criminales. Arizona abrió el camino con la elaboración de una ley, que da carta verde a sus agentes para que investiguen el estatus de todas las personas que resulten sospechosas de ser inmigrantes sin documentación. Residir ilegalmente en Arizona es un crimen estatal y quien les contrate comente un delito grave.

Todo un ejemplo de democracia y convivencia. California y Texas podrían tomar ejemplo de esta norma, que viola derechos humanos y convenios internacionales, sin que nadie levante su voz contra tanta intolerancia y fanatismo. Al joven asesinado el pasado martes le mató una patrulla policial, pero los responsables son quienes impulsan discursos xenófobos y racistas, que después justifican leyes retrógradas y reaccionarias, que, en última instancia, legitiman la caza del inmigrante.

Nadie recuerda que Estados Unidos es lo que es gracias al trabajo de millones de personas llegadas de otros mundos, que, en muchos casos, abanderan ahora el linchamiento al ilegal (¿?). Hemos perdido la memoria y con ella la dignidad. Ocurre, además, en todos los ámbitos de la vida. La avaricia y la codicia de la banca y la patronal nos han conducido a una crisis sin precedentes, y en lugar de castigar a los culpables como se merecen les damos nuestra confianza y con ella nuestro voto.

Ha ocurrido en Holanda ayer mismo, pero ya pasó en las elecciones al Parlamento europeo, celebradas en 2009, cuando la extrema derecha obtuvo representación en doce países. Debe ser el síndrome de Estocolmo, pero aún así me cuesta entender tanta querencia por nuestros verdugos. El candidato del partido liberal de derechas VVD, Mark Rutte, ha ganado por un escaño a los socialdemócratas,  con una promesa, que más bien es una amenaza: acabar con el estado del bienestar. El masoquismo gana adeptos. Claro que Rutte, prosible primer ministro,  se defiende asegurando que los socialistas españoles aplican ajustes aún mayores que los que él reivindica.  Por cierto, la extrema derecha ha pasado de 9 a 24 escaños, se convierte en la tercera fuerza del país e incluso podría entrar en el Gobierno. Su lema: Blindar fronteras y expuslar a los musulmanes. ¡Paren el mundo que me bajo! 


Volver a la Portada de Logo Paperblog