Revista Ciencia

Gatos protegidos, el santuario de Torre Argentina (Roma)

Por Nazarinasociacion

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En el año 44 a.C, Julio César fue apuñalado en la Curia del Teatro de Pompeyo, que se encuentra en el área sacra de Torre Argentina. No sabemos si en aquella época había gatos rondando por los parajes (el gato no es un animal muy representado en los frescos y mosaicos romanos, pero eso será el tema de otra entrada), aunque desde el descubrimiento de las ruinas de Torre Argentina en 1929, los gatos eligieron el lugar como refugio. Gatos abandonados, perdidos, callejeros, todos llegaban atraídos por la protección que ofrecían las ruinas, situadas por debajo del nivel de la calle.

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Entonces aparecieron “le gattare”, como llaman los romanos, con cierta condescendencia, a las mujeres que se dedican a

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alimentar a los gatos callejeros. Viendo que se les llevaba de comer, la gente se acostumbró a abandonar a sus gatos en el lugar. Total, ¿qué más da uno más o menos? Nadie pensaba que esos gatos se multiplicaban, que la demanda de alimentos y las enfermedades aumentaban exponencialmente. Una de las más famosas “gattare” fue Anna Magnani, como ya contamos en una entrada publicada el 24-03-2015.

El actor Antonio Crast consiguió la llave de una especie de cueva para, al menos, poder almacenar la comida que compraba para alimentar a los gatos. En los años ochenta, Franca Stoppi, otra actriz, recogió el testigo de su compañero y decidió que no solo se debía alimentar, sino castrar a los gatos de la zona, cosa que empezó a llevar a cabo con la valiosísima ayuda del veterinario Stefano Baldi. Años de ímprobo esfuerzo llevaron a Franca Stoppi al borde del colapso físico y económico. En 1993, Silvia Viviano y Lia Dequel empezaron a ayudarla y se dieron cuenta de que era necesario buscar una solución. Trabajaban en pésimas condiciones y cada primavera la población de gatos volvía a aumentar debido a los abandonos. Consiguieron hacer un censo: se responsabilizaban de 550 gatos.

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En 1995, una inglesa les habló de una protectora británica que conseguía increíbles resultados. Se pusieron en contacto con la organización, que les dio apoyo moral, material y valiosos consejos. No tardaron en entender que el lugar donde estaba ubicado el santuario les ofrecía una posibilidad para conseguir fondos y se atrevieron a abordar directamente a los turistas que se interesaban por los gatos mientras visitaban las ruinas. Y funcionó. Se corrió la voz y empezaron a llegar las donaciones. En septiembre de 1998, una pareja estadounidense organizó una cena benéfica para 120 personas en su casa de Roma. La esposa del embajador británico organizó otra algún tiempo después para 500 personas…

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No solo se pudo mejorar la calidad del pienso y seguir esterilizando, hubo suficiente dinero para vacunar y desparasitar a la enorme colonia. También consiguieron que el Ayuntamiento de Roma les pusiera agua corriente y luz eléctrica en las instalaciones. Actualmente, todos los gatos del santuario de Torre Argentina están esterilizados, vacunados y desparasitados. El refugio cuenta con una pequeña clínica veterinaria para atender casos urgentes y una tienda de recuerdos para recaudar fondos. Además, se ha organizado un sistema de adopción que funciona muy bien. Siguen sin recibir ayuda financiera por parte de la ciudad de Roma, a pesar de ser una auténtica atracción turística; más aún, el Departamento Nacional de Arqueología está empeñado en echar a los gatos porque “dañan la dignidad de un área sagrada”. De momento no lo ha conseguido y el santuario lucha para legalizar su situación.

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El principal propósito del santuario de Torre Argentina es reducir la población de gatos callejeros mediante campañas de esterilización en las que se incluyen otras colonias de gatos de la ciudad. No les es posible seguir acogiendo gatos e intentan dar prioridad a los mutilados, ciegos o discapacitados.

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Una “gattare romana”

Enlace de la página web oficial del santuario.


Gatos protegidos, el santuario de Torre Argentina (Roma)

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