Revista Política

Gaza

Publicado el 21 julio 2014 por Siempreenmedio @Siempreblog

Humillación. Lo que está pasando en Gaza me tiene bloqueada. Soy incapaz de argumentar apenas unos párrafos que me permitan describir qué siento ante esta ofensa, este ultraje al ser humano, este insulto a la ciudadanía, esta terrible injuria a un pueblo pobre, avasallado por uno rico mientras todos los demás lo vemos a diario por televisión como si fuera un espectáculo más del circo en que vivimos. La indecencia de muchos Estados, concretamente los más ricos, sume a Palestina y a la franja de Gaza en la ignominia, en la mayor de las infamias, en la afrenta constante y en el triste desdén.

Abuso. La injusticia campa a sus anchas, juega a las cartas y siempre gana; el despotismo inunda las calles de este pequeño territorio, esta especie de prisión donde se deshonra a los vecinos, donde el atropello y la ilegalidad suman enteros, donde la violación de derechos es sinónimo de cotidianidad. Una tropelía tras otra, no hay tregua verdadera. La violencia es la ley.

Dolor. Pasan días, pasan años y la angustia y el daño son tormento, son suplicio y calvario y torturaaflicción.

Padre y hermano de dos de los niños asesinados por Israel en el puerto de Gaza. La imagen es de EFE.

El padre y el hermano de dos de los niños asesinados por Israel en el puerto de Gaza. La imagen es de EFE.

Tragedia. Un pueblo al que Israel no le permite salir del drama, al que le han puesto un corsé fijo de catástrofe inyectado en desgracia, una tierra que no se recupera de un desastre provocado por antiguos hermanos, que salta de la más terrible calamidad a la tristeza de no encontrar un atisbo de esperanza. Y todo ello mientras quienes podrían poner fin a este esperpento permiten tal abuso y miran para otro lado.

Desesperación, angustia, exasperación. La ansiedad es hermana de la congoja y el sufrimiento copa las mayores cuotas de audiencia.

Llanto. A lo lejos se oye el gemido, el desconsuelo de unos padres, unos hermanos, unos hijos que lo han perdido todo, un suspiro que no calma, el lamento eterno que no tiene visos de acabar.

La destrucción es prima hermana del exterminio e intercambia cromos con lo más terrible: la muerte irracional que pone en práctica quien se cree con el derecho a terminar con todo y con todos. Desolación.

Odio. Es la marca de los exterminadores, el desprecio y la rabia.

Desesperanza. Las calles son escaparates de tristeza.

Sí, ahora ya sé qué siento. Vergüenza.

parlamento europeo

 


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