Revista Cultura y Ocio

Genealogía de la verbena de San Juan en Madrid

Por Historia Urbana De Madrid Eduardo Valero García @edjaval

En el romance sexto de la batalla de Roncesvalles queda clara esta aceptación:

" donde moros y cristianos


Sobre la celebración árabe, principalmente en la mañana de San Juan, dice el Romancero general de 1614, en el tercero morisco de Zara, esposa de Boabdil:

Zara, muger del rey chico

con sus mas queridas damas,

Celinda, Adalifa y Zaida,

no con marlotas bordadas;

con muchas perlas sembradas,

blancos, mas que la nieve blanca.

Llevan sueltos los cabellos

y mas, al desden la reina

no dice al rey lo que pasa,

ni quiere que en la ocasión

su pena sea declarada.

a todas la reina habla..."


Los antiguos griegos y romanos celebraban en honor de las Gracias la fiesta llamada Carista, en la que se las ofrecían inciensos y tortas. Se celebraba por la noche -de ahí la necesidad del fuego-, cantando himnos, bailando a las puertas de los templos, y dando paseos bullangueros por el campo. A la mañana siguiente se daban suculentos banquetes, denominados bellaria, a los que asistían los noctámbulos en obsequio de las Gracias.
Por su parte, existe también la creencia de que la fiesta se celebraba en memoria del incendio de Roma, que, según Plutarco, había acontecido por el solsticio de verano.

Lo cierto es que las civilizaciones antiguas celebraban el ritual de encender hogueras para purificar y dar fuerza al sol en el solsticio de verano. Fiesta pagana que el cristianismo adecúa luego a su santoral, haciéndola coincidir con los Santos Juan y Pedro, de las que nacen las verbenas homónimas.

El pintor realista francés Jules Aimé Louis Breton (1827-1906), cuyo mayor interés fue retratar la vida rural y sus costumbres, realizó en 1875 estas dos versiones de la fiesta de San Juan. Ambas representan la misma escena, quizá la primera por la noche y la segunda por la mañana de San Juan.

Genealogía de la verbena de San Juan en Madrid

Genealogía de la verbena de San Juan en Madrid

La religión acepta este ritual pagano y lo adapta a sus criterios, llamándolos Fuegos de San Juan.

"Plantábase un árbol seco en el centro de la plaza de ciertos pueblos, delante de la fachada de un castillo feudal, ó de un convento, ó en lo alto de alguna colina, y en derredor de él iba amontonándose leña, formando un gran promontorio de combustible. Adornábase á mas aquella gran pira con guirnaldas y banderolas, poniendo en algunas una gran rueda de carro, símbolo del disco del sol; y luego que había anochecido iba la municipalidad de gran ceremonia en algunos distritos, ó la comunidad religiosa, ó el clero secular en otros en procesión, y cantando las letanías ú otras preces, á pegar fuego con los cirios benditos al árbol de San Juan, cuya ceremonia se vé figurada en los bajos relieves de algunas catedrales."


Aquellos fuegos fueron prohibidos por el riesgo a provocar incendios; sin embargo, en el Siglo XIX, a pesar de la prohibición de hacer hogueras, se seguían encendiendo fogatas.


Por su parte, la Noche de San Juan tiene connotaciones sexuales; noche embrujada, de amores, en la que otros fuegos -que no los de la hoguera- encienden pasiones, y se apagan deseos. Noche de destinos venturosos, decepciones y supersticiones.

buen amor cuando vendréis,

para San Juan me aguardéis."

En los Siglos XVI y XVII pasa del romance a la comedia de capa y espada, de amores secretos y novelescas aventuras.
San Juan de la Cruz nos dejó un ejemplo en su "Noche oscura":

con ansias, en amores inflamada,

estando ya mi casa sosegada.

por la secreta escala, disfrazada,

estando ya mi casa sosegada.

en secreto, que nadie me veía,

sino la que en el corazón ardía.

más cierto que la luz de mediodía,

en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste!

¡oh noche amable más que el alborada!

amada en el Amado transformada!

que entero para él solo se guardaba,

y el ventalle de cedros aire daba.

cuando yo sus cabellos esparcía,

y todos mis sentidos suspendía.

el rostro recliné sobre el Amado,

entre las azucenas olvidado."

Por su parte, Lope de Vega y Carpio contaba de las noches y mañanas de San Juan:

pues mis amores se van.

que era la hierba amorosa,

pondré la blanca azucena.

Prados de tristeza y pena

pues mis amores se van.

[De La burgalesa de Lerma]

Mus. La mañana de San Juan, mozas,

vamonos a coger rosas.

Uno solo Pues que tan clara amanece...

Todos Vamos a coger rosas.

Uno Y todo el campo florece...

Todos Vamos a coger rosas.

Uno Aquí hay verbena olorosa.

Todos Vamos a coger rosas,

la mañana de San Juan, mozas,

vamos a coger rosas.

Uno Adonde cantan las aves...

Todos Vamos a coger rosas.

Uno Y corren fuentes suaves

Todos Vamos a coger rosas.

Uno Aquí convida la sombra.

Todos Vamos a coger rosas,

la mañana de San Juan, mozas,

vamos a coger rosas.

[De La hermosa aborrecida]

Que si buena es la verbena,

más linda es la hierbabuena.

que si linda era la verbena,

más linda era la hierbabuena.

[De Las mocedades de Bernardo de Carpio]

A propósito de los amoríos "sanjuaneros", escribe Eduardo Gasset en 1853:

" ¡Ay! la noche de san juan


Celebración de la verbena
Es posible que la verbena de San Juan se celebrase primitivamente en los márgenes del río Manzanares, en la llamada Pradera del Corregidor, desaparecido espacio de Madrid donde se realizaba el entierro de la sardina.En nuestras efemérides de 1913 hacemos referencia a la pradera y su entorno.

Noche azul, noche serena,

á orillas del Manzanares.

Y ya envueltas en el manto,

ya en el suelto rebocillo,

damas de la villa encanto

á la fiesta del Sotillo.

Y allí entre las enramadas

dulces querellas de amores.

Oculto entre la espesura,

doncel de noble apostura,

espera el momento ansiado.

Triste, inquieta, silenciosa,

cual la noche misteriosa,

va del rio á la ribera.

ó por los celos guiada.

tú que en las noches oscuras

con los secretos le quedas:

que soñando amor vinieron,

y en tu soto se perdieron

en la noche de San Juan.

Mas callas, y tu corriente

quizá por ser tan prudente

los amantes en sus citas.

Posteriormente, la noche o verbena de San Juan se festejará en las inmediaciones de Recoletos y Paseo del Prado.
En 1631, el conde-duque de Olivares organiza una de las más solemnes y pomposas fiestas de San Juan para el rey Felipe IV. Se celebró en los jardines contiguos al Paseo del Prado y fue una de las más sonadas del Madrid de los Austria.

Con la fundación de la capilla de San Antonio de la Florida, primero, y la de la Virgen del Puerto, después, los madrileños llevaron sus verbenas a esas zonas, incluida la de San Juan. Más tarde, Carlos III la traslada a la Plaza Mayor y nuevamente al Paseo del Prado, por considerar que era un espacio más fresco y cómodo; amén de los cuidados que el Ayuntamiento daba a esta zona, preferida del monarca Borbón.

A las once de la noche, vísperas de San Juan, el pueblo madrileño acudía al Prado para festejar y darse paseos desde la Puerta de Atocha hasta la de Recoletos. Hacia 1811 se suma al espacio de festejos la Plaza de Antón Martín, por haber llevado allí el Ayuntamiento la venta de flores, pero la gente continuará prefiriendo el Prado y Recoletos.

En 1855, otra sociedad llamada "Camelia" celebraba un baile en el Jardín de Estrada del Paseo de Recoletos.

Finalizamos en el Siglo XIX la tradición de la verbena de San Juan. Ponen broche final a este artículo los versos del poeta asturiano del Siglo XX, Alfonso Camín Meana:

Noche de San Juan. Tú eras

vuelo de falda y de trinos;

sobre los montes vecinos,

de unos castos esponsales

á son de parche sonoro.

ni con el sol de Ultramar."

Ignorando que en tus sayas,

que antes te vi almidonar,

había un rumor de playas,

lona florida en el viento,

por los caminos del mar.

Siluetas de los "varales",

blanco de las carreteras,

entre las rojas hogueras,

igual que piedras, al río.

prisionera en los juncales.

como la hoguera en la cima!

¡Hoy, que vuelvo á los senderos

se van pactando las bodas

por los caminos caseros!

del cielo, como un neblí!

¡Y el campo, que aún huele á ti

en la noche de San Juan!

de tu pañolón de seda.

¡Malhaya el barco, mujer,

que me ha llevado á Ultramar!

sin aquel sueño de mar!

Cuando cruzo por el prado

por donde fué tu pisada.

llama en los montes vecinos;

con tu recuerdo y mi afán

voy por los viejos caminos,

detrás de mi pensamiento.

lona florida en el viento,

por los caminos del mar!


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