Revista Cultura y Ocio

George de la Tour, una luz transversal

Por Manu Perez @revistadehisto

George de la Tour nos ha dejado ciertas incógnitas sobre su vida. No se conservan cartas, escritos o tratados que nos den más pistas de su obra. Es el pintor barroco francés que no continúa una línea clasicista que desde la corte parisina marcarán N. Poussin y C. Lorraine.

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George de la Tour, una luz transversal

Como si de un lugar  en ninguna parte se tratara, de la Tour, como decíamos, está a medio camino de ninguna parte. Quizá por ello, comprender a este pintor es más sencillo observándole que recordar sus influencias. Es capaz de crear un lenguaje propio, un dominio de la luz y del dibujo en sus personajes, que en nada se parece a nadie.

Como veremos más adelante, su luz y los juegos con ella en la “etapa nocturna” alcanza unas escenas que tienen toda una vida íntima, detallista y minuciosa del personaje. Sabemos que se casó con una joven de familia bien posicionada. Le alcanzó para montar un taller en la ciudad de Nancy después de volver de París y ser conocido en la corte de Luis XIII.

Recibió encargos reales, pero también del poderoso Cardenal Richelieu y de nobles como el Duque de Mantua. Así pues, pronto se hizo conocido y puso a trabajar su taller. De su primera época destacan obras que tienen que ver con escenas de hombres humildes, gitanos, músicos callejeros, prostitutas, etc. a los que encierra en escenas tumultuosas, complejas y realistas. Se sabe que gastaba muy mal humor, cierta altanería y soberbia, quizá por su pronto reconocimiento en la corte.

Hay diferentes interpretaciones de su trabajo, quizá sus personajes de cuadros de cartas, “El engaño del As de diamantes”, o el de “El As de picas” no sean mas que denuncias de una sociedad hipócrita, falsa, llena de personajes pertenecientes a una burguesía mercantilista que solo busca vanidad. El juego de manos, de miradas que emplea en estos dos cuadros pueden tener esta intención, aunque, quizá, simplemente se trate de una mirada satírica a su sociedad.

Hacia 1630 de la Tour va a dar un cambio progresivo a su pintura hasta alcanzar un estilo personal. Entramos en su llamada “etapa nocturna”, por sus escenarios oscuros e incluso claustrofóbicos. A la vez, sus protagonistas van a tener una presencia más potente, donde podemos intuir todo un mundo interior y psicológico que podemos ver, por ejemplo, en su retrato de San Pablo, más que un santo, parece un filósofo griego en los último años de vida, cansado, delicado y ausente. Otro cuadro de estas características es el de San Jerónimo penitente. Consigue un realismo que nos muestra a través de un cuerpo anciano, doloroso y que deja marcado el paso del tiempo en la flacidez de sus arrugas en el brazo.

Si nos detenemos en la serie de las Magdalenas, George de la Tour consigue escenas llenas de intimidad, quizá “La mujer quitándose pulgas” sea la primera M.ª Magdalena, aunque es demasiado atrevido para el tiempo de contrarreforma que corre. El juego de la luz de la vela contra el espejo y la situación de arrepentimiento dan al cuadro, a mi entender, un toque atrevido, sensual en detalles de su corpiño en la falda, quizá demasiado levantada. Su cara, rostro de mirada perdida, le da al cuadro una solución misteriosa a la escena. El juego de la luz de la vela a la que nos acostumbra el pintor nos hipnotiza, nos lleva a la intimidad de la escena, equilibrada en colores rojos, en la falda, y blancos, en la blusa, que compensa la circunstancia. La atmósfera es fría, humilde y solitaria, pero observando el cuadro crees estar en él. Su “etapa nocturna” se completa con cuadros de una fuerza terrible, como el “San José carpintero”, de nuevo esquema central de una vela y juegos de claroscuro. Un anciano en una escena que mueve al cariño, que transmite el niño Dios y el escorzo de San José.

George de la Tour va a morir después de dos semanas de la muerte de su mujer en una época de epidemias en la Lorena francesa. Va a dejar su taller en manos de su hijo, sin embargo, este no va a tener ningún éxito. De la Tour completa una época de la pintura barroca francesa que nada tiene que ver con las corrientes parisinas ni el manierismo de finales del siglo XVII. De la Tour alcanza una pintura personal, que crece en el tiempo, que evoluciona a lo largo de su vida hacia una expresión y lenguaje propio.

Autor: Marcos Fernández García para revistadehistoria.es

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Bibliografía

-VV. AA.: Los Realismo en el Arte del Barroco, Madrid, Editorial Ramón Areces, 2015.

-VV.AA., Los Pintores de lo Real, Fundación Amigos del Museo del Prado, Ed. Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2008.

-https://www.museodelprado.es/actualidad/exposicion/georges-de-la-tour-1593—1652/c5c86bb6-04fa-4bd5-9847-912ba0081d8b

-https://elpais.com/especiales/2016/georges-de-la-tour/

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