Escribo a la vista de las noticias que explican que Holaluz, la startup energética de los "precios justos" que iba a "cambiar el mundo" (lo tomo el artículo de Antonio M. Vélez en eldiario.es) está al borde de la quiebra.
Gestionar no es fácil. Hay al menos tres factores en los que hay que jugar y acertar:
Son factores que deben estar bien planteados y ejecutados, y que deben estar encajados, alineados entre ellos.
En el caso de Holaluz dos de esos tres factores no parece que hayan encajado bien.
El proyecto era ambicioso y estaba bien pensado. Sus promotores pensaban a lo grande (ojo con ello, porque es un arma de doble filo). Sacaron la empresa a bolsa, con la ambición de alcanzar 1.000 millones de euros de facturación en 2023 y obtener un EBITDA positivo de 73 millones.
La feroz competencia (a un panal de rica miel, dos mil moscas acudieron...) y sobre todo la lentitud de las ayudas públicas y (last but not least) la "inesperada" caída del precio de la electricidad, hicieron imposible alcanzar los objetivos y sumieron a la empresa en pérdidas, con la consiguiente sangría de tesorería, caída de la cotización y pérdida de prestigio. Todas ellas en la antesala (veremos) de la quiebra.
¿Era posible evitarlo? Yo soy de los que cree que siempre es posible si se gestiona de forma prudente y austera. Austera no quiere decir no gastar, sino gastar solo lo que esté perfectamente justificado.
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Crecer no es malo; es mucho peor no crecer o incluso decrecer. Pero crecer demasiado en poco tiempo supone un enorme reto de gestión. A menudo es letal. ¡Hay que saber gestionar el crecimiento!
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Hay que saber separar el crecimiento por razones coyunturales (la electricidad se encarece mucho) de las estructurales (el consumidor que contrata por razones medioambientales es una minoría; la mayoría lo hace porque cree que ahorra dinero).
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Hay que ser austero. El crecimiento se ha de controlar y no usarlo de justificación para tirar la casa por la ventana. Hay que saber acomodar los gastos y las inversiones al crecimiento estructural. No hay que dejarse manejar por los que adulan a los triunfadores, a la vez que les chupan la sangre.
Epílogo:
Espero y deseo que Holaluz consiga salir adelante, y sacar valiosas enseñanzas de lo que le está pasando.
Una vez más se demuestra que emprender con éxito es muy difícil. El trabajo del emprendedor es como el del alquimista medieval, que trata de encontrar la fórmula de convertir el hierro en oro. De convertir ideas y recursos humanos y materiales, en productos y servicios valiosos y rentables, cuyo valor supera a su coste, generando un beneficio. El beneficio es el premio del empresario exitoso.