Hay días en los que buceando por internet encuentras grandes tesoros. Hoy quiero compartir con vosotros mi gran hallazgo. Seguramente muchos ya conozcáis a este maestro, hasta yo conocía algún trabajo suyo aislado (pero no le ponía nombre, ni cara). Se trata de Gilbert Legrand. Con él me ha ocurrido lo que me ocurre con pocos, he empezado a ver sus trabajos en su web, me ha arrancado una sonrisa desde el primer segundo, y lo más difícil todavía, ha logrado que la mantenga hasta escudriñar toda su obra (una vez que empiezas, no puedes parar).
Gilbert Legrand es un ilustrador y escultor francés, vive y trabaja en Toulouse. Toda su obra hace alarde de su maravillosa creatividad. Para realizar sus esculturas parte de objetos cotidianos, nos descubre en su morfología simpáticos personajes que llenan de vida el objeto. Para descubrirnos esos personajes le basta con un poco de pintura, hasta llegar al punto en el que sólo vemos el personaje, sin darnos cuenta hasta unos segundos después del objeto cotidiano que ha utilizado para ello.
Su obra se caracteriza por su creatividad, su originalidad y su humor. Crea personajes divertidos que surgen de bisagras, manillas, brochas, botes, herramientas, cremalleras, gafas, perchas…no hay objeto que le resulte indiferente. Según el artista los personajes ya están en los objetos, sólo hay que mirarlos e imaginarlos diferentes. De esta manera es como Gilbert nos sorprende viendo un motorista en un bote de spray, un perro en una manilla, un indio en un cepillo o un ratón en una percha. Lo que está claro es que el artista tiene una mirada diferente, incombustible, que no deja de sorprendernos con su ingenio. Posee la capacidad de dar alma a objetos tristes que nos rodean y de mostrarnos la cara más divertida que ocultan. Hace magia, y lo mejor, es que nos demuestra que podemos hacer magia reciclando multitud de utensilio que tenemos en casa.
Espero que lo disfrutéis tanto como lo he disfrutado yo.