Giulietta Café

En la parte de abajo de la Plaza Tetuán, a la derecha bajando hacia Arc de Triomf nos encontramos con Giulietta Café. Llama la atención, con esa decoración bucólica en la que domina el blanco, su pizarra anunciando las delicias y su escaparate como si fuera una joyería que luce sus mejores piezas, en este caso, sus pasteles y dulces.

Habíamos ido en alguna ocasión, pero siempre para algo rápido, y nos quedaba pendiente una visita “como dios manda”, con parada y fonda para probar lo que hasta ahora habíamos visto desde la barrera. Así que en una de estas escapadas mañaneras (aquellas que os comentamos que hacemos menos de lo que nos gustarían) nos decidimos a ir a desayunar.
Todo un reto teniendo en cuenta su oferta. Su barra, llena de tarros galletas, una vitrina con bocadillos, pasteles del día en las bandejas bien protegidos y una pizarra con lo que no esta expuesto… Difícil decisión, demasiadas cosas buenas para tener que prescindir de alguna. No podemos comérnoslo todo, así que, hay que hacer el esfuerzo y renunciar a algo.

Donde está Giulietta Café aún se conserva la identidad de barrio de L’Eixample, así que sirven mucho más desayunos que no la fórmula anglosajona del brunch. Tanto para tomarlos en el mismo local como para llevar, a las 11 de la mañana la rotación de público es alta, muy alta.

Albert Roquerías es quien dirige el obrador de Giulietta Café. Con una formación en pastelería tanto tradicional como industrial, Albert pasa por la restauración y el catering hasta que se decide por abrir su propio espacio donde tiene claro que no puede faltar la degustación y la amplitud en el horario de apertura. Solo cierran 5 días al año. Siempre encontraremos su carta, pero su idea es ir dando en cada momento del día lo más adecuado.

Siempre tiene ofertas: la del bocadillo del día más café, agua o té por 3 Euros hasta las 13 h y partir de entonces cambia a un plato del día con bebida y postre por 8,50 Euros, para comer rápido y seguir la jornada. Zumos y pasteles entre otras opciones están siempre visibles en su pizarra para cualquier hora. Uno de los objetivos cumplidos de Albert: vayas a la hora que vayas, puedes tener lo que quieres.

Como os hemos comentado, vamos a desayunar, no a tomar un brunch. Salir de casa solo con un café con leche es algo que hace mucho tiempo que no hacemos. Le dedicamos tiempo al desayuno y hacemos todo lo posible para que sea equilibrado, por aquello de mantener una dieta sana. Así que aunque la visita de Giulietta es toda una tentación para meterle azúcar al cuerpo para una semana, el planteamiento fue tomar un bocadillo, porque seguro que caería algún dulce después.

Tienen variedad, tanto de panes como de embutido. El aspecto del pan era tentador y en su vitrina se veían todos bastante bien cargados. Pero, como hablamos de un desayuno algo diferente, yo me decido por  un bocadillo de pollo.

Un bollo de pan algo dañado, eso si, pero bueno de sabor. Un pan hecho con tinta de calamar para ser más original, ya que el sabor es prácticamente imperceptible. Tomate, pechuga de pollo natural, algo de mayonesa, justo la necesaria untada en el pan para darle jugosidad y algo de verde. La verdad es que era un buen bocadillo, de sobras para un buen desayuno. Muy bueno. Ese fue mi “primer plato”.

Pero baco pecó desde el primer momento, y empezó con un croissant de mantequilla.

Bien hojaldrado y crujiente. De esos que provoca siempre recoger un montón de migas que caen al plato cuando vas mordiendo y que en ningún caso quieres perder. Este fue un croissant normal, pero tienen de varios tipos todos hechos por Albert. Salados o dulces, sin que falte el de chocolate que probamos y es espectacular. Seguramente el resto también lo será.
Y después de haber mantenido el tipo y tomar el sano bocata, me doy el capricho de tomarme el de chocolate. Su aspecto llama la atención y desde el primer momento que lo vi, debo reconocer que me atrajo. Tenía que probarlo.
El croissant no es el típico relleno. Es abierto y untado con la crema de chocolate que también tiene su secreto, ya que hablamos de una crema inglesa de chocolate. El tamaño es grande, de hecho comiendo solo esto sería también ya un buen desayuno.
Tan crujiente como el croissant de mantequilla y espolvoreado con azúcar glas. Uno de los mejores que he tomado. Baco siguió pecando y su elección fue la tarta de chocolate a la que casi no me da tiempo a fotografiar.
Se demuestra que el fuerte de Albert es la pastelería y es lo que le gusta. Tanto los croissants, el de mantequilla y el de chocolate, como el pastel demostraban su experiencia y buen hacer. El bocadillo era correcto, pero deslucía ante los dulces. El resto de su carta o los platos del día seguramente serán buenos, no los hemos probado. Aunque es una cafetería, no es un restaurante y está pensada para algo rápido, no dudo en que pondrán el mismo esmero que hacen en su repostería.

Resumiendo, para tomar un café, para comer algo rápido, para tomar un Brunch o para darse un gustazo, Giulietta Café es un buen sitio. Para lo que sea que te apetezca!.