Revista América Latina

Gladys Mendía y Los poetas del 5

Por Raulheraud
Gladys Mendía y Los poetas del 5
La poeta Venezolana Gladys Mendía (Maracai, 1975), en su brillante labor de editora nos hace llegar parte de su extensa colección de plaquetas titulada Los poetas del 5; en esta ocasión nos muestra su reciente serie de poesía titulada CHIPICHIPIBOMBOM; y es que Gladys desde hace siete años promueve tanto en su versión digital como en su versión física, la difusión de jóvenes y no tan jóvenes poetas, no solo de Latinoamérica sino también de Europa y África como muestra de su solidaridad y su compromiso con la palabra; aquí los dejamos con algunos de los poetas que se encuentran publicados bajo su sello.
Carolina Dávila (Colombia, 1982)


Con la lluvia no penetran otras aguas

Yo amaría a esa mujer que deambula
por un desierto de noches heladas
mientras le llegan los rumores de algún puerto
pero no rompen ellos su silencio
ni suavizan los surcos
que el dolor trazó en su cara
La amaría porque no se doblega
porque con la lluvia no penetran otras aguas
porque su cuerpo se abre ahí
donde a la primavera no le alcanza
Carolina Delia Hoz de Villa Guzmán (La paz – Bolivia, 1983)

Adiós
Cada día es exactamente lo mismo
No hay amor aquí, no hay dolor aquí
(Nine inch Nails)
No me confundas con una jeringa.
No soy como tú
No me confundas con esa aguja, inyectando veneno en el oído
No soy como tú
No me confundas con lo que tú eres, cuando bebes mas vodka y
pierdes el control
No soy como tú
No me confundas con la ira que explota en tu anatomía de
príncipe azul
No soy como tú
No me confundas con esas neuronas de cerebro cavernícola que
en ti viven sin luz
No soy como tú
No me confundas con voces que oyes en tu coctel de aspirinas,
No soy como tú
No me gustan los rituales que se viven en secreto
No me gustan los amores que parecen un secuestro
con historias de hemorragia y ficción de mala muerte
con sonidos a pistolas del Oeste
Descargándose en el baño o en la sala de estar
Con los gritos de un crimen pasional.
Por eso te dejo… mi vaquero,
Te dejo con tus historias del “Bueno, el malo y el Feo”
Cruzo esta puerta, mientras sueltas el arma
buscas la calma, paras de llorar
llamo a una ambulancia
y no vuelvo por aquí nunca más!!!

Carolina Quintero Valverde (San José de Costa Rica, 1989)

En cuatro partes
I
Las cerámicas se revientan. Hoy se llevan mi cuarto por la ventana, con tus
fotos de hace un par de décadas y este espacio en que mi cuerpo estuvo solo.
Nunca he tenido sexo en mi cama; ella lo resiente y vos también.

II

Ayer se hizo un tornado que duró unos segundos. Las ramas se movían furiosas.
Todo desaparecía y empecé a llorar.
Los tornados son hermosos. Yo estoy desnuda.

III
A nadie le preocupa la desnudez, ni esos cloroscuros que se observan durante la
noche. Siempre quedo dormida mirando las cosas; esperando su movimiento.
Mi cuerpo se deshace, ya no me juntás y el piso tiene grietas.

IV
Vos has esperado el día como señales, que muestren hacia donde hay un lugar
con menos tráfico. Yo he sentido estos días como una advertencia hacia el
desastre; como una señal que indica ALTO y no me detengo


Daniel Maguiña Contreras (Lima, Perú 1984)


AQUÍ VIVE UN POETA
a Arturo Corcuera
Cabellico blanco como si estuviera expuesto temporalmente al viento, en Santa Inés vive el Noé delirante en una casa de cuento color blanco y puertas azules, árboles con frutos, palta, mango, uva. Imaginaba siempre que la casa de un mago tenía que ser inexorablemente mágica, y así fue. Cuadros por todas partes, esculturas, un reloj cucú comprado en Suiza, un cuervo que lo acompaña a almorzar cuando está sólo, un tordo que lo busca y quizás una de las partes que no hubiera querido perderme. Arturo tiene una amistad con un tordo, que viene a buscarlo para que lo alimente, el tordo agradece en un lenguaje que Arturo comprende y hasta pienso que él responde con sonidos que no escucho, fue una imagen imperdible. La fábula del gallo hombre, el león de piedra, la jirafa de mimbre, la silueta de los atardeceres desde su balcón, el cuadro de Guayasamín regalo de Fidel, su estudio el estudio de un poeta. Rosi su mujer, la mujer de un poeta…
Melissa Patiño (Lima Perú, 1987)
Espejos
Poseo el mirar de océanos adoloridos
labios hirviendo peces azules
manos y pies en cajas de hierro
Tengo la voz sigilosa gritando en el volcán de mis pechos
un país latigado a mi espalda
labra en mis piernas su tierra estéril
Escucho un canto que no es el mío
y no lo oigo
me evaporo para alcanzarlo
en las calles de un barrio chino,
gringo, indio, aymara, africano
Camino entre espejos que reflejan
mi propia incertidumbre
mariposas amarillas copulando flores rojas

Symplice B. Mvondo (Yaundé, Camerún, 1976)


Nacido en Yaundé
Nacido en esta ciudad maldita
Conjugué todos sus guetos
Sus luchas sus miserias y sus promesas.
Crecí con todas sus furias y sus odios
Sus terrores sus miedos y sus dolores
Sin resentimiento bebí todas mis tazas
Y soporté mucho daño.
Pasé por todos sus caminos
Del más bonito a los más lamentables
Del más humano a los más inhumanos
Y del más lamentable al más lamentable.
Canté todos los canticos
De los bíblicos a los satánicos
Hasta perder la fe.
Viajé sin rumbo trabajé duro
Excavé taladré
Barrí salvé
Y algunas veces incluso saqueé para comer…
Hojeé todos los álbumes
De la miseria de esta ciudad mal pensada
Y lleno de fe
Me encontré llorando toda la noche.
Corrí a grandes pasos todas las pistas
desconocidas de Ntaba
Admiré detenidamente los chalets mal alineados
de Odza
Crucé grandes ciénagas que apestaban en Oyu
Abang
El pueblo n la ciudad de Nkoabamg
Inclusive me ahogué en pleno bulevar de la
reunificación.
Y oriné un poco en la pared del primer Mini
Varias noches
Teniendo solo como compañía cigarrito de
marihuana y algunas botellas (cuando podía
ofrecérmelas)
Nacido en esta ciudad perdida
Conocí todas sus nauseas
Sus calles asimétricas y sus ranchos inclinados
Calles de la escuela al hospital
También en las oficinas los gritos a todo vie
Y el “cállate” se infiltra por todas partes.
Pedimos todo final de palabra
Y si las palabras no pasan más
Nos golpearemos la boca.
Y es con mucha paciencia
Que aprendí todas las lecciones de la vida
Que aprendí a estar contento en mi lugar
Y a dejar el país a quien le pertenece.
Nacidos en este bosque urbano
Aprendí que es la ley de la selva
Que aquí un grande nunca es pequeño
Y que los pequeños seguirán siendo pequeños
Sobre todo aprendí a dejar la política a los
políticos
La escuela a los colegiales
Y la miseria a los miserables.
Con mucha paciencia
Aprendí lo que es nacer en una ciudad del
tamaño de un gueto!
Nacido en Youndé
He nacido en Yaundé

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