Revista Cine

Gloria - 2013

Publicado el 09 agosto 2014 por Jimmy Fdz
Gloria - 2013
Director: Sebastián Lelio
  Al fin ha llegado la primera película chilena que comento en este blog. Debo admitir que no veo mucho cine nacional, no porque tenga algún problema en particular, simplemente porque me interesan más los filmes de otros países y continentes. De hecho, no tenía planeado realmente ver esta cinta, pero las obligaciones se interponen en tu camino y uno debe acatar... mientras tanto. Igual estaba entusiasmado por los premios que ganó y la repercusión mediática que tuvo. Lo cierto es que no me ha gustado "Gloria", y quizás debí haber comentado primero "Los deseos concebidos" de Cristián Sánchez, pero la pereza pudo más y el bloqueo me impidió escribir un comentario decente -y positivo-. Ahora se me hizo un poco más fácil y... bueno, disconforme e incluso decepcionado me siento. Es lo malo de comenzar bien y terminar mal: te elevan las expectativas y las emociones para finalmente dejarte despojado de todo aquello: la sensación final es la nada misma.
  Gloria es una mujer que debe estar cerca de sus sesenta años -o cincuenta, la verdad es que soy malo para adivinar la edad de los demás-, y que para combatir un poco el aburrimiento y la soledad, visita clubes frecuentados por gente de su edad. Eventualmente el romance llega y nuevos horizontes de alegría y esplendor se asoman con ilusión: el dulce porvenir que llenará de vitalidad una existencia que se resiste al deterioro espiritual y, claro está, físico. La lucha contra el cliché de la vejez, a fin de cuentas.
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  Lo bueno de las películas es que te recuerdan historias, por muy desagradables que sean. En una escena, Gloria, la protagonista cuyo nombre da título a la película -wow-, camina hacia una caseta de vigilancia de los departamentos donde vive, y en uno de ellos, específicamente en el primer piso y en el balcón, se ve un perro boxer ladrándole a la mujer. Nada importante, ni para Gloria ni para el relato ni para nadie, salvo para mi, que me recordó un terrible accidente que le pasó a una especie de tía mía -no a ella, en realidad-: en el edificio en donde vive, un matrimonio del piso diez o superior salió de vacaciones por el fin de semana, y aparentemente no podían llevarse al perro con ellos, que de paso es boxer, por lo que decidieron dejarlo en el balcón del departamento los tres días de viaje, con pobre can sin tener acceso al interior del hogar. El resultado es lamentable: el pobre perro se estresó tanto que de la pura desesperación saltó del balcón y cayó desde el piso en el que estaba. Me imagino que se hizo puré y que los dueños se sintieron como lo que realmente son: unos putos imbéciles de mierda. Cualquiera con sentido común sabe que una raza mediana e inquieta como los boxers no pueden estar encerrados, en total aislamiento y soledad, en un pequeño balcón tres días seguidos... Es una lástima que la gente tenga que aprender las cosas por las malas. A propósito, Gloria iba a escribir un reclamo sobre un tema del que aparentemente nadie se hacía cargo. Para que vean nada más: los síntomas son inofensivos hasta que atacan fulminantemente.
  Cosas que a uno se le viene a la mente mirando películas.
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  Dejando de lado historias ajenas a la cinta -que no le quitan lo triste e indignante-, hay una escena que me gusta mucho y que ocurre prácticamente al inicio: Gloria, sentada e intercambiando miradas con otro hombre tan interesado en ella como ella en él, recibe la visita del hombre en cuestión. Lo primero que él hace es preguntarle "¿Siempre eres tan alegre?". Gloria se ríe y uno pensaría que es un rotundo e incuestionable "sí, siempre soy así de alegre". Pero no, Gloria le responde, luego de calmarse un poco -los nervios le debieron haber pasado la cuenta-, que no lo es, que tiene mejores y peores momentos, pero que en general no, no es así de alegre. Yo pensé "cuanta honestidad en su respuesta", la misma honestidad con que estaba siendo tratada la película hasta ese momento y durante varios minutos después. Esa honestidad era lo que más me mantenía encantado... luego la película se pierde en la anodinia, y la emoción inicial pasa a ser una terrible decepción. Es una lástima cuando una película te está, con todas sus letras, encantando, para luego dejarte con gusto a poco. La única forma en que puedo explicarme esa caída de calidad a lo largo del metraje es porque paralelamente se va perdiendo esa honestidad tan especial e interesante.
  Ahora bien, con honestidad me refiero a la manera transparente en que la película relataba lo central, de lo que se trata "Gloria": una mujer ya mayor cuyos hijos tienen vida propia, con un ex marido del que se separó hace doce años, que se siente y vive solitariamente, sin personas que la acompañen de verdad, en lo personal, en el tan común y profundo día a día. En el fondo se siente vacía, incompleta: hay una pieza faltante en su ser que no logra encontrar. Para ello va a los clubes y de repente conoce a un señor que parece ser el caballero perfecto. Hasta ahí todo bien, pues el relato no se despega de su pretensión: mostrar el optimismo -o al menos la buena voluntad- que tiene la protagonista para afrontar su vejez. Desde luego, posteriormente vienen los problemas, que, lamentablemente, se acompañan del desplome de calidad narrativa, desplome que se debe a la pérdida del principal sustento del tema central de la película: la honestidad, de la mirada y del flujo de las acciones. Digo que la pierde porque los acontecimientos que le siguen al romance de Gloria con el otro señor se sienten artificiales y forzados, probablemente tanto como una relación así de formal: conozcamos a mis hijos, los tuyos, mi casa, etc. Conocer una nueva familia debe ser una gran fuente de estrés: obligado a comenzar de cero en aspectos que no te interesan; mejor concentrarse en la parte carnal. Diferencias de opiniones y cosmovisiones en una misma relación, he ahí un síntoma. La incomodidad reina en el ambiente y uno ya no siente nada de encanto. Puede que el director haya querido jugar con eso: romper la magia del nuevo romance, del nuevo futuro, de la nueva plenitud, mediante la irrupción de la vida cotidiana: los hijos, el trabajo, la vida en general. Es probable que sea así y por eso estén todos esos momentos, pero lo malo es que son tan efectivos en su anodinia que la película pierde todo interés e incluso se vuelve plana: las situaciones que vemos pasan en todos lados, no son lecturas aplicadas al caso particular de Gloria: el hombre que se emborracha, la hija distante, el hijo distante, todos ingredientes arquetípicos que vuelven una historia encantadora en una insulsa y repetitiva, con sensación a déjà-vu. He visto otras películas donde presentan la más poco glamorosa banalidad de la vida, y que aún  así resultan interesantes y realmente encantadoras -como en Uzak de Nuri Bilge Ceylan, donde esos silencios e incomodidades iban de la mano con todo el profundo sentir sustancial del hermoso filme del turco: el abismo emocional es inmenso, todo acercamiento es vano-. En pocas palabras, durante los pocos minutos de verdadera honestidad la película fluye de manera natural, pero luego la cosa se estanca y pierde la magia, no sólo la interna al relato -que esa entiendo que se pierda, porque de eso se trata en el fondo: la cruel ironía de la fría realidad en pugna con el candor del deseo; el derrumbe del cuento de hadas-, sino la externa, la que contiene los diálogos, los sonidos, las imágenes, las secuencias, etc.
  En lo relativo a los mecanismos audiovisuales y narrativos -en lo formal al fin y al cabo-, la película no logra sostener un argumento que pudo haber quedado muy interesante, sugerente, e incluso delicioso.
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  Me gustaría mencionar un par de detalles -que no son destripes argumentales- que son tan divertidos como extraños y a veces directamente ridículos. Lo interesante vendría siendo las dos veces en que se muestra lo relativo a las marchas y protestas estudiantiles; primero aparece en la tele de Gloria, cuando ella habla por teléfono sin preocuparse al respecto, y luego cuando ella misma camina a través de una marcha por la Alameda. En ambos casos la protagonista es una persona ajena a todo aquello: los problemas de todos no le atañen necesariamente a uno, y los problemas de uno no le atañen necesariamente a todos: esta película no es sobre una sociedad, es sobre un individuo, algo más pequeño pero más complejo. La inclusión de estos elementos puede que se deba a algo tan simple como que a Gloria no le interesa nada al respecto, o que detrás haya cierta declaración de intenciones: no todo el cine chileno tiene que ver con temas sociales y problemas de actualidad; el cine no es un medio ni herramienta esencialmente panfletario -es una expresión personal del mundo, así de simple-, por más que en todos lados se nos intente meter por la garganta tal bandera -"ustedes como comunicadores audiovisuales blablabla..."-. Además, no contar una historia que se centre exclusivamente en algo social no te hace necesariamente una persona sin conciencia social, eso es un maldito prejuicio. Con respecto al porqué de las escenas, no lo sé y no quiero decir nada al respecto. Esto de las interpretaciones y las verdaderas intenciones del director son temas divertidos pero complejos -¿sigue siendo tan válida tu interpretación si el director dijo "lo puse porque sí nomás"?-.
  Lo ridículo -para mi- es cuando la nana de Gloria le comienza a dar toda una perorata sobre como se formaron los gatos: tiene que ver con el arca de Noé, que comenzaron a aparecer muchos ratones, y de repente un león estornudó los gatos para que éstos se comieran a los ratones y así el mundo volviera a su orden natural. De no haber sido así, el apocalipsis habría sucedido sobre el arca: ratones asesinos que destruyen la obra de dios. Le debemos nuestra vida a los gatos, y quizás por eso haya un culto tan grande e insoportable para ellos. Pero lo de la historia no es, después de todo, algo tan extraño; a veces las personas estornudan verdaderos loros, verdes y viscosos ¿Y, por dios, quién mierda se cree eso? Digo, está bien creer en algo que te ayude espiritualmente, pero creer historias de ese tipo es, uf...
  Lo divertido fue ver como bailaba el esquelto, como se menea por completo. Al igual que los extras, me habría quedado hipnotizado al baile del muñeco esquelético ese por horas, sin darme cuenta alguna. Vi esa pequeña escena varias veces porque siempre me sacaba una carcajada. Es que ver bailar a un esqueleto de esa forma tan pícara es una gozada del tamaño de un elefante. Y agreguen los toques de humor que hay de vez en cuando y se pasarán un buen rato, incluso luego de la media hora buena, honesta, encantadora.
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  Ah, claro, antes de olvidarlo, era obvio que al final iban a poner la canción llamada "Gloria" -...faltas en el aire-. Gloria al cubo: título, protagonista, canción. La trifecta ganadora, aparentemente.
  No les voy a mentir, la banda sonora me ha gustado mucho, especialmente cuando ponían las canciones de la sonora de Tommy Rey -todo un maldito clásico de nuestra idiosincrasia: nadie puede sentir rechazo por esas grandes canciones-, pero era tan obvio que iban a poner la canción homómina que llega a dar risa, y me hace pensar "¿en serio? ¡Qué sorpresa, dios mío! ¡Dame aire que me falta de tremenda sorpresa que me llevé!". Me estoy poniendo mala onda, pero es que molesta mucho cuando una película te encanta para luego decepcionarte, tirarte al suelo y patearte en los testículos. En la parte estética tampoco hay mucho brillo ni nada, así que a grandes rasgos esta película "Gloria" no tiene mucho destacable. Se le hizo mucha publicidad porque Paulina García ganó el premio a mejor actriz en Venecia, pero eso pasa con la prensa: sin ver la película, dice que es la mejor porque ganó un premio. Los halagos tan absolutos que le tiraban; tantas flores terminaron cubriendo lo que realmente es: una cinta con buena idea pero desarrollo mediocre.
  En fin, un relato sobre una mujer que intenta no perder la frescura de vivir, pero que debe enfrentar problemas cotidianos y un poco más importantes que amenazan con romper ese temple suyo tan optimista. No es que sea siempre tan alegre, pero lo intenta, y supongo que esa es la gracia final: no aceptar quedarse solo, no aceptar las estupideces, y buscar siempre lo mejor para uno -esto se puede extrapolar a cualquier generación de la película, ahora que lo pienso-. Lástima que la película haya fallado tanto en lo narrativo: se perdió una buena historia.
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