Revista África

Gobierno de España... ¿no tenéis compasión?

Por En Clave De África

(AE)
En la crisis que está viviendo el golfo de Guinea debido a la epidemia de ébola, por una vez tengo que reconocer que el gobierno español ha hecho lo que tenía que hacer, ha enviado un avión para repatriar a dos misioneros, uno de ellos el padre Pajares y una hermana guineano-española que no estaba afectada por el virus.

Gobierno de España... ¿no tenéis compasión?
Sin embargo, no puedo dejar de pensar en Chantal y Paciencia, otras dos misioneras africanas que por no tener un pasaporte comunitario se han quedado fuera de la evacuación. Me imagino el tono de voz con el que deben haber dicho aquel “por favor, sacadnos de aquí” que le formularon al periodista de El Mundo. Es durísimo, pero es la cruda verdad: un pasaporte al final determina la vida o la muerte.

Recuerdo que cuando estaba en Sudán las Naciones Unidas tenían una regla que solían cumplir fielmente: cuando se trataba de evacuaciones de seguridad, la prioridad estaba siempre con las personas (de diferentes nacionalidades) que estuvieran en la lista interna de seguridad que normalmente ponían al día las diferentes oenegés o agencias humanitarias. Los puestos sobrantes eran para las personas que no estuvieran en esa lista y que teóricamente no podían acceder de manera oficial a una evacuación. Me parecía una regla con mucho sentido común ya que era práctica y además implicaba algo de compasión y de flexibilidad para las organizaciones (incluidas comunidades misioneras) que no se podían permitir la contribución económica o la burocracia que incluía el poder ser parte de las listas de personas bajo el amparo de la ONU

Me duele sobremanera que en este caso, ni el sentido común ni la flexibilidad se hayan aplicado en grado alguno. El gobierno envió un enorme avión con 3 camas preparadas para 3 enfermos pero al final no se ha aceptado que estas dos misioneras hayan sido evacuadas. Ojalá me equivoque, pero esto en aquellas circunstancias una decisión así las condena a una más que cierta muerte en las peores condiciones imaginables. Siento rabia e impotencia porque en este caso, personas que lo han dado todo a la sociedad sin pedir nada a cambio (ni sueldo, ni bonos salariales por peligrosidad, ni condiciones especiales, ni dietas como pasa con algunas organizaciones) son tratadas de esta manera por unos gobiernos que se llaman civilizados. Había medios, se podía, pero no se quiso hacer. Simple y llanamente. Tristísimo y desolador.

Desde este humilde blog, mi solidaridad con estas valerosas mujeres y mis pobres oraciones para que Dios sea más misericordioso con ellas de lo que han sido los hombres.


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