Revista Música

Gong: "Shamal"

Publicado el 07 abril 2010 por Bitacorock



GONG
"SHAMAL"
Edición original en vinilo: 1975

La rica historia de uno de los protagonistas más pintorescos de la escena canterburiana, agrupación multinacional bohemia y exclusiva, si las hubo, que de a poco fue tomando distancia del mero Canterbury Sound para cultivar una propuesta sonora inclasificable, encuentra un eje pivotal precisamente en este álbum.

Extinguidos los tiempos gloriosos que le otorgaran dicha etiqueta, los del dúo mentor Daevid Allen-Steve Hillage y de su trilogía incomparable "Radio Gnome Invisible" tras la partida de ambos en 1975, el remanente de Gong todavía se apoyaba en dos pilares de hierro: los franceses Didier Malherbe y Pierre Moerlen. No sería tarea sencilla seguir adelante calzando los mismos zapatos de Allen-Hillage, pero el dueto galo venía lo suficientemente empapado en el sonido Gong (Malherbe, co-fundador y Moerlen incorporado a partir de "Angel’s Egg") como para no sólo continuarlo, sino también para comenzar a imponer su propia apertura, naturalmente orientada hacia los vientos y la percusión. Y si de percusión hablamos, otro remanente del viejo Gong volvía al tapete: la notable Mireille Bauer, cuyo CV listaba la misma experiencia en la legendaria banda de Allen-Hillage que su entonces novio Moerlen. El resto del equipo en efecto tendría su bautismo de fuego -bajo el rótulo Gong- en un estudio de grabación: otro francés, Patrice Lemoine en teclados, el natural de las islas Fiji, Mike Howlett en bajo y voz, y el argentino Jorge Pinchevsky, que radicado en Europa desde el ’74 tras su paso imborrable por La Cofradía de la Flor Solar, La Pesada del Rock and Roll de Billy Bond, un disco solista ("Jorge Pinchevsky y su violín mágico", 1973) y su intervención en dos gemas del clásico de Sui Generis "Pequeñas Anécdotas Sobre las Instituciones" ("El tuerto y los ciegos" y "Tema de Natalio") venía tocando en Gong como sesionista.

Más aderezos arribarían a la mesa de "Shamal", sin embargo: Steve Hillage y su pareja de entonces, la tecladista y vocalista Miquette Giraudy, salpicarían despreocupadamente uno que otro corte a modo de momentánea despedida del otrora coloso, y un productor de lujo se sentaría frente a la consola de mezcla: Nick Mason. Las tintas podrán cargarse en el hecho de que Mason nunca ha sido un baterista talentoso, pero fue justo el que necesitó Pink Floyd y, como si fuera poco, tuvo siempre un oído clínico para la meticulosa labor que demanda la producción discográfica, particularmente en épocas en que los chiches digitales de hoy no estaban puestos al servicio del productor. Más aún? Claro: los desconfiados podrán llevarse una grata sorpresa con su disco solista "Fictitious Sports" (1981). En otras palabras, atenti con Mason porque su talento ha implicado algo más que ubicarse detrás del trío Waters-Gilmour-Wright para batir sus cándidos palillos.

Con los suculentos ingredientes apuntados en los párrafos precedentes, "Shamal" asomó en el conflictivo mundillo discográfico de mediados de los ’70 -donde muchas glorias quemaban ya sus últimos cartuchos netamente progresivos- como un álbum que muchos encasillaron en la incómoda categoría del "ni muy muy, ni tan tan". De hecho, los que esperaban una continuidad dentro de la senda trazada por "Radio Gnome Invisible" (sin Allen y sin Hillage??) se toparon con un disco semi-instrumental, fuertemente ladeado hacia la jazz-fusion, pero al mismo tiempo cargado con un bagaje de texturas diferentes. Chocante? Quizás... Genial? Definitivamente!

Tal como se esperaba, Malherbe (que firma el exótico"Bambooji" y el colosal "Cat in Clark’s shoes") y Moerlen (que hace lo propio con el creativo "Mandrake") sostienen con voraz fortaleza la base esencial del "nuevo" Gong, uno soplando todo lo que encuentra a su paso (flauta, bansuri, saxo tenor y saxo soprano) con una destreza admirable, y el otro atacando sus tambores sólo como él sabía hacerlo, sin perdonar el vibráfono y las campanas tubulares que se le interpusieran por ahí. Estos dos virtuosos en compañía de Bauer, que aporta eficientemente los instrumentos de percusión que faltaban (marimba, xilofón, gong y glockenspiel) conforman un trío explosivo, omnipresente en los seis temas del álbum.

El paso de la pareja Hillage-Giraudy es más bien simbólico (ambos sólo toman parte en "Bambooji" y Hillage también lo hace en "Wingful of eyes"); los debutantes Lemoine y Howlett hacen lo suyo con corrección, además de contribuir con un corte cada uno (el bajista, con el vibrante "Wingful of eyes" que abre el álbum y Lemoine con el tema siguiente, el exquisito "Chandra"); y la cantante invitada Sandy Colley corea en el cierre el epónimo "Shamal", la banda más extensa y colorida, que lleva la rúbrica de los cinco integrantes estables.

Párrafo aparte para el violín de Pinchevsky, que suena altivo en cuatro de los cortes, especialmente en una curiosa mixtura jazzera-country con un copete tanguero (a la Hollywood, eso sí) en el que el rosarino se divierte recitando en el background lo que alcanzamos a discernir como: "Y la morocha y el empedrado / y del tango que bailaba el gato en el arrabal / porteño una mañana cuando la vio llegar..." Inimitable! Cuesta descifrar el recitado completo porque aparece difuso en un solo canal enmascarado por la instrumentación, al punto que las últimas palabras son inaudibles, pero el interludio de vocablos sueltos sin hilación aportan el complemento rioplatense suficiente como para otorgar un toque distinto a lo que es tal vez el corte más prolífico del álbum, "Cat in Clark’s shoes".

Es indudable que "Shamal" no mide los quilates de sus tres antecesores inmediatos. Pero es obvio también que la comparación no tiene lugar. Podrá, en todo caso, ser un disco de transición entre el Gong de Allen-Hillage y el futuro Gong de Pierre Moerlen, el que de ahí en más tomaría las riendas de la banda hacia un rumbo netamente enmarcado en la jazz-fusion -no por nada su futuro guitarrista sería el erudito Allan Holdsworth!

Sin embargo, es útil reconocer que también se esconden pequeñas perlas en los llamados "álbumes de transición"... y, huelga aclararlo, con las de "Shamal" hasta podríamos armar una bijouterie completa.

Nota:

No recuerdo con precisión, pero es posible que "Shamal" haya sido mi introducción a Gong, aunque si en efecto lo fue, muy pronto sería seguido por la trilogía "Radio Gnome Invisible" que descubrí gracias a la radio en 1980-81. Con su discografía ignorada en la Argentina durante todos los ’70, Gong por fin se abrió camino entre los melómanos cuando un torbellino de vinilos importados a precios accesibles inundó las bateas locales entre 1979 y 1982. Hasta venían con su sellado plástico original, algo nunca visto en las ediciones vernáculas... Así fue como "Shamal" llegó a mi discoteca a través de su edición inglesa por el sello Virgin, y siempre permaneció en mis preferencias personales como un disco de notable excepción.


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