Revista Política

Gracias a Dios, esperamos que se vayan

Publicado el 18 octubre 2011 por Alejandropumarino

Gracias a Dios, esperamos que se vayan

Politólogos, sociólogos y expertos coinciden en señalar la creciente falta de formación y preparación académica de los políticos en la actualidad. El presidente del Gobierno, por ejemplo, no habla ni inglés ni francés de forma fluida. Sus estudios se limitan a la Licenciatura de Derecho. José Luis Rodríguez Zapatero estudió Primaria en el Colegio Discípulas de Jesús en León, cursó el Bachillerato y el COU en un centro privado  y se licenció en Derecho con una tesina sobre el Estatuto de Autonomía de Castilla y León. Su primer trabajo fue como profesor ayudante de Derecho Constitucional en la Universidad y duró sólo cuestión de meses.

Dos de las carteras más importantes del Ejecutivo, la de Fomento y la de Trabajo, la ocupan dos políticos que no tienen carrera universitaria alguna. José Blanco inició sus estudios de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela pero los dejó inacabados ante su temprana incorporación a las filas políticas. Sobre Celestino Corbacho no hay referencia alguna sobre su formación académica en ninguno de sus perfiles, sólo un breve apunte en el que puede leerse “profesional del comercio”.

Mientras tanto, el Chile de Bachelet cuenta, entre los miembros de su gobierno con la élite de Harvard, aunque fuese incapaz de frenar la verborrea de un Chaves que no tiene nada que demostrar, por eso de que se le conoce casi todo.

Suárez, Calvo Sotelo, González, incluso Aznar, han sido presidentes del gobierno con una larga trayectoria política, y un discurso envidiable las más de las veces, al margen del color de sus camisetas, que al caso, es lo que menos importa. José Luis ha sido un estudiante mediocre, que para más señas, procede de la enseñanza privada, la misma que ahora tanto pretende denostar, y que se convirtió en profesional de la política antes que en político cultivado, que es muy diferente. De esta guisa alcanzó la presidencia del gobierno a través de los oscuros senderos de unas primarias en las que luchas intestinas frustraron las pretensiones de personajes más populares y avezados que el leonés errante. Después, todo fue coser y cantar: Su amigo del alma, el Sr. Alonso, nunca dejó de tener cartera ni mejor preparación que su mentor, a diferencia de Pepiño, a quien se le pagaron los favores prestados en forma de apoyo incondicional a Zapatero, con puestos de una relevancia excesivamente ancha para su capacidad y su formación. Corbacho o Leire son otros ejemplos del despropósito de quien gobernó pagando favores o por conveniencias más personales que de partido, dejando siempre a un lado el interés general de los ciudadanos, en quienes tanto piensa, según afirma en los mitines.

La escasa fe en la clase política de la especie humana me vuelve escéptico hacia un posible cambio de línea en los criterios que se tomen para decidir los responsables de nuestro destino; el voto de confianza no le resta a uno el desasosiego que provoca una incertidumbre cuajada de desencanto.


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