Gran Hermano ¡¡¡17!!!

Considerando el ritmo que siguen las cosas a día de hoy, esta entrada se encontrará, a buen seguro, ya desfasada cuando vea la luz; no obstante, lo que pretendemos transmitir está plenamente vigente, independientemente de lo que suceda en la casa de Guadalix o de Cercedilla del Fresnedal, que tanto me da.

Con el único fin de incrementar la audiencia, las diferentes cadenas recurren a programas cada vez más cuestionables, no solamente desde el punto de vista de su calidad, sino de su ética. Gran Hermano, en su decimoséptima edición, ahí es nada, “recupera” a la primera expulsada en la historia del programa, que si no recuerdo mal, ejerció el oficio más antiguo del mundo y terminó echando de novio al que decía no sé qué de la pierna, para acabar llenando páginas de papel couché en publicaciones de perfil más o menos (más bien más) sensacionalistas.

Otro tanto sucede con Maite Galeano, otro tanto en lo referente a haber sido expulsada de Gran Hermano en una edición anterior, con lo que se completa un círculo vicioso de retroalimentación del programa: Incluye famosos para aumentar la audiencia, famosos que llegaron a serlo precisamente por haber participado en otras ediciones del mismo programa. Perverso.

Reconozco que otras cadenas como “Viajar”, “National Geographic”, “Historia”, resultan menos atractivas al público en general (no me extraña, cuando existe en España un elevado porcentaje de población que no sabe quien era Adolfo Suárez), pero además de entretenidas, suelen contribuir, desde su tono digulgativo y no científico, al incremento del acervo cultural del espectador con reportajes casi siempre amenos, aunque no tan sorprendentes como las trifulcas de Sávame o de Gran Hermano. De todo modos, y como se comentó en repetidas ocasiones en este mismo espacio, la culpa es nuestra: Solo si el público responde a la programación, ésta se sostiene en antena, el “share” es muy duro, y no sería la primera cabeza de un profesional de la comunicación con reconocido prestigio, que rueda en breve plazo como consecuencia del fracaso en antena de su propuesta. Viva la vulgaridad.