Revista Diario

Guarderías, conciliación y estrechez de miras

Por Belen
Estamos dando los últimos coletazos a Agosto y eso implica que nos estamos poniendo el chip de la vuelta al colegio, de la vuelta a la guarde o del inicio de la misma. Padres y madres ya van preparando calendarios, ordenando fechas y horarios para comenzar la maratón que supone el curso escolar.  Y muchas familias recurren a las guarderías o escuelas infantiles para poder compatibilizar el trabajo con tener hijos. Y por supuesto comienzan a llover artículos (da igual que sean recientes o de años pasados) como el que acabo de leer: Los pediatras recomiendan a los padres no llevar a los niños a la guardería antes de que cumplan los dos años
Quien me lee habitualmente sabe que yo no soy muy partidaria de guarderías, pero son necesarias nos gusten o no. En muchas ocasiones no se trata de una cuestión de elección sino de necesidad. En otras ocasiones se cree (desde mi punto de vista equivocadamente) que en la guardería "estarán mejor" que en casa. 
El caso es que los médicos han concluido que lo mejor es que los niños no pisen una guardería antes de los dos años. ¿Motivos? Estos niños sufren más enfermedades que aquellos que se quedan en casa con un cuidador (ya sean abuelos, otros familiares, etc). Seguro que a tus oídos ha llegado aquello de "cuanto antes vayan antes se inmunizan". Bueno, según los pediatras cuanto más tarde se incorporen a la guardería mayor tolerancia a los virus tendrá el niño. Por ejemplo, el riesgo de bronquiolitis no es el mismo en un bebé que en un niño de dos años. 
Y por supuesto está el tema de la socialización. Toda la vida criandonos en casa con el riesgo de convertirnos en asociales o incluso peor, ¡en psicópatas! y nosotros sin saberlo. Y el caso es que no hay tantos como pudiéramos temer, ¿no? Un niño criado en un ambiente familiar normal, con hermanos, primos, abuelos, parientes, amigos será un niño con una riqueza social que le permitirá una correcta adaptación cuando se incorpore a la guardería y/o colegio. No hay nada que temer. Además no debemos olvidar que en los primeros años de vida del niño la principal figura de apego es la madre o aquella persona que se ocupe de sus cuidados. Esto no es una moda ni me lo invento yo. La Naturaleza es así, nos guste más o menos. 
Pero, ¿cómo hacemos para que los niños no vayan a la guardería hasta los 2 años? Aquí es donde falla la ecuación. Está fenomenal que los pediatras, hartitos de ver a niños enfermos en sus consultas, niños que recaen una y otra vez en las mismas enfermedades, niños que vuelven (aún estando enfermos) de nuevo a las aulas porque sus padres no tienen más opciones, digan que esto no puede seguir así. Alguien tiene que poner un punto de cordura a todo esto. Pero claro, ¿cómo resolvemos el problema?
No todas las familias tienen el apoyo y ayuda de abuelos o familiares que acudan a echarles una mano. ¿Papá o mamá renuncian a su trabajo para poder atenderles esos primeros años? Hay quien puede hacerlo, yo misma lo hice un tiempo obligada por las circunstancias. Pero no todas las familias pueden permitírselo, las facturas y la hipoteca no se pagan solas. A veces un sueldo no es suficiente. Como ya sabemos esto sería posible con una política de Conciliación REAL, sin matices, sin falsedades. Una política que nos permitiera poder prolongar las bajas maternales al estilo europeo donde aún perdiendo parte del sueldo pudiera haber un mínimo que nos diera opciones. 
En España no tenemos opciones, o mejor dicho tenemos muy poquitas y todas pasan por esta pregunta: ¿tienes ayuda para criar a tus hijos? Si la respuesta es no, tus opciones se quedan en:
A. Guardería desde los 4 meses.  B. Excedencia o renuncia al trabajo. 
En mi caso volví al trabajo cuando Rayo cumplió los cinco meses. Con una reduccción de jornada y unos abuelos dispuestos a ocuparse de mi hijo el tiempo que yo estuviera fuera pude mantener mi puesto de trabajo. Cuando cumplió un año, por cuestiones de salud, y tras pasar por una excedencia, tuve que renunciar a mi trabajo. Durante dos años me ocupé personalmente de cuidar y educar a mi hijo en exclusiva. Después retomé mi faceta laboral. Pero me consta que no todos pueden hacer algo así. Renunciar a trabajar es un lujo hoy en día. Criar no está contemplado como prioridad en esta sociedad
Poder elegir se supone que es uno de los grandes triunfos de La Mujer. Algunas piensan que la gran victoria es poder trabajar y tener las mismas aspiraciones que El Hombre. Será que yo tengo otra visión, porque para mi poder hacer lo que me de la gana es lo que me da poder. Elegí estudiar, elegí trabajar, elegí tener pareja y formar una familia, elegí volver al trabajo y elegí criar a mi hijo. 
Estos días circula por ahí un artículo detestable donde poco menos que se nos tacha a las madres que nos damos el lujo de elegir de palurdas y estrechas de miras. Paletas ancladas en otra época que somos felices haciendo magdalenas. Ignorantes que, fíjate tú, nos hemos atrevido a sacar los pies del tiesto, revelarnos contra esta sociedad alienada y borrega en la que vivimos. Tontainas que nos hemos rasgado las vestiduras, hemos dicho NO al régimen impuesto y hemos optado por hacer lo que nos da la gana, esto es criar personalmente a nuestros hijos, darles teta si nos da la gana, hacer bizcochitos porque nos sale de las narices y trabajar si nos da la gana. Lo peor es que este artículo lo firman dos mujeres, desconozco si tienen hijos y ciertamente poco me importa, porque yo no me meto en vidas ajenas. 
Lo que pasa que cuando te sales del tiesto molestas, cuando elijes ser diferente y seguir una corriente alternativa puedes ser hasta un riesgo para ese chiringuito tan bien montado que tienen algunos. Una buena amiga me dice siempre que le fastidia enormemente que algunas madres la intenten convencer que lo que ellas hacen (guardería, trabajo hasta las tantas de papá y mamá, enfermedades que vuelven o no se van, destetar precozmente sin motivos o necesidad, etc, etc, etc) es lo mejor ..... ¡¡¡para el niño!!! Bueno, no hay nada como convencerse a una misma y a las demás para evitar que las vocecitas interiores te martilleen la cabeza, ¿no?
Sea como sea, yo aquí no vengo a convencer ni a juzgar a nadie. A mi la opción que me parece más aceptable es la mía y por eso la he elegido. Porque me considero una persona coherente, yo en su día asumí unos valores, unas ideas e intento ser consecuente con ellas en todas las facetas de mi vida. Y en la maternidad no iba a ser menos. 
Y a estas señoras les diría, si me escucharan o leyeran, que la estrechez de miras no se da cuando una mujer elije libremente, sino cuando se sigue la corriente impuesta sin tan siquiera mirar a los lados y barajar otras opciones. 
En mi caso soy una mujer formada e informada y para colmo estoy rodeada, en esta secta maligna de la maternidad consciente, de mujeres sabias. Algunas como mi amiga Begoña con una brillante carrera profesional, y ahí la tienes dando teta a su hijo de dos años y medio. ¿Magia? no, realidad y de la buena. Otras como mi amiga Patricia que ha optado por trabajar desde casa para criar a sus hijos. O como la gran Eloísa que gracias a su negocio (con la maternidad como único telón de fondo) puede compatibilizar trabajo y crianza. Ellas son sólo un pequeño ejemplo de las grandes mujeres que me rodean, mujeres inteligentes, trabajadoras, maravillosas madres que un día comprobaron que había otras opciones y decidieron elegirlas. 
Elijas lo que elijas yo te respeto, lo que no entiendo es porque ese respeto no se extiende a todas las opciones posibles. 

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